Cuando sólo faltan caer unas pocas hojas del almanaque 2024, en el sector agroindustrial argentino se respira una rara mezcla de alivio y expectativa por un año que "no fue tan malo como se esperaba", según revelan off the record importantes referentes, y resignación ante la nueva campaña agrícola, que mostrará, una vez más, que la producción de cereales y oleaginosas está estancada desde hace casi una década.
Una reciente estimación del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que agrupa a más de 60 cámaras de distintos sectores de la actividad, señala que para el ciclo 2024/25 "se esperan niveles de producción y exportación de 131,7 Mtn (millones de toneladas) y 93,5 Mtn", lo que representa un 4% y 7% más que la campaña anterior.
De alcanzarse ese nivel de producción, se lograría el mayor volumen en seis campañas, desde la 2019/20 cuando se contabilizaron 131,3 millones de toneladas.
El dato, sin embargo, no conforma a la agroindustria, teniendo en cuenta que en el ciclo 2018/19 se logró cruzar la barrera de las 140 Mtn. Pero a partir de allí la producción se estancó, cayendo entre 6 y 10%, dependiendo de los años. Esto sin contar la campaña 2022/23, cuando la cosecha fue de apenas 83,6 Mtn, un desplome del 40% por la sequía.
Fuentes del sector consideran que con las condiciones e incentivos adecuados la producción de granos podría alcanzar los 180 millones de toneladas. Es una meta que se repite cada año, pero que aún permanece como aspiración y nada más que eso.
Precios en picada
La principal preocupación que invade hoy tanto a productores como a exportadores es la fuerte caída de los precios internacionales de los commodities agrícolas. Y claro, también la elevada carga impositiva que grava al sector.
"En cuanto a los precios, durante 2024 se registró un retroceso generalizado frente al año previo, con caídas de hasta el 31% en algunos productos, aunque los aceites experimentaron aumentos", remarca el documento del CAA.
De cara al nuevo año, desde el Consejo Agroindustrial Argentino destacan que "se anticipa un escenario de precios aún más bajos, si se toman como referencia los precios futuros".
En cuanto al estancamiento de la producción, los datos son elocuentes. Argentina hace rato que dejó de ser el "granero del mundo", si bien mantiene una posición relativa importante en varios mercados de granos. En paralelo, en los últimos diez años Brasil expandió sostenidamente el área sembrada con cereales y oleaginosas y hoy sin dudas, es un jugador World Class en soja y maíz.
En la campaña 2014/15 la producción de granos de Brasil fue de 190,13 Mtn mientras para el ciclo 2024/25 se proyectan 300,03 Mtn. Esto es un incremento de 57,8%, tomando datos de avena, centeno, cebada, girasol, maíz, soja, sorgo y trigo.
En el mismo período, la producción de granos de Argentina fue de 107 Mtn en 2014/15 y llegaría a 131,7 Mtn en la campaña 2024/25, una mejora de 23,1% en 10 años. Siempre que el clima acompañe, por supuesto.
Presión impositiva
En una suerte de balance anual, la semana pasada el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, se refirió al estancamiento en los volúmenes de cosecha desde hace muchos años, un fenómeno que atribuyó a "problemas impositivos que todavía persisten a nivel nacional y provincial".
Claramente, hablaba de las retenciones, que llegan al 33% de lo exportado en caso extremo del poroto de soja, y al impacto de Ingresos Brutos en las provincias, un tributo que grava cada etapa del proceso de producción por lo que tiene un "efecto cascada" en el producto final.
Fue en diálogo con la prensa, durante el brindis de fin de año de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Martins mencionó, además, que ahora hay "intentos de algunos municipios de recaudar excesivamente del sector agropecuario". La mayor preocupación son las tasas viales, que gravan el paso de cada camión por los diversos municipios.
Al respecto, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), señala que la participación del Estado en la renta agrícola se ubica en diciembre en 64,3%. Es decir, que de 100 pesos que genera el sector, 64,3 pesos se los lleva el Estado en sus tres niveles.
"El índice subió 2,8 puntos desde la medición de septiembre, principalmente por la caída de precios y el menor efecto del dólar exportador", explica el informe de FADA. Comparado con diciembre de 2023 la presión impositiva subió 5,4 puntos, con 94,7% de participación de impuestos nacionales y 4,7% entre provincias y municipios.
Aquí sobresale el impacto que tienen los derechos de exportación sobre los diversos complejos agroindustriales. Un dato adicional es que el 67,5% de los impuestos nacionales no se coparticipan, por lo que el dinero no vuelve a las provincias, y los productores simplemente aportan, pero no recuperan nada de ese dinero. Las retenciones o derechos de exportación explican gran parte de este fenómeno.
"A modo de ejercicio, si desaparecieran los derechos de exportación la participación del Estado sería del 36%. Un escenario que no sólo sería positivo para el productor, sino que permitiría que se generen nuevos puestos de trabajo y mayores inversiones", asegura Nicolle Pisani Claro, economista Jefe de FADA.
Y agrega: "Esto a su vez implicaría un mayor movimiento en diferentes regiones del país y un crecimiento en diversas áreas de la sociedad, sería positivo para todos los argentinos", remata.