Podríamos decir que el Bitcoin es el hermano mayor del Ether. Mientras que la primera fue creada por Satoshi Nakamoto en 2008 e implicó la creación del mercado cripto, Ethereum vino en 2015 a revolucionar al ser la primera blockchain programable. Entonces, cuando hablamos de Ethereum nos referimos a un protocolo, una plataforma, un lenguaje de programación cuya criptomoneda principal es el Ether.
Y es aquí donde radica una de sus principales diferencias: mientras que Bitcoin tiene un lenguaje de programación muy limitado que solo le permite operar su propia criptomoneda, Ethereum busca convertirse en un soporte más amplio donde puedan desarrollarse diferentes aplicaciones descentralizadas y transacciones que exceden al mundo de las cripto. Entonces, si Bitcoin permite transaccionar unidades monetarias entre dos personas sin la regulación de una entidad central, Ethereum posibilita intercambiar cualquier cosa que sea programable sin la necesidad de que exista una autoridad que lo regule.
¿Con qué herramienta trabaja Ethereum? Sus transacciones son posibles gracias a los smart contracts, las unidades programables de la red. Ethereum permite crear smart contracts muy ricos y variados y alojar en su red tokens (NFT) y aplicaciones descentralizadas de finanzas y exchange. Uno de los mercados que nacieron de la mano de esto es el criptoarte.
Todo comenzó cuando, en marzo, una obra NFT fue vendida por casi US$ 70 millones. En este nuevo mercado, se comercializan obras digitales únicas, imposibles de falsificar. Artistas, empresas y hasta clubes de fútbol supieron ver el negocio. En este tipo de operaciones, el comprador se asegura la titularidad sobre un archivo que le es enviado a sus dispositivos.
Pero ¿por qué es importante el criptoarte? Este mercado trabaja a través de NFT, un vale criptográfico que queda registrado en la blockchain y documenta de manera inviolable que una persona es propietaria de determinada obra. La plataforma más utilizada para esta función es Ethereum, que usa su propia criptomoneda, los Ether (ETH). De esta forma, Ethereum goza de un mayor campo de influencia y una versatilidad que la vuelve única de cara al futuro.
Argentina también ha sido terreno fértil para el criptoarte. En el último tiempo, hubo un caso paradigmático que involucró a un diputado nacional electo. El economista Javier Milei vendió Revolución Libertaria, un NFT que muestra una animación de un billete de $ 1.000 con el edificio del BCRA, que luego explota para dar paso a su cara al grito de Viva la libertad, carajo.
La subasta había iniciado el 7 de septiembre, cinco días antes de las PASO, con un precio de 0,5 ETH (unos US$ 2.000) y cerró en 3,8 ETH. Al final de esta experiencia, el flamante político recaudó casi US$ 12.000 que utilizó para el financiamiento de su campaña.
Estas dos criptomonedas están obteniendo ganancias superiores a las de Ethereum y Bitcoin
Hay otra cuestión que diferencia a las criptomonedas: su nivel de oferta. Desde su concepción, el Bitcoin tiene un límite de 21 millones que se irían minando. Como la oferta es finita, tarde o temprano llegará el día en que el último Bitcoin aparezca en el mercado y su escasez sea un hecho; se estima que la última unidad aparecerá en 2140. Por el contrario, Ether no tiene predeterminada una cantidad máxima total de unidades, cada año pueden emitirse hasta 18 millones.
Desde un principio, el Bitcoin fue ideado como una moneda deflacionaria que buscaba diferenciarse de las emitidas tradicionalmente al aumentar su valor con el paso del tiempo. Su carácter deflacionario estaría dado por la disminución progresiva de la tasa de crecimiento de la base monetaria y el aumento de su popularidad y uso, lo cual generaría un desequilibrio monetario entre la oferta y la demanda y su consecuente aumento de precio. Sin embargo, la historia nos demuestra que, si bien su valor ha crecido exponencialmente, este crecimiento no estuvo exento de turbulencias.
La gran volatilidad que gira en torno a su cotización hace que su carácter deflacionario se cumpla solo parcialmente. Visto a la distancia, su valor aumentó. Pero ¿a qué costo? La especulación pesa más que cualquier aspecto técnico pensado de antemano. Por otra parte, si realmente actuara como una moneda deflacionaria, ¿es eso algo bueno para la economía? La deflación es un problema igual de grave que la inflación.
El Ether no fue ideada como una moneda deflacionaria. Al menos por ahora, su emisión no tiene techo máximo. La cantidad en circulación aumenta a la par que su valor. Una de las causas que generan su suba actual es la gran demanda de NFT, lo que confirma que tiene un abanico de posibilidades mucho más amplio. Mientras que la blockchain de Ethereum siga en pie, el Ether tendrá larga vida pues es la gasolina que permite que muchas utilidades de esa plataforma funcionen.
El mundo avanza y la tecnología no tiene límites. Las criptomonedas vinieron a revolucionar el mercado y mostrar una forma diferente de crear valor. Su popularidad es innegable pero el desconocimiento puede generar estragos. Ethereum puede descansar tranquilo: su versatilidad a priori parece transformarlo en el más apto para la evolución natural.
*Publicada en Revista Forbes por el Dr. Sergio Sabha, socio de Estudio Sabha y Asociados