Todo el alboroto sobre Elon Musk tratando de destruir su propia empresa, diciendo a los anunciantes en un lenguaje colorido que no quiere que vuelvan, podría ser exagerado.
A medida que nos adentramos en una nueva realidad en la que empresas de medios sociales como Meta y X quieren cobrarnos por compartir nuestros memes y retuitear (perdón, reenviar) teorías conspirativas, sólo hay un camino a seguir.
No es que Elon Musk limpie sus actos. Yo diría que a los usuarios en realidad no les importa tanto. Recorremos nuestros canales de noticias para ver el último escándalo, ponemos los ojos en blanco ante las blasfemias, pero volvemos a nuestro trabajo. Todas las payasadas son una distracción de lo que realmente es intentar comercializar un nuevo producto, compartir nuestras ideas con los seguidores y seguir el ritmo de toda la innovación en tecnología. En realidad no nos importa tanto el drama.
Puede pensar en las explosiones de los medios sociales como algo parecido al trabajador tóxico de la oficina. Ya conoce el drama, los desplantes y las diatribas: el lanzallamas de la emoción. La mayoría de nosotros no pensamos mucho en ello, sabiendo que es una anomalía. Somos bastante buenos ignorándolo. La vida real está en los detalles de hacer nuestro trabajo y pasar tiempo con nuestras familias. A pocos de nosotros nos importa realmente lo que hace Elon Musk.
Sinceramente, incluso Elon Musk lo sabe. En las últimas semanas, mientras alborotaba a la gente de una forma que parecía antisemita y luego denunciaba a los anunciantes, también deslizó algunos comentarios (especialmente durante una entrevista con el New York Times) que resultaron reveladores. Reconoce hasta qué punto las masas (o en su lengua vernácula, la gente de la Tierra) determinan los resultados. Cuando hace una encuesta sobre X, revela lo que realmente más le motiva: el compromiso de los usuarios.
Creemos que puede ser un solo tuit el que influya en la popularidad. Yo lo dudo. Una y otra vez, Musk publicó alguna loca teoría o insulto, sólo para desvanecerse en el ciclo de noticias más tarde. Mientras tanto, los usuarios reales con trabajos reales están huyendo del servicio, pero se debe a la propuesta de valor, no a la política, los memes o los insultos. No creemos que haya ya mucho valor en el uso de Twitter, ni desde luego nada que merezca una cuota de suscripción.
El verdadero problema es la falta total de innovación. Hay mucho humo, pero nada de fuego. La última innovación que merece la pena es Twitter Spaces, que apenas funciona y salió en 2021.
Cobrar a los usuarios no es una innovación. Nadie va a pagar por el privilegio de poder editar un tuit. Yo no diría que el hecho de que Tucker Carlson utilice Twitter para su emisión sea innovador. De hecho, no se me ocurre ni una sola innovación en Twitter en el último año o así que haga que alguien quiera utilizar la aplicación. Aunque la marca es famosa por los hashtags y los tuits, sigue deslizándose hacia la obsolescencia no por el vitriolo y los titulares dramáticos, sino simplemente porque no hay nada útil en la aplicación.
¿Cómo podría cambiar eso Elon Musk?
Yo diría que llegó el momento de aplicar a la aplicación X parte de la misma perspicacia y creatividad que le ayudaron a construir Tesla y SpaceX. Haga algo salvajemente imaginativo que nunca hayamos visto antes. Invente nuevas funciones que sean tan novedosas y útiles como el hashtag. Impresiónenos con su increíble brillantez y puede que acudamos en masa al servicio. Construya la aplicación de todo. Construya cualquier cosa. Queremos una aplicación que nos ayude a hacer nuestro trabajo y a comunicarnos entre nosotros de forma más eficaz.
Olvídese del drama. No funcionó. Construya algo que merezca la pena y de repente volverá a ver mucho interés por parte de los usuarios.
