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Millonarios

Petróleo, inmobiliarias y una masacre: la historia de los Rockefeller

Carlos Hidalgo

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13 Marzo de 2022 16.00

152 años después de que John D. Rockefeller fundase la petrolera Standard Oil, el apellido Rockefeller es sinónimo de riqueza. Y es raro el lugar del mundo donde nadie entienda la frase “estás hecho un Rockefeller” en cualquiera de sus variantes. Esto, que puede parecer una anécdota, sólo puede compararse a personajes casi de la antigüedad, como Craso, si hablamos de historia, o el Rey Midas, si hablamos de leyendas.

“Dios me dio dinero y no tengo que pedir perdón por ello”

El primer Rockefeller de la saga, John Davidson Rockefeller, nació en 1839, una familia de clase media de orígenes alemanes. Enormemente interesado en los negocios, John estudió para ser contable en la escuela comercial de Cleveland, donde su dedicación le hizo empezar grandes sumas de dinero a partir de los 16 años. Cuando a los 19 le denegaron un ascenso en la empresa en la que trabajaba, decidió establecerse por su cuenta, con sus ahorros y un préstamo de su padre al 10% anual. En su primer año su empresa ya dio beneficios, que se fueron multiplicando de manera exponencial. Literalmente. En el cuarto año ya tenía cuatro veces más beneficios que en el primero. Dicen que solía decir: “Dios me dio dinero y no tengo que pedir perdón por ello”

Su agresiva política de inversiones hizo que, en la Guerra Civil estadounidense, John multiplicase sus ganancias por 17 y que diversificara sus inversiones. Entre ellas, en una materia prima que tenía poco uso por entonces: el petróleo. El “oro negro” se extraía y se refinaba por entonces de cualquier manera y Rockefeller vio ahí el futuro. Prestando dinero y usando los intereses para reinvertir en sus propios negocios, la que sería la petrolera Standard Oil Trust creció a toda velocidad, eliminando a la competencia por el camino, con la clara intención de convertirse en un monopolio. “La competencia es un pecado, por eso procedemos a eliminarla”, decía a quien le quisiera oír. Y para finales de la década de 1870, Rockefeller controlaba el 95% de la extracción, refinamiento y distribución del petróleo no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.

John D. Rockefeller

El Gobierno de los Estados Unidos se vio obligado a dividir la compañía en 35 empresas más tras una dura batalla legal. Aunque John mantuvo un porcentaje de propiedad de todas ellas a través de Standard Oil Company, la compañía más poderosa del mundo en ese momento. Antes de que llegase el siglo XX, su fortuna ya había superado los 1.000 millones de dólares de la época. Y cuando murió, en 1937, dejó una herencia de más de 300.000 millones. Eso sí, dejando tras de sí una fama de hombre avaro y sin escrúpulos. No sólo por el maltrato a sus competidores, sino por actividades como “La Masacre de Ludlow”, donde la Guardia Nacional de Colorado y un ejército privado de Standard Oil masacraron un campamento de mineros en huelga y a sus familias.

Del “uno” a “los seis”

John Rockefeller Junior tomó el mando de las empresas de su padre a la muerte de este. Y dedicó todos sus esfuerzos a restaurar el buen nombre de la familia, a la vez que seguía aumentando la fortuna familiar. Fue en su etapa cuando se acabó de construir el emblemático Rockefeller Center de Nueva York, donde aún se gestionan sus negocios desde la mítica oficina 5600.

Pero además de los negocios y de diversificar inversiones en toda clase de sectores, desde el petróleo y el sector bancario a las televisiones, la electricidad y el sector inmobiliario, John Rockefeller Junior se volcó en la filantropía, siguiendo otra de las máximas de su padre: “gana lo que puedas, guarda lo que puedas y reparte lo que puedas”. Cuando falleció en mayo de 1960, había aumentado la fortuna familiar en otros 100.000 millones, repartiendo a sus herederos y fundaciones filantrópicas 400.000 millones de dólares.

Torre Rockefeller, Nueva York (Pixabay)

Los seis herederos (Abby, John, Nelson, Laurance, Winthrop y David) diversificaron sus actividades y mantuvieron una especie de alianza democrática en lo que respecta a los negocios familiares. Así, continuaron con sus actividades filantrópicas, a la vez que cada uno de ellos se dedicaba a áreas tales como los negocios, la política o el sector bancario. David Rockefeller, el más joven de ellos, ostenta otro récord, que es el de ser el milmillonario más longevo, alcanzando la edad de 101 años, antes de morir en 2017.

Hoy en día, la familia Rockefeller es la 43ª más rica de los Estados Unidos, según el ranking de Forbes. Y su patrimonio se estima en 8.400 millones de dólares a repartir en más de 70 herederos, que aún poseen importantes intereses en el sector inmobiliario, en el petróleo y en la banca. Además del complejo de 36 edificios del Rockefeller Center, el gigantesco testimonio Art Decó de las dimensiones de la fortuna alcanzada por el fundador de la saga familiar.

*Publicada en Forbes España

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