Faltan apenas 10 días para que las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) definan la oferta electoral para las elecciones generales del 22 de octubre, pero en la campaña las referencias económicas son más bien generales y en el plano de las intenciones más que específicas o sobre medidas puntuales.
Uno de los temas que se coló en la campaña fue la necesidad de salir del cepo cambiario, como señal hacia los mercados y una forma de dar previsibilidad. Pero no hay consenso en cómo ni a qué velocidad hacerlo.
Desde algunos espacios opositores se planteó salir en forma inmediata, pero claro, no hay suficientes dólares en el Banco Central para satisfacer la demanda y entonces el hecho de permitir el acceso al Mercado Libre y Único de Cambios (MULC) puede ser un boomerang que termine empeorando más las cosas que el propio cepo.
Así, las cosas hoy se está imponiendo entre la oposición la idea de “abrirlo lo antes que se pueda”, pero ya no más “desde el día 1” como se planteaba como consigna hasta hace un mes atrás.
Camilo Tiscornia, director de CyT Asesores Económicos, es partidario de “liberar” el cepo para volver al mercado único “porque si no es una fuente de ineficiencia absoluta”.
“El problema con la liberación de una es que hoy en día hay una cantidad de fondos cautivos en el país y que si hubiera un mercado más libre, tal vez intentarían salir y en esa salida podrían generar una disparada del tipo de cambio innecesariamente alta”, sostiene.
El cepo explica que la demanda de dólares alimente un mercado blue y una brecha cambiaria entre el dólar oficial -mayorista- y el informal que rara vez en estos cuatro años bajó del 80% y ha llegado en ocasiones hasta el 140%.
En rigor, liberación del cepo y unificación cambiaria van de la mano. Hoy en la Argentina rigen más de 15 tipos de cambio diferentes, dependiendo de los impuestos que se les aplica para encarecerlos artificialmente. Pero unificar el mercado supone acciones previas, entre ellas eliminar el atraso cambiario, que en buen criollo sería una devaluación de la moneda, explica Tiscornia.
“En una situación más o menos normalizada de la economía, a precios de hoy, no creo que haga falta un tipo de cambio tan alto como el blue para lograr sesgo exportador, pero claramente no puede ser el nivel del tipo de cambio oficial”, detalla el economista. En cualquier caso, el tipo de cambio unificado se ubicará en algún lugar entre el oficial y el paralelo.
Pero la pregunta es cuánto de esa suba del dólar irá a los precios y alimentará el fuego de la inflación, en una economía que, además, tiene pendiente un sinceramiento de las tarifas de servicios públicos, que comenzó vía eliminación de subsidios pero tiene un recorrido por delante.
“La unificación cambiaria hay que hacerla dentro de un programa, que tenga como meta central bajar la inflación. Discutir, unificar el tipo de cambio sin discutir cómo vas a bajar la inflación, cuáles son los instrumentos, el timming y demás es ocioso, es una discusión que no lleva a ningún lado”, destaca Ricardo Delgado titular de la consultora Analytica.
“Para poder unificar el tipo de cambio tenés que tener dólares y promesa de dólares futuros. Y eso depende, obviamente, del set de políticas que pongas sobre la mesa”, señala Delgado. En contraste, si no se consiguen esos dólares, “la situación se va a hacer mucho más larga, más compleja y la credibilidad del programa va a estar muy cuestionada", consideró.
La tercera pata de este trípode tiene que ver con los impuestos que se aplican a las ventas externas de bienes, concentrados en los últimos años en los derechos de exportación o retenciones.
Desde el palco del predio de la Rural en Palermo, Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina aseguró días pasados: "Sólo en concepto de derechos de exportación, el campo viene aportando al país 170.000 millones de dólares en los últimos 21 años", tras lo cual advirtió que desde que rigen las retenciones más de 100.000 productores tuvieron que dejar la actividad.
Además, consideró al Estado como una suerte de acreedor privilegiado, que siguió cobrando las retenciones incluso el último año, de tremenda sequía y en el que muchos productores debieron enfrentar millonarias pérdidas. Desde el propio Gobierno se estima que la sequía le costó al país pérdidas de exportaciones por más de US$20.000 millones.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estima que este año por la sequía la recaudación de retenciones de las principales cadenas de granos llegará a US$ 3.300 millones, una tercera parte de lo que ingresó al fisco en 2022, cuando trepó a US$ 9.773 millones.
Hoy en el país rigen derechos de exportación del 33% para soja y derivados, del 12% para trigo y maíz, 9% para la carne vacuna y 7% para el girasol. Pero no es sólo el agro, también los autos y autopartes pagan 4,5% al exportar, y otras industrias, así como las economías regionales, que pagan de 3 a 6%, con picos del 12% en el sector tabacalero y 31% en el limón.
Mientras tanto, desde el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) consideran que los derechos de exportación son “impuestos ultra distorsivos” y aseguran que trabajan para su eliminación total en el sector agroexportador, buscando incrementar la producción y las exportaciones. En este escenario, el sector generaría una recaudación adicional de 32.517 millones de dólares, afirman.