No siempre todos los impuestos suben en nuestro país, así comienza el último informe del IARAF donde retrata la inédita situación tributaria de los combustibles que va a contramano del resto por el ancla que utilizó el Gobierno para contener los precios del surtidor.
Según revela el documento, la carga tributaria que recae sobre el precio neto de la nafta común pasó de un 74% en 2018 al 41% en la actualidad, una caída del 46% en las estaciones de la Ciudad de Buenos Aires.
En un movimiento espejo, los tributos a la nafta en el interior del país pasaron de representar el 69% en marzo de 2018 a un 40% en agosto del 2023. Es decir, una caída del 42% cuya diferencia con CABA se explica por la triple tributación en el resto del país.
Para pasar en limpio, en el consumo de combustible pueden pagarse hasta 6 tributos distintos. El Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Impuesto a los débitos y créditos bancarios (Cheque), Ingresos Brutos, Impuesto sobre los Combustibles Líquidos (ICL) e impuesto al Dióxido de Carbono (IDC) y a nivel municipal se obra, además, una tasa de Inspección, Seguridad e Higiene.
La totalidad de la caída se explica por el congelamiento del ICL y el IDC que el Gobierno mantiene, con breves excepciones mensuales, desde el año 2021 como instrumento de ancla inflacionaria. De este modo, mientras que el ICL ocupaba el 49% de participación, ahora está solamente en el 15%. En la misma línea, el IDC, pasó del 3% al 1%.
Si se considera el precio final del litro de nafta (con la suma de impuestos), la carga tributaria evolucionó de un nivel del 42% en el año 2018 a un 29,4% en la actualidad en las estaciones de servicio de CABA y de un 41% al 28,7% en el interior.
La contra cara de este menor peso impositivo es la merma de ingresos para el fisco que rondaría los 2.500 millones de dólares este año, según la consultora Economía & Energía, un número que ya fue observado por el FMI y que deberá modificarse en 2024.
A su vez, en el reciente acuerdo de precios con las petroleras y refinadoras, el Gobierno ofreció una reducción aún más fuerte de los impuestos como moneda de cambio a las petroleras para mantener los precios hasta el 31 de octubre.
De ahí que para el 1 de noviembre se espera un fuerte ajuste, salvo que las elecciones se estiren a un hipotético ballotage que fuerce al Poder Ejecutivo a prorrogar unas semanas más este endeble engranaje.
Sea cual fuere la fecha final, lo concreto es que antes de fin de año se deberán actualizar los impuestos a los combustibles y también los márgenes de las refinadoras. Lo que, según cálculos de especialistas en el tema, marcan un piso de aumento del 35%, sólo como un primer paso hacia un sendero de reconversión del litro de nafta de los 0,60 centavos de dólar actuales al promedio histórico que promedia entre un dólar y 1,2 dólares.