En una recesión, la gente tiende a minimizar los gastos y acumular dinero. Es difícil gastar dinero a medida que el miedo se propaga a través de las noticias y los círculos sociales. Una de las teorías más extendidas sobre la recesión y la inflación es que, si los canales de noticias y los medios de comunicación promueven la idea de que se trata de una recesión, provoca que suceda a un nivel mayor.
La pregunta inminente de ¿cuánto peor puede ser? pasa por la cabeza de todos. Cuando el cerebro se encuentra en un ambiente de miedo y lo desconocido, su tendencia natural es congelarse y tratar de acumular la mayor cantidad de datos posible. Terminamos con parálisis por análisis. No queremos tomar ninguna decisión por miedo a equivocarnos.
Eso es lo último que deberíamos hacer como dueños de negocios y empresarios. Prosperamos gracias al ímpetu, y necesitamos mantener ese ímpetu para mantener nuestra cordura. Somos cazadores evolutivos cuyos sistemas naturales de dopamina nos ayudan a perseguir más. Entonces, cuando nos congelamos, estamos en riesgo.
Es posible que estés atascado pensando en perder ingresos. Es posible que tengas miedo de la posibilidad de perder clientes. Es posible que tengas miedo de seguir gastando dinero en marketing y publicidad porque has perdido algunas de las cuentas que te generan ingresos. Cualquiera que sea el problema en el que se esté concentrando tu cerebro, hay soluciones, y debemos confiar en nuestra capacidad para actuar y no sucumbir al miedo que nuestro cerebro nos está imponiendo.
Para evitar estas trampas, debemos buscar formas de mantener o aumentar el impulso, especialmente en tiempos como el clima económico actual. Debemos afilar nuestras herramientas y estar preparados para cualquier cosa. Y es por eso que una recesión es un buen momento para invertir en vos mismo.
Invertir en vos mismo puede verse diferente para todos. Para algunos, podría significar leer libros. Para otros, podría significar invertir tiempo y energía en tu salud física para obtener los beneficios de la confianza y una mayor agudeza mental. Para algunos, invertir en uno mismo puede parecer como comprar un mejor colchón, por lo que su sueño es más reparador y está más alerta durante todo el día. Para otros, también puede parecer invertir en una clase de negocios o cursos para desarrollar sus habilidades.
Una recesión es el mejor momento absoluto para hacer esto. Mientras todos los demás están paralizados por el miedo y no están dispuestos a tomar decisiones debido a la percepción de un entorno inseguro, nosotros, como empresarios, debemos tomar estas decisiones y profundizar en el trabajo personal de mejorarnos a nosotros mismos. Sin embargo, para cosechar las recompensas, hay algunos parachoques que asegurarán tu éxito.
Independientemente de cómo elijas invertir en vos mismo, debés hacerlo de manera constante y asegurarte de que se convierta en un hábito. Si se trata de lectura o salud física, no solo leas un libro. Comprometete a leer 12 libros el próximo año y encontrá un socio responsable con quien puedas hablar sobre estos libros. Si estás haciendo ejercicio, comprometete con una rutina de ejercicios con un compañero o grupo de amigos y aplicá una sanción monetaria por romper ese compromiso. El último que se apega a la rutina se lleva el dinero.
Si estás invirtiendo en dormir, asegurate de no usar ese colchón nuevo como excusa para dormir menos. Comprometete a pasar menos tiempo frente a la pantalla antes de acostarte y mejorar tus hábitos de sueño para el próximo año. Si se trata de desarrollar habilidades o establecer contactos, comprometete a presentarte e implementar todo lo que aprendas en ese curso o clase magistral para el próximo año.
Sea lo que sea en lo que te comprometas a invertir por vos mismo, asegurate de estar completamente comprometido. Así como la pandemia ofreció una oportunidad de mejora, también lo hace la recesión. Tenés la oportunidad de mejorarte a vos mismo y, al hacerlo, mejorar tu negocio.
*Nota publicada en Forbes US