A pesar de su bajo perfil, Compañía de Tierras Sud Argentino (CTSA) es uno de los jugadores históricos del campo con 130 años de actividad en el país. Desde 1991 forma parte del Grupo Benetton a través del holding Edizione y en los últimos cuatro años experimentó una gran reestructuración para dejar de manejarse como una empresa familiar y profesionalizar el management.
En una entrevista con Forbes, su CEO Agustín Dranovsky cuenta el proceso de esa transformación, los proyectos que tienen en carpeta para el futuro y los principales desafíos que visualizan en la era Milei.
¿Cómo se compone el holding de la familia Benetton y cómo inició este cambio hacia el management actual?
Edizione es el holding de la familia Benetton. Es un holding muy grande que está en Italia, en Treviso, del cual la familia es accionista. De los cuatro hermanos fundadores, hay dos vivos: Luciano y Giuliana. Uno de los que falleció, que se llamaba Carlo, es el que armó los negocios en Argentina y mientras él los manejaba, Argentina era una unidad separada administrada bajo la responsabilidad de Carlo. Cuando el falleció, hubo una reestructuración a nivel holding en dónde las compañías pasaron a tener un management profesional.
¿Eso a partir de cuándo se dio?
Carlo falleció en 2018 y yo entré en abril de 2019 a la compañía. Ese proceso está en marcha, está bastante avanzado con muchos cambios positivos, muchos cambios que cuestan, pero esa transformación de empresa familiar a multinacional es un desafío y un proceso en marcha.
Y en ese proceso, ¿Qué rol ocupa Compañía de Tierras en los negocios que tiene el grupo?
Edizione es un holding de net asset value de 13.000 millones de euros y tiene compañías muy importantes a nivel mundial, no es solamente la ropa. La ropa es una parte, tiene mucho de lo que es infraestructura, real estate, compañías de tecnología, banca, compañías de seguros. Y en Argentina, Compañía de Tierras es muy grande en cuanto a lo que es la parte de activos, tiene 920.000 hectáreas que están distribuidas entre las provincias de Buenos Aires, Chubut, Santa Cruz y Río Negro, y está muy diversificada en actividades. Tenemos agricultura tradicional en la provincia de Buenos Aires, tenés ganadería ovina, ganadería vacuna, tenés cabañas donde se desarrolla la genética tanto ovina como vacuna, tenemos un frigorífico en Río Gallegos que está entre los tres frigoríficos más grandes de Argentina (70% de la producción se exporta, 30% se vende en el mercado local), tenemos forestación de 10.000 hectáreas en la zona de la Cordillera. Y somos unas 300 personas fijas durante todo el año y en momentos de zafra llegamos a ser 500 empleados durante 5 o 6 meses.
¿El principal negocio de la empresa es el frigorífico?
Quedó bastante atomizado. Estuvimos creciendo bastante y tratando de tener algo más equilibrado entre ganadería, agricultura y la parte del frigorífico. El frigorífico es importante en integrar nuestra producción ovina, nosotros tenemos un stock de cerca de 80.000 cabezas ovinas y la producción nuestra la tratamos de procesar casi toda en el frigorífico, más lo que se les compra a terceros. Pero hoy te diría que el frigorífico representa más o menos un 30% de lo que es la facturación, otro tanto representa a la parte agrícola de granos y después entre lana y carne ovina tenés otro 20% y un 20% más por la venta de vacunos.
¿Cuál es la facturación anual?
Alrededor de 35 millones de dólares.
¿Y hacia dónde apunta el crecimiento de la empresa para los próximos años?
Venimos creciendo en agricultura, estamos sembrando unas 8.000 hectáreas propias. Estamos creciendo en stock ovino, unas 300.000 cabezas propias y este año logramos superar las 200.000 cabezas de esquila. En el frigorífico venimos creciendo en cantidad de cabezas faenadas, más o menos de 90.000 este año, iremos a 118.000 y ahora tenemos como objetivo tratar de estar en las 120.000. Y tenemos un proyecto industrial para procesar la madera que tenemos en la zona de Cordillera. Hay dos campos que se llaman Leleque y Maitén y entre los dos campos tenemos 10.000 hectáreas de pino. Hace unos años hicimos un inventario y contratamos a un consultor para ver cuál es el proyecto que mejor se adaptaba a procesar la madera que teníamos, cuáles podían ser los productos que podrías hacer que tengan tendencia de crecimiento en el mercado y la tecnología disponible y nos dio que lo que mejor se adapta o mejor renta esperada te da es un aserradero. Ahora estamos esperando el momento oportuno para poder presentar la propuesta en forma definitiva al holding y si se aprueba poder hacer esta inversión en la zona.
