La industria petrolera se posiciona como una de las grandes ganadoras de cara a una segunda presidencia de Donald Trump, pero hay una gran incertidumbre respecto a la cotización del barril.
El presidente electo prometió un fuerte aumento de producción para reducir los precios de los combustibles que desde la salida de la pandemia sufrieron un incremento significativo y emergían como una de las grandes preocupaciones de la población estadounidense.
En líneas generales, hay varios factores que podrían empujar el barril a la baja como el fortalecimiento del dólar respecto al resto de las monedas, una mayor desaceleración de la economía china por los eventuales aumentos de aranceles y la solución de los conflictos internacionales en Medio Oriente y Ucrania, como promete el líder republicano.
No obstante, los analistas consideran que no hay tanto margen para reducir los precios internacionales sin afectar la rentabilidad de las petroleras y los grandes países productores. Sobre todo, luego del alza de costos en dólares que sufrió la industria tras el proceso inflacionario de los últimos años que impone un break even mucho más alto.
"Veo al WTI oscilando entre 65 y 72 dólares, no muy lejos de los valores que está cotizando ahora. Los árabes tienen que defender un piso de 65 dólares porque no cierran los proyectos y van a recortar la producción que sea necesaria aun con un dólar fortaleciéndose", sostiene Francisco Uriburu, analista de mercados.
En la misma línea, Sebastián Borgarello, VP & Global Head of Energy Consulting de S&P Global, explica a Forbes que el "drill, baby drill" que prometió Trump tendrá un impacto moderado dado que las grandes majors que operan en el shale norteamericano no tienen intención de reducir la cotización del barril.
"Las empresas americanas están focalizadas en maximizar sus ingresos netos y no quieren que los precios bajen. Dada la consolidación en Permian, las posiciones están concentradas en pocas manos. Estas empresas grandes están focalizadas en la disciplina financiera y entienden que, si crecen mucho la producción, afectarán el precio", indica.
De ahí que el impacto para Vaca Muerta sería positivo al mantener la rentabilidad de las compañías y extender el horizonte de la demanda por la ralentización de la transición energética. "Vaca Muerta se presenta como una de las pocas oportunidades de crecimiento significativo para el oil & gas global", agrega el experto.
Para Matías Cattaruzzi, Senior Equity Research Analyst de Adcap, las empresas energéticas estadounidenses serán las grandes beneficiadas por un mejor marco regulatorio, aunque respecto a la cotización del barril también hay presiones alcistas como eventuales sanciones a Irán y Venezuela.
"En este contexto, empresas con ingresos más estables y regulados, como Pampa Energía o YPF, y un moderado crecimiento de la demanda en China hacia 2025, pueden ofrecer cierta estabilidad para el sector. Vista, por otro lado, va a continuar con mayor volatilidad al estar más correlacionada por el mercado exportador, pero en la visión de largo plazo fundamental es la que más nos está gustando por la historia de crecimiento", subrayó.
En materia de energías renovables, existe una preocupación mayor por la posibilidad de quitar los beneficios de la Inflation Reduction Act y modificar la agenda de cambio climático. "En términos de clima de época es una catástrofe la victoria de Trump porque radicaliza las discusiones y acentúa el negacionismo climático. En términos de impacto en las renovables, no creo que vaya a afectar significativamente. Y, en Argentina, va a tener más impacto el soporte o no que le pueda dar a través de financiamiento indirecto con el FMI que con políticas sectoriales. Nosotros estamos avanzando en la ley de transmisión y lo presentamos como un negocio de oportunidad. Puede evitar barraras paraarancelarias y generar más empleo", analiza el consultor Marcelo Álvarez.