Que estamos en las garras de una crisis energética mundial ahora fuera de toda duda. En el Reino Unido, se piden rescates gubernamentales para los fabricantes de uso intensivo de energía y, en la economía doméstica, hay un número creciente de personas mayores que, habiendo sobrevivido al Covid-19, se pronostica que morirán a menos que el invierno sea excepcionalmente suave.
En los últimos meses, Francia ha visto a algunos de sus proveedores de energía sustentable de más rápido crecimiento perder clientes a un ritmo acelerado, ya que la prima verde parece cada vez más inasequible. Hydroption, un proveedor de electricidad con bajas emisiones de carbono, ha sido puesto bajo administración judicial tras no pagar a sus proveedores y deudas.
India también ha sufrido con escasez de carbón en la segunda mitad de 2021, hecho que provocó cortes y restricciones a las industrias hambrientas de energía. En China, a las empresas industriales se les ha dicho que limiten el consumo, y los residentes han sido objeto de apagones continuos.
Era cuestión de tiempo que los cortes de energía y los precios de la energía generaran malestar social y disturbios. La semana pasada, la presión sobre el precio del combustible generaron fuertes disturbios en Kazajistán. El gobierno allí le ha dicho a su ejército que puede disparar a los manifestantes en el lugar, sin previo aviso.
Estos son tiempos profundamente preocupantes para cualquiera en la región, pero los disturbios de Kazajstán tienen otra dimensión: su participación en las criptomonedas. Cuando China cerró su fabricación de Bitcoin en mayo de 2021, la mayor parte del trabajo se destinó a EE.UU. y Kazajistán, que podían ofrecer energía barata. En solo dos años, la participación de mercado de Kazajstán en la producción de Bitcoin pasó del 1,4 % en septiembre de 2019 al 18,1 % en agosto de 2021.
La agencia internacional de energía estima que las emisiones de Kazajstán por unidad de energía son un tercio más altas que las de China (aproximadamente 1.500 g de CO2 por kilovatio hora).
Aunque la causa oficial de los disturbios fue la eliminación del tope en los precios del GLP para automóviles, se cree que la insatisfacción y el resentimiento en el país son mucho más profundos e incluyen luchas internas. También es posible que el gran aumento en la producción de Bitcoin haya contribuido al estrés por los cortes de combustible y de la red, lo que exacerbó las cosas.
Ciertamente, el gobierno estaba feliz de convertir a los criptomineros en chivos expiatorios de los cortes de energía eléctrica. La noción de competencia intersectorial por los recursos no es fantasiosa. Mucha gente piensa que la crisis mundial del arroz de 2008 fue causada por compañías petroquímicas que compraron terrenos para cultivar biocombustibles de aviación, por lo que los motores a reacción de repente compitieron con los seres humanos por sus necesidades energéticas.
Las autoridades de Kazajstán desconectaron Internet y la producción de Bitcoin durante unos días antes de que se reanudara el servicio normal.
Como observó Vitalik Buterin, el científico informático que inventó Ethereum, una criptomoneda alternativa a Bitcoin: "Hay consumidores reales, personas reales, cuya necesidad de electricidad está siendo desplazada por estas cosas".
El consumo global de electricidad para Bitcoin ronda los 100 teravatios de potencia, equivalente al consumo bruto de países como Irlanda o la Argentina.
Los mineros de bitcoin, como los mineros de todos los siglos antes que ellos, no están demasiado preocupados por el medio ambiente, las emisiones, el smog, los montones de escoria o las huellas de carbono. Su trabajo es encontrar las fuentes de electricidad más baratas en cualquier país en el que residan. Cuanto menos impuesto al carbono, mejor, porque para ellos la máxima es: tengo el equipo de cómputo y estoy dispuesto a viajar.
Para cualquiera que espere un mercado energético mundial más verde, hay una cierta incongruencia aquí. Muchos países de todo el mundo buscan gravar, controlar y limpiar su uso de energía.
Y luego, en otro lugar del mundo, muy lejos de las autoridades de control como la UE, los EE.UU. o China, hay un estado donde se quema una enorme cantidad de carbón al servicio de Bitcoin. Ese estado es una fiesta, como una versión internacional de un bar clandestino emergente en la prohibición de Estados Unidos.
¿Qué nos dice todo esto?
En primer lugar, Bitcoin se basa en la energía, al igual que las monedas basadas en el oro. Siempre hubo gente que dijo que se basaba en exageraciones, pero para Bitcoin la relación con la energía es clara. En segundo lugar, siempre habrá una parte del mundo que no quiera participar en el juego de los impuestos y el control del CO2.
Bitcoin se está estableciendo no solo como una moneda que expresa la libertad de los controles bancarios centralizados, sino también como la moneda que expresa su libertad de los controles de energía y CO2.
Pero para los usuarios de Bitcoin, como Tesla, que quieren demostrar que no están patrocinando a los renegados y destructores del medio ambiente, hay solución.
El verde y el sucio
Ya es muy posible crear una distinción entre Bitcoin verde y Bitcoin marrón. Hay mucho Bitcoin que se ha acuñado con energía hidroeléctrica y energía limpia. Y aún hay más que es el producto del sucio carbón a base de lignito, del tipo que encontrarías en Kazajstán, con sus plantas de carbón envejecidas.
Distinguir entre estas dos formas de Bitcoin no es difícil, al igual que diferenciar entre un jabón para lavar que no daña el medioambiente y uno que destruye el medioambiente. Si queremos educar a un consumidor para que espere la mejor versión, la tecnología existe. Es la propia cadena de bloques de Bitcoin, por supuesto, la que mantendrá un registro del nivel verde, gris y marrón de cualquier Bitcoin que se haya extraído.
Que haya suficiente voluntad política y apetito de los consumidores para poner esto en práctica es otra cuestión.
Traducción: Nicolás Della Vecchia.