¿Cómo están viendo los cambios que están sucediendo en Argentina y qué expectativas tienen?
En principio hay cosas positivas y cosas preocupantes. Lo positivo es que haya un solo tipo de cambio o que no haya una brecha tan grande como antes, dónde teníamos una gran dificultad ya que nuestros precios de venta se ajustaban por devaluación y nuestros costos por la inflación interna, lo que generaba una pérdida de rentabilidad. Tener un solo tipo de cambio o una brecha más chica te da más previsibilidad y te permite que los ajustes sean más ordenados. Por el lado de lo preocupante, cuando venís de distorsiones de precios tan grandes entre distintos productos, es muy difícil hacer este ajuste sin un gran sacrificio de todos y sin pasar por niveles de inflación muy altos. Entonces no es solamente una cuestión de costos, sino también una cuestión del impacto que puede tener a nivel social. Nosotros estamos viendo que, con los aumentos que puede haber en enero o febrero, se puede generar seguramente una recesión. Va a haber menos demanda porque no creo que los salarios acompañen a la inflación de los próximos meses. Así que si hay un ordenamiento y después se logra que la inflación empiece a bajar y haya un equilibrio, yo creo que va a ser positivo porque va a ser un incentivo para exportar y es lo que necesita Argentina.
¿Están previendo un cambio en su cartera de clientes por esta posible caída del mercado interno y el fortalecimiento de las exportaciones?
Nosotros siempre estuvimos muy enfocados en la exportación sin dejar de atender el mercado interno. Es decir, el mercado interno para nosotros es la venta básicamente de productos de frigorífico en donde puede fluctuar entre un 45% y un 30% de la producción. Yo creo que, y esto es una visión personal, en la Argentina es muy difícil jugarse todo a la exportación o todo al mercado interno porque tenés estos vaivenes. Cuando nosotros mirábamos, por ejemplo, los precios de venta en el último año, el mercado interno te pagaba muchísimo más que la exportación por el atraso del tipo de cambio oficial. Probablemente, ahora vamos a tener más competitividad y vamos a poder exportar más, pero no vamos a suspender las ventas al mercado interno. Va a variar un poco la proporción, será más chica tal vez que los últimos años, pero no hay un cambio de plan. Creo que hay un incentivo para buscar nuevos negocios tal vez en el exterior, tratar de buscar otras oportunidades porque sos competitivo tal vez en mercados donde vos antes tal vez no podías entrar. ¿Y qué pasa? En general nosotros manejamos commodities y los commodities no son fijadores de precio, entonces vos tenés un aumento de costos en dólares por una cuestión propia del mercado interno de 20% o 30% y no se lo podés trasladar al precio del producto porque pasa por ejemplo en cambio lo que está pasando hoy, le compran a Australia, le compran a Nueva Zelanda, y quedás afuera del mercado. Hoy está la posibilidad tal vez de ir y competirle en ciertos mercados que habías perdido.
Siempre se habla del potencial de Argentina en el sector agroganadero. ¿En qué proporción consideran que pueden crecer este tipo de exportaciones?
