Los cambios en las reglas de juego a los que se enfrentaron las empresas en la última década son una complicación a la hora de tomar decisiones y llevar adelante su negocio. El equipo económico de quien ocupe la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre tendrá el desafío de ordenar la macroeconomía en medio del deterioro acumulado que dejaron las sucesivas crisis que vivió la Argentina.
En ese sentido, el director de la consultora Analytica, Claudio Caprarulo, destaca en diálogo con Forbes que "a los gobiernos les cuesta cada vez más establecer por más tiempo el régimen macroeconómico que ellos quieren". Y agrega: "Las compañías pierden mucho tiempo en acomodarse a los cambios de regulaciones cuando deberían estar preocupadas en pensar cómo ser más competitivas, es decir, generar mayor riqueza".
El economista se recibió con honores de la Universidad de Buenos Aires y realizó la Maestría en Desarrollo Económico de la Universidad de General San Martín con eje en macroeconomía y financiamiento. Además, realizó estudios de grado y posgrado en Washington and Lee University (EE.UU.), Fundación Getulio Vargas (Brasil) y en la Infrastructure and Projects Authority (Reino Unido). Profesionalmente, se desempeñó como analista económico y financiero en la banca privada, el sector público y consultoría. Desde 2020, Caprarulo se desempeña como director de Analytica, presidida por Ricardo Delgado.
- ¿Cómo impactaron en los últimos años los cambios constantes en el rumbo económico y las sucesivas crisis?
- A los Gobiernos les cuesta cada vez más establecer por más tiempo el régimen macroeconómico que ellos quieren. En definitiva, hablamos del marco en el que las empresas hacen negocios: tipo de cambio, política fiscal, monetaria, cambiaria, comercial, etcétera. Entonces, las firmas se enfrentan a problemas para tomar decisiones porque las reglas del juego cambian cada vez con mayor velocidad frente a las urgencias de la coyuntura. Pierden mucho tiempo en acomodarse a los cambios de regulaciones cuando deberían pensar cómo ser más competitivos, es decir, generar más riqueza.
- ¿Cuál fue la evolución de ese proceso durante la última década?
- El periodo más largo en el que se sostuvo un régimen fue el de la presidencia de Cristina Kirchner, que duró desde la salida de la crisis de 2009 hasta noviembre de 2013 antes de la devaluación y la recesión de 2014. Fueron unos cuatro años. Luego intentaron cambiar lo menos posible para llegar a las elecciones del 2015. El siguiente fue el de Mauricio Macri desde 2016 hasta abril de 2018, casi dos años y medio. Un ciclo más corto de política económica que se termina con una nueva crisis cambiaria. A partir de ahí entre otras cosas volvieron las retenciones y, con mayor resistencia hacia el final del mandato, el cepo cambiario. Más cerca en el tiempo, la pandemia de 2020 estuvo marcada por la necesidad de responder urgencias, mientras que a partir de 2021 Alberto Fernández implantó un esquema de crédito subsidiado, tasas de interés reales negativas, gasto expansivo e incentivos que duraron hasta la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía en julio de 2022 tras la corrida sobre la deuda local. Pasado el breve paso de Silvina Batakis, Sergio Massa hizo a partir de agosto un cambio fuerte en la dirección de la macroeconomía en donde profundizó el ajuste fiscal, aumentó las tarifas de energía y busco tener tasas de interés positivas una vez descontada la inflación, toda una novedad para el Kirchnerismo. Pero termina con un Frankenstein de régimen macroeconómico debido, entre otras cosas, a que no se animaron a meter un salto en el tipo de cambio oficial desde el inicio. Al final, la inevitable devaluación que decretó una mayor falta de dólares por la sequía terminó siendo gatillada por el resultado electoral de las PASO.
- ¿Hay riesgos de que los regímenes sean aún más volátiles en los próximos años?
