Desde hace unas semanas, el sector fintech es blanco de ataques desde el Banco Central de la República Argentina (BCRA) que, a través de distintos anuncios, puso distancia a las instancias de diálogo que se venían realizando desde la mesa de innovación financiera, un proyecto que tenía el espíritu de trabajar en conjunto para ayudar a construir un ecosistema financiero que llegara a más personas.
Para hacer un resumen, el 10 de junio se dio a conocer un relevamiento que hizo la entidad entre 46 empresas que brindan créditos a través de aplicaciones móviles o plataformas de internet en donde las expuso afirmando que el Costo Financiero Total (CFT) supera el 150% nominal anual. El 19 de febrero, a través de la Comunicación A6909, resolvió prohibir el uso del débito directo interbancario y el débito inmediato (DEBIN), sin previo aviso y afectó de manera directa la forma de operar de las empresas.
Desde este sector, que nuclea a más de 250 empresas y emplea a más de 10.000 personas, con trabajos calificados y formales, sabemos que necesitamos reglas claras para operar con seguridad para que los clientes sepan que están resguardados y cuidados y las empresas podamos pensar en planes de inversión de largo plazo.
En el caso particular de las empresas de préstamos para el consumo, según los datos de la Cámara Argentina Fintech, representan el 26% del total y es el segmento más representativo. Durante el año 2019 prestaron más de $20.000 millones y permitieron que casi 2 millones de personas, excluidas por las entidades financieras tradicionales, puedan acceder a un préstamo para cubrir un imprevisto, pagar un servicio, un gasto médico, arreglar el vehículo que utilizan para trabajar o, simplemente, darse el gusto de una actividad recreativa.
Hay que tener en cuenta que los préstamos adquiridos a través de esta actividad tributan IVA y otros impuestos, lo cual representó y sigue representando para el Estado una recaudación sustancial. Sin este ecosistema visible y transparente, los usuarios quedan a merced de un mercado de prestamistas que operan de manera clandestina, sin reglas y ajenos al sistema tributario. Un segmento que seguirá presente y que se afianzará si no se toman medidas claras.
Pocas veces tenemos la oportunidad de tomar decisiones en base al conocimiento y experiencia de otros y, en este caso, la falta de una regulación y la necesidad de contar con una en el país tiene como ventaja evaluar lo que pasó en otros países. Tomemos por caso Finlandia, que a mediados del año pasado decidió regular la tasa de interés. El resultado: menor oferta en el mercado, una demanda insatisfecha y clientes al final del día sin una respuesta a sus demandas de crédito. Está claro que uno de los grandes problemas de Finlandia, y que el mismo banco central reconoce, es la falta de educación financiera de sus ciudadanos. Como contraparte tenemos a Polonia, un país que está en proceso de regulación y en diálogo con todos los jugadores del sector.
Mucho se critica el rol que tienen las empresas fintech, a veces de forma justificada pero, en su gran mayoría, por falta de conocimiento de la llegada a un segmento de la población desprotegido y desatendido por el sistema financiero tradicional. Según el Informe de inclusión financiera 2019 que publicó el Banco Central de la República Argentina (BCRA), sólo el 50% de la población adulta tiene acceso al crédito, avanzando sólo 4% desde el 2015 y la tarjeta de crédito es el instrumento de financiación más utilizado (32%), por mencionar una muestra de este diagnóstico.
Finalmente, una de los tantos beneficios que aportamos las fintech a los consumidores: un estudio realizado con uno de los principales bureaus de crédito muestra que del total de consumidores que llegan a las fintech solamente con una cuenta bancaria, el 40% termina luego con una oferta de servicios financieros mucho más amplia, que incluye la banca tradicional. El usuario crea un historial crediticio que les permite sumarse al sistema financiero, que logra ser más armónico, balanceado y con una oferta para todos.
Una regulación adecuada, actual y que permita seguir floreciendo al mercado fintech es necesaria para proteger los derechos del consumidor, sin caer en la trampa de la sobre regulación. No solamente porque generará una destrucción de valor del mercado, sino que, de esta manera, se excluirá nuevamente a un universo muy grande de personas que hoy los bancos desatienden. Hoy, más que nunca, necesitamos un sistema financiero que incluya a todos.
Por Salvador Calogero