El potencial es real, pero hay matices. Porque también hace falta inversión en varios aspectos. Uno es la infraestructura, pero sobre todo te diría que falta inversión en lo que es industria. Si vos lo ves desde el punto de vista forestal, Argentina tiene la misma superficie plantada que Uruguay, pero Uruguay tiene tres plantas de celulosa y Argentina en los últimos años no tuvo inversiones de esa escala. Ahora Paraguay está haciendo una planta similar, creo que la inversión aprobada era de 3.500 millones de dólares. ¿Y cuál es la cuestión ahí? Es la previsibilidad y la estabilidad. En Argentina es muy difícil invertir en proyectos de economía real que tal vez tienen un recupero de 7, 8 o 10 años. Cuando vos ves lo que pasó en Uruguay en los últimos años, en Brasil, en Paraguay y en Chile, se dan esas inversiones por cómo son los precios, cómo son las reglas de juego para traer capital, para sacar capital, las tasas de interés para financiarte a 8 o 10 años, los derechos de exportación. El potencial está desde varios aspectos, la productividad de la tierra forestal por ejemplo en Argentina es superior a la de Uruguay y le puede competir en algunos lugares a Brasil. Ahora, de ahí a que vengan las inversiones es otra cosa porque hay otras decisiones que pesan a la hora de aprobar un proyecto. Y después está la infraestructura, ¿no? ¿Cuáles son tus costos internos? ¿Cómo movés la mercadería que producís? ¿Vas a moverte en camión o vas a tener posibilidades de circular por vías marítimas y trenes?
Hay un elemento un poco más intangible que es la falta de confianza hacia el país por el cambio constante de reglas de juego. ¿Va a llevar mucho tiempo restituir esta credibilidad incluso si se ordenan las cuestiones de índole económico?
Si yo me guío por lo que pasó en los últimos años, creo que sí. Va a llevar tiempo dar cierta estabilidad de las políticas, ver que el Gobierno tiene cierto plan económico, que empiecen a hacer cambios en esa dirección y que se consoliden. Eso, al menos, lleva 2 o 3 años, pero algunos hablan de que tiene que pasar un mandato entero. También hay una cuestión de precios, a qué precio entrás. Pero sí me da la sensación de que para proyectos muy grandes de mucha escala sí se requiere ver que hay condiciones que se van a mantener en el tiempo.
¿Cómo es la política de sustentabilidad de la empresa con una temática tan sensible como la forestación?
En nuestro caso, la forestación que se hizo es una forestación implantada, no son bosques nativos. Es decir, se plantaron 10.000 hectáreas de cero, con lo cual, es cortar y volver a plantar. Para lo que es Edizione como holding el tema de sustentabilidad es uno de los principios, es uno de los valores que pasaron a ser muy importantes dentro del holding, Para que te des una idea, nosotros estamos certificados orgánicos, es una certificación que no solo va al modelo productivo, sino a todos los principios que rodean, como es el bienestar animal, pero también cómo es el trato con los empleados, cómo es la forma de pago, cómo son sus viviendas, cómo son las condiciones de trabajo, cómo tratás los residuos.
¿Hay algún tipo de partnership con diferentes empresas que necesitan reducir su huella de carbono y necesitan de firmas con balance de carbono positivo?
Empezamos un proyecto para medir nuestro balance de carbono. Nosotros tenemos 900.000 hectáreas en Patagonia, son campos naturales y en parte se hacen manejos rotativos. Entonces queremos medir todo eso para empezar a trabajar en el proyecto. Estamos en un programa con Bayer que se llama Procarbono y estamos trabajando también con una compañía que se llama Puma que es la que está haciendo las mediciones y estamos viendo cómo desarrollar este proyecto a nivel global para toda la compañía. Pero la parte inicial es tener un diagnóstico y conocer tu balance, a partir de tu balance podés hacer un planeamiento para mejorar la captura de carbono.
¿Y esto podría derivar en la comercialización de bonos de carbono?
Podría, sí. O en un convenio como el que vos planteás con compañías que su balance es negativo, emiten más de lo que capturan, y necesitarían tener una alianza con una compañía que esté a la inversa, que esté capturando más de lo que emite y tranquilamente podría ser cualquiera de los dos mecanismos.
Imagino que dentro de estos partnerships puede haber varios clientes de la industria energética, que se están moviendo bastante en ese sentido.
Nosotros tenemos mucho campo en Santa Cruz y estuvimos viendo alternativas de todos los proyectos que están dando vueltas sobre ese tema. Para el país es una oportunidad tan grande como los otros proyectos que estamos hablando de la forestación o del complejo sojero.
¿Cómo es la hora de ruta que tienen pensada?
Estamos trabajando en eso. Recién estamos poniendo las primeras torres de medición, es algo muy incipiente, pero estamos caminando.
¿Cómo está la situación de la toma de tierras que fue un conflicto recurrente en los últimos tiempos?