- Sí, es mi hipótesis, los ciclos de política económica se acortaron en los últimos años, y esa tendencia se va a profundizar. Lograr una régimen macroeconómico que se sostenga en el tiempo requiere de mucho trabajo de los equipos técnicos pero también de los políticos, y algo de suerte. El primer paso va a ser lanzar un plan de estabilización y después lograr que sea exitoso. Quizás no se logre con el primero, o nos deje en un nuevo equilibrio inestable. Es un contexto muy distinto a los 80s y 90s y cuando se lanzaron los últimos planes de estabilización. Hoy tenemos un pasivo social mucho más grande, una pobreza muy elevada por ejemplo, y un avance de la tecnología que requiere usar otras herramientas y estrategias. Hoy la economía, las transacciones, la información, van a una velocidad mucho más alta. Para ejemplificar, apenas se conoció que Milei quedó primero en las PASO el dólar crypto ya había empezado a subir. No hizo falta esperar 12 horas para la apertura del mercado.
- ¿Cómo influye en el "plan llegar" de Sergio Massa la victoria de Javier Milei en las PASO y la última devaluación?
- El efecto de la victoria de Javier Milei es muy importante. Al Gobierno lo sorprendió y la reacción fue convalidar una devaluación desordenada del 22%. Ambas cosas generan incertidumbre para el cambio hacia octubre. Los desembolsos del FMI ya están comprometidos para cancelar los préstamos puente y los vencimientos con el organismo en el corto plazo. Se dice que arreglaron bandas de intervención sobre el financiero, pero el escenario está abierto.
- Entonces, el crecimiento de La Libertad Avanza y la posibilidad de dolarización pueden sumar presión al dólar…
Claramente a medida que crezca Milei las tensiones cambiarias se van a volver más profundas. La propuesta de dolarización es un eslogan de campaña que llegó demasiado lejos. En el equipo de La Libertad Avanza salieron a explicar que si hacen las reformas que quieren no será necesario dolarizar y que la idea no es hacerlo desde el primer día. Emilio Ocampo señala que la Argentina tiene que emitir deuda por US$ 30.000 millones, algo que no parece posible para el país que tenemos hoy en día. Creo que no es una opción aconsejable porque te quita flexibilidad en un mundo en el que es cada vez más complejo hacer política económica. La salida de la Convertibilidad fue muy traumática y terminó en la crisis de 2001, por caso. Las últimas cajas de conversión no fueron buenas experiencias, sino todo lo contrario.
- ¿Cuál es la proyección de inflación para el acumulado de 2023? ¿Hay riesgo de una híper?
Los últimos gobiernos subestimaron el problema de la inflación. Esperamos que el promedio mensual hasta fin de año sea de dos dígitos, y eso hace que el mercado sea cada vez menos transparente. Ese es un problema para la toma de decisiones. Proyectamos para 2023 una caída del PBI cercana al 2,5%, con una variación del índice de precios al consumidor en torno al 180% anual para diciembre. La hiperinflación es la destrucción total de la moneda, creo que las condiciones no están dadas. Lo que no quita que la situación pueda ser más dramática sin una espiralización nominal de ese tipo.
- ¿Qué nivel de déficit fiscal primario proyectan para este año y qué desafío implicará para el próximo Gobierno?
- El déficit primario debería terminar en torno al 2,5% del PBI, que no es un valor alto en términos históricos. El problema es si se puede cubrir. La ventaja del próximo Gobierno puede ser un cambio de expectativas que permita un buen nivel de financiamiento y la recuperación de los ingresos por retenciones si el clima acompaña. Llegar al déficit cero en 2024 luce muy ambicioso, pero puede haber una reducción sin generar grandes distorsiones sociales en un contexto de caída de los ingresos ininterrumpida desde 2018. Como nadie habla de subir impuestos, tendrá que haber un ajuste mayor del gasto público. Cómo se lleve adelante ese proceso es la cuestión en la que seguro piensan los equipos de los candidatos.
- ¿Qué debería suceder para que la Argentina ingrese a un sendero de desarrollo sostenible en el tiempo?
- El principal problema a resolver es la inflación, ninguna economía puede funcionar bien con estos niveles. Lo primero que debería suceder es un acomodamiento de los precios relativos que den lugar a un plan de estabilización. Pero una de las condiciones fundamentales es que haya respaldo político, ya que la salida de la crisis va a requerir repartir los costos. Después, la potencialidad de Vaca Muerta y la minería son factores que en un contexto adecuado pueden ser turbinas de un desarrollo más federal.