La aceleración de la inflación se transformó en una “rampa ascendente” que con el correr de los meses se vuelve cada vez más empinada. El desafío del Gobierno de cara al 10 de diciembre es que la incertidumbre electoral no agrave esa dinámica y que los desequilibrios macroeconómicos no aumenten. La próxima gestión deberá enfocarse en ordenar los precios relativos y avanzar en una corrección cambiaria, en medio de una fuerte inercia que deja poco margen para los “gradualismos”.
El Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) señaló en su último informe económico mensual que la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 8,4% en abril que informó el INDEC significó una “bisagra” para los agentes económicos. En ese sentido detallaron: fue el quinto mes consecutivo de aumento en la tasa mensual, alcanzó el 108,8% interanual, la variación anualizada fue equivalente a 163,2% y dejó un arrastre de entre 3 y 4 puntos para que mayo oscile con un piso similar.
“Es una bisagra porque la figura de la secuencia de la inflación como una sucesión de mesetas cada vez más altas y cada vez más cortas que se utilizó hasta ahora en este ha quedado obsoleta. Ahora se ha transformado en una rampa ascendente, que con el correr de los meses se torna cada vez más empinada”, señaló el IAEF.
La institución además advirtió por el limitante que implica el aumento de la inercia inflacionaria para que el próximo Gobierno pueda avanzar en soluciones “gradualistas”.
“No es lo mismo estabilizar una inflación al 50% (2021), 100% (2022) o 170% (2023). La inercia se introduce en los contratos de todo tipo, formales e informales, como alquileres, salarios, servicios privados (educación y salud) que toman el IPC como referencia y, con cierto rezago en jubilaciones, planes sociales, además del costo en términos de la remuneración de las deudas del Tesoro y del BCRA”, consignó el informe.
En ese sentido, el trabajo recordó que la devaluación del tipo de cambio viaja por detrás del IPC por lo que el tipo de cambio real bilateral sigue en atraso mientras que la tasa de interés real del BCRA sigue siendo fuertemente negativa en términos reales. En tanto, el salario real de los trabajadores formales se mantuvo constante desde 2019 en líneas generales pero el del sector no registrado marcó una caída significativa.
Por otro lado, la institución hizo foco sobre la necesidad de un realineamiento en los precios relativos, enfocado en una corrección tarifaria y de un eventual ajuste cambiario. El aumento en las tarifas de electricidad y gas, indicaron, debería duplicar el IPC para volver a los niveles de 2019. Una parte de ese incremento se realizará en la segunda mitad del año de la mano de la segmentación, aunque eso afectará la capacidad de gasto de los hogares en otros bienes y servicios.
“En relación con una corrección cambiaria, es plausible que ella esté ya en parte incorporada en prendas de vestir e indumentaria, en mantenimiento a la vivienda y en restaurantes y hoteles, cuyas variaciones respecto de diciembre 20/9 exceden la del tipo de cambio oficial. En otros términos, algunos precios están incorporando la cotización del dólar blue”, afirmaron.
En definitiva, el próximo Gobierno deberá enfrentar una alta inercia inflacionaria al tiempo que deberá avanzar en una corrección de los precios relativos. El IAEF alertó que la falta de precisiones de los principales candidatos puede aumentar la incertidumbre en el corto plazo.
“Por caso, que el passthrough a precios de la corrección cambiaria, más allá que algunos precios estén descontando parte de la devaluación futura dependerá de que el programa de corto plazo concite una alta credibilidad y que los anuncios y primeros pasos en materia de medidas estructurales tengan un claro sesgo 'pro competitividad'”, concluyeron.