Nosotros como política y proceso nuestro ante cualquier evento, siempre el recurso es ir y presentar la denuncia donde corresponde y que intervenga la Justicia. De esa manera hay hechas más de 65 denuncias penales, en muchos casos se ha logrado recuperar hacienda que se estaba robando. Las tomas están, las usurpaciones en tres lugares distintos dentro de lo que es el campo existen. Hay una que tiene sentencia de desalojo en firme, pero hasta el momento siempre se han amparado en la ley 26.160, que es una ley del 2006 pero que se viene prorrogando cada cuatro años que tenía que censar a los pueblos originarios. Basada la Justicia en esa ley, se frenaron todas las ejecuciones y nosotros no podemos avanzar. Ahora, de la misma manera que te digo eso, todos los jueces que han visto las distintas causas, todos confirmaron que la tierra, la propiedad, pertenece a Compañía de Tierras y los títulos son perfectos. Entonces desde ese punto de vista no hay ninguna objeción.
¿Se pudo mejorar algo en el aspecto de prevención en trabajo con gobiernos provinciales, municipales o a nivel Nación?
Nosotros lo que hacemos siempre es lo mismo: que la gente esté atenta y ante el primer indicio de cualquier cosa llamar a la policía. En los últimos años no hubo cambios significativos de tener mayor apoyo o mayor seguridad. Nosotros seguimos con la misma política y el mismo proceso. Esperemos que se termine de resolver porque ya la ley 26.160 se prorrogó muchas veces, que se terminen de censar y se termine con ese relevamiento y que la Justicia pueda avanzar en función de lo que pudo corroborar. Para nosotros está totalmente demostrado que los campos son propiedad de Compañía de Tierras, entonces lo que necesitamos es que se avance en ese sentido, que se desaloje a los que están usurpando. Para nosotros es una industria el campo, o sea, es como que alguien se meta en una fábrica y tome una máquina o tome un pedazo del galpón. Yo creo que hay una cuestión que empezó con nosotros hace muchos años de decir: "Bueno, Benetton tiene mucha tierra, dejemos que lo resuelva Benetton". Eso generó que el conflicto escale y hoy no solo fue lo de los campamentos, sino que has visto lo que pasó en Mascardi y los parques nacionales, en la tierra del Ejército, en tierra de la Iglesia de San Isidro, hay pequeños productores también (te hablo de gente que tal vez tiene 200 o 400 ovejas). Entonces el conflicto cuando no se le pone un freno desde lo legal o no se actúa en función de lo que dice la ley, es un incentivo a que muchos repliquen. Total, no pasa nada.
¿Qué opina respecto al reciente DNU que deroga la Ley de Tierras?
Más allá de una discusión de porcentaje de tierra en tenencia, lo que importa es el nivel de productividad y el aporte que eso hace a la economía y el desarrollo del país. Y eso va en línea con trabajar en la rotación de cultivos, el uso de fertilizantes y demás técnicas que ayuden a proteger el suelo. Por otro lado, la derogación de la Ley de Tierras puede atraer inversores para desarrollar zonas marginales y posibilitar el desarrollo industrial que requieren asegurar el abastecimiento, como es el caso de la Forest-Industria.
Al principio de la entrevista mencionaba que había temas que generan expectativa y otros, preocupación. ¿Cuáles pesan más a la hora de planificar el 2024?
Te diría que las cosas que generan entusiasmo, porque estamos tratando de crecer, para el año que viene estamos invirtiendo más que lo que venimos invirtiendo en 2023, venimos con un plan de crecimiento que habíamos hecho a 5 años y lo estamos siguiendo. Si querés desde la realidad y la práctica nos guía el entusiasmo por pensar que va a ser, no sé si un año mejor, pero que estamos yendo por un camino que nos puede llevar a que vengan años mejores. Es muy difícil pensar que los próximos meses no van a ser difíciles con combustibles aumentando un 70% en muy poquito tiempo, con los ajustes que faltan de las tarifas de gas, luz, y transporte público. La cuestión es si logramos superar eso y si después se empiezan a ver resultados positivos en cuanto a que los salarios le empiecen a ganar a la inflación, que se pueda recuperar poder adquisitivo, que el sector privado tal vez al principio empujado por las exportaciones empiece a demandar más gente y a mejorar la productividad y a mejorar la media de los salarios.