Técnicamente, Argentina y China tienen una asociación estratégica integral, que excede el intercambio comercial. De hecho, hay proyectos de inversión chinos en curso en el país, como la construcción de las represas hidroeléctricas Jorge Cepernic- Presidente Kirchner en Santa Cruz, tal vez el más emblemático pero no el único. Y otros en carpeta, como la construcción de un puerto en Tierra del Fuego, la participación en el Belgrano Cargas, otras obras de infraestructura e inversiones en litio y minería metalífera.
Pero lo cierto, es que la actual agenda bilateral está dominada por dos temas con visibles vasos comunicantes entre sí. Por un lado, ya desde la campaña electoral el presidente Javier Milei declaró su intención de no hacer negocios con comunistas, en relación al gobierno de la República Popular China, pero siempre aclaró que los privados sí puede hacerlos sin problemas.
Por el otro, la necesidad cada vez más urgente de negociar los términos de pago de un vencimiento del swap de monedas (yuanes por pesos), que este mes y el próximo han encendido una luz de alarma. En concreto, o se negocia un plan de pagos, o hay que poner 4900 millones de dólares, de las reservas internacionales de acá a fin de julio. Y las reservas netas del Banco Central están al límite.
Con este panorama, hoy las mayores dudas están en cuál sería el impacto en la actividad económica y las empresas, en caso de tener que apelar a las reservas internacionales para pagar el swap, y si eso puede afectar el intercambio comercial con el segundo socio comercial del país y un mercado clave para el grano soja, derivados de la oleaginosa, la carne vacuna y otros productos, grandes generadores de dólares para el país. O la provisión de insumos.
Incluso el mes pasado el gobierno chino aprobó el ingreso de trigo modificado genéticamente, luego de años de negociaciones. Pragmatismo extremo por parte de Beijing.
Efecto limitado
Las declaraciones de Javier Milei sobre el régimen de Beijing representan un enorme cortocircuito con China, aunque todavía no se ve un impacto en números a nivel de comercio, aseguró Diego Guelar, exembajador de la Argentina en Beijing.
En este contexto y mirando en perspectiva, Guelar aclaró que en seis meses esto no aparece, pero ineludiblemente va a aparecer, si no se logran limar las asperezas. Y el punto clave es que no sólo puede haber coletazos a nivel de comercio entre los países, sino que sobre todo puede afectar el flujo de inversiones.
Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales y titular del capítulo latinoamericano de la Cámara de Comercio Internacional (ICC, por su sigla en inglés), sostuvo que, si bien hasta ahora no aparecen trabas burocráticas, aduaneras ni normas técnicas en el comercio entre los dos países, e incluso no sólo no hubo retroceso sino que el gobierno de Milei sacó regulaciones como las SIRAs, y se empezó a ordenar el pago de importaciones y el acceso a dólares, los chinos toman nota.
Y en ese contexto, el vencimiento de un tramo del swap es un tema crítico y hoy el principal termómetro de la relación bilateral, remarcó Elizondo. En rigor, más que la negociación del swap se trata de un crédito, derivado del swap original de USD 18.000 millones, que el gobierno anterior activó a mediados de año por unos 4900 millones de dólares y que ahora tiene su vencimiento, con la lógica de hierro aplicada en estos.
O se paga o se renegocia. Son USD 2900 millones a fines de junio y algo más de US$ 1900 millones a fin de julio. Así, para Elizondo los próximos 20 días son clave para ver qué pasa con el swap.
Pero en ese marco, el experto subrayó que el gobierno de Milei tiene una carta para hacer valer, si quisiera en la negociación. China es el principal proveedor de Argentina, así que cuando la Secretaría de Comercio o la Aduana sacan una regulación el principal beneficiario es China, dijo y recordó que, al hablar con exportadores de carne, de vinos o sojeros, no hay quejas sobre el intercambio.
Agenda compleja
Aunque China afirma que el swap y las represas de Santa Cruz van por carriles separados, desde Pekín esperan que Argentina reactive las obras de las represas Néstor Kirchner y Cepernic como señal política hacia el gobierno chino, indicó Marisa Bircher, exsecretaria de Comercio Exterior y titular de la consultora Biglobal.
Consultada sobre el efecto que podría tener la negociación del swap en el sector privado, Bircher indicó que podría impactar negativamente en los negocios, ya que reduce los dólares disponibles en la economía argentina. Y explicó que con menos dólares en el BCRA es más difícil para el sector privado acceder a las divisas que necesitan para importar insumos, pagar deudas, etc.
La regla central geopolítica del siglo XXI es la desideologización, recordó Diego Guelar. Al respecto, precisó que, dado el posicionamiento estratégico de China en América Latina, es de esperar que el vinculo con Argentina debería seguir sin mayores inconvenientes, pero lo cierto es que hoy hay ruido en la relación bilateral.
Por su parte, Elisabet Bacigalupo, responsable de Análisis Macroeconómico de Abeceb, consideró que si Argentina tuviera que pagar el swap con reservas, probablemente, tendríamos algún ruidito (sic) en el mercado cambiario, en un mes en el que el agro no está exportando y liquidando tanto, pero tampoco es el fin del mundo.
No obstante, destacó que el tema del swap es relevante, en un contexto en el que el BCRA aún no tiene consolidado el 100% del proceso de estabilización macroeconómica y la escasez de reservas sigue mandando.
Pero la experta le puso una ficha a los intereses de China en destrabar el acuerdo, porque tiene intereses muy fuertes en inversiones en infraestructura, en minería, y en la reactivación de estas centrales hidroeléctricas. Son temas que vienen con tensiones y estuvieron paradas en el arranque de la gestión Milei, pero ahora parece que se están reconduciendo las negociaciones y que habría un acuerdo.