En el mundo de las inversiones, existen numerosos enfoques y métodos para construir un portafolio que se ajuste al perfil de cada individuo. Sin embargo, no todos los inversores cuentan con los conocimientos necesarios para llevar a cabo este proceso de manera óptima. Ante esta situación, surge una técnica sencilla pero efectiva conocida como la regla del 120.
La regla del 120 consiste, básicamente, en restar nuestra edad al número 120. El resultado obtenido nos indicará qué porcentaje de nuestra cartera de inversión debería estar compuesto por acciones y bonos.
Por ejemplo, si tenemos 30 años, el cálculo sería el siguiente: 120 - 30 = 90. Esto significa que el 90% de nuestra cartera debería estar conformado por acciones, mientras que el 10% restante tendría que estar compuesto por bonos.
Este porcentaje tiende a ser más alto en personas más jóvenes, debido a que las acciones suelen ser más eficientes en el largo plazo. Por otro lado, si consideramos a un inversor de 70 años, el cálculo sería: 120 - 70 = 50. En este caso, la cartera debería estar dividida en un 50% de acciones y un 50% de bonos.
Es importante destacar que la regla del 120 es una guía general y no debe ser seguida al pie de la letra en todas las situaciones. La construcción de una cartera de inversión debe considerar diversos factores, como la edad, la situación financiera, el horizonte de inversión y las condiciones del mercado.
Además, es fundamental tener en cuenta que existen momentos en los que ciertos activos pueden ofrecer mejores oportunidades de rentabilidad. Por ejemplo, en períodos de crecimiento económico, las acciones pueden ser más atractivas, mientras que, en momentos de incertidumbre, los bonos pueden resultar más seguros.