Al analizar el desempeño de los últimos gobiernos en materia energética, las empresas del sector suelen celebrar que Vaca Muerta logra acercar posiciones dentro del arco político argentino, pero cuestionan que su velocidad de crecimiento es mucho menor a la necesaria.
Esta misma premisa puede aplicarse al hacer un balance de la gestión que termina, que se va con algunos buenos indicadores en materia de producción de shale oil, pero sin dudas con gusto a poco por no lograr un despegue real de la formación neuquina y con cifras muy preocupantes en el segmento eléctrico.
La ventana del petróleo no convencional fue la parte más exitosa de esta administración que, en estos cuatro años, registró un avance del 240% en el shale que permitió producir un 22% más de crudo que en el 2019, según datos de la consultora Economía & Energía.
Ya el gas natural tuvo una dinámica muy distinta con una caída del 2% que se explica por el declino de las cuencas maduras y el limitante de capacidad de transporte de la cuenca neuquina por no haber construido la obra del gasoducto desde un principio.
En consecuencia, la importación de gas de Bolivia y GNL se mantuvo prácticamente estable al comparar el promedio de estos cuatro años con el último año de Macri y, como los precios internacionales subieron, el total de las compras externas de este insumo aumentó un 70%.
Como agravante, hay que considerar que la menor disponibilidad de gas boliviano por el declino de su producción forzó a reemplazar este hidrocarburo por combustibles líquidos como el gasoil y el fuel oil para poder abastecer a las centrales termoeléctricas.
Así, el volumen importado de naftas y gasoil entre enero y octubre de 2023 se incrementó en un 35% respecto del mismo período de 2019 y la compra de combustibles líquidos creció un 125% en el mismo lapso.
El efecto de esta mayor dependencia hacia las importaciones energéticas tuvo un correlato directo en el déficit comercial sectorial que se agravó un 167%. El impacto en las cuentas externas no fue mayor solamente por la dinámica de las exportaciones hidrocarburíferas que aumentaron un 166% respecto a 2019 y alcanzaron los 3.788 millones de dólares.
El mercado eléctrico también se vio golpeado por la menor disponibilidad de gas natural local y el aumento de las importaciones para abastecer el parque térmico. Eso incrementó el precio monómico del sistema un 15% en dólares y, junto con el retraso en las tarifas, provocó un aumento de los subsidios del 140% (también en moneda estadounidense). Para tener una referencia, la tarifa promedio residencial de luz en el AMBA medida en pesos constantes cayó un 18% en el nivel 1 de altos ingresos, un 56% en el segmento de ingresos medios y un 68% en ingresos bajos. En tanto, las tarifas de gas natural se redujeron un 45%, 61% y 81%, respectivamente.
El abaratamiento de precios energéticos como estrategia de ancla inflacionaria también se observó en el mercado de combustibles. En este caso, el valor promedio del litro de combustible en pesos constantes cayó un 22,6% en estos cuatro años. “Los precios de la nafta en Argentina se ubican un 21% por debajo de la media regional y un 19% por debajo de la mediana, mientras que en el caso del gasoil está un 1% por encima del promedio y un 6% por debajo de la mediana”, destaca el informe de Economía & Energía.