El sol de octubre se eleva sobre los extensos terrenos de 42 hectáreas del fabricante alemán de municiones RWS, en las afueras de Núremberg. Lejos de los edificios de ladrillo rojo del siglo XIX que albergan las instalaciones de producción, empleados equipados con gafas y tapones para los oídos comienzan a probar explosivos desde las 7 de la mañana.
Tras una explosión particularmente fuerte, un trabajador se acerca a recoger un trozo de metal que la reacción química retorció en una forma cóncava. "A esto lo llamamos nuestra producción de ceniceros", bromea Stefan Rumpler, un exatleta olímpico juvenil que ahora trabaja en la fabricación de municiones para rifles de aire en RWS. La empresa produce más de 3.000 millones de componentes al año, incluyendo balas, cartuchos y fulminantes (estos últimos son los encargados de encender la carga propulsora en un cartucho para expulsar la bala del arma).
Como uno de los principales fabricantes de municiones de calibre pequeño en el mundo, RWS ahora forma parte de Beretta Holding, la empresa matriz del fabricante de armas más antiguo del mundo, la italiana Beretta. La firma adquirió RWS en 2022 como parte de la compra de Ammotec, el mayor fabricante de municiones y pirotecnia de Europa, por una suma que no fue revelada.
"Esta es nuestra mayor adquisición hasta la fecha", señala Pietro Gussalli Beretta, CEO de Beretta Holding y descendiente en la 15.ª generación de los fundadores de la compañía. Desde que se unió al negocio familiar hace cuatro décadas y asumió la dirección en 1995, Pietro transformó la empresa de 499 años mediante la compra de firmas que fabrican desde rifles hasta ropa de lujo.
La operación con Ammotec, por ejemplo, sumó US$ 600 millones a las ventas anuales de Beretta, lo que permitió a la compañía superar a Sig Sauer y Smith & Wesson, además de agregar varios ejércitos de la OTAN a su cartera de clientes. Beretta es ahora la empresa de armas de fuego más grande del mundo, con ingresos de US$ 1.700 millones en 2024.
Desde la sede de la empresa en Luxemburgo, Pietro explica cómo esta adquisición ayudó a la compañía —históricamente reconocida por sus escopetas y pistolas, como la legendaria Beretta 92 empuñada por Bruce Willis en Duro de Matar y por Mel Gibson en Arma Mortal— a expandirse más allá de su mercado tradicional y a atraer nuevos clientes en el sector de defensa.
"Las tres patas de nuestro negocio son los cazadores, los soldados y los policías. Todos ellos necesitan armas, indumentaria y óptica", dice, en referencia a los visores y miras de punto rojo diseñados para mejorar la precisión de las armas de fuego. "La última pieza que nos faltaba era la munición. Con esta adquisición, finalmente cerramos el círculo", agrega.
Antes de la compra, las ventas al mercado civil representaban el 86% de los ingresos de la compañía, lo que la hacía depender en gran medida de la demanda de cazadores y entusiastas de las armas, especialmente en Estados Unidos, el mayor mercado de armas de fuego del mundo y responsable del 37% de las ventas de Beretta. Durante la pandemia de Covid-19, cuando la compra de armas por parte de civiles estadounidenses se disparó, Beretta se benefició con un aumento del 62% en sus ingresos en América del Norte entre 2019 y 2021.
Pero Pietro sabía que ese auge no duraría para siempre. Además, todavía debía compensar la pérdida de un contrato de US$ 580 millones con el Ejército de Estados Unidos para la provisión de pistolas, que en 2017 quedó en manos de su rival, Sig Sauer, con sede en New Hampshire.
"El crecimiento del mercado civil en Estados Unidos compensó la pérdida del contrato con el Ejército, pero mientras tanto también fortalecimos lazos con otros ejércitos y fuerzas policiales", explica. "Nos reequilibramos", expresa.
Ahora, las ventas a los sectores de defensa y fuerzas de seguridad representan el 34% de los ingresos de Beretta Holding, un aumento significativo respecto al 14% de hace apenas cuatro años. Además, es un buen momento para apostar por el mercado militar: el gasto en defensa de los países europeos alcanzó un récord de US$ 350.000 millones en 2024, en un esfuerzo por rearmarse tras la invasión rusa de Ucrania. Y todo indica que seguirá creciendo, especialmente después de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciara a principios de marzo—justo después de que el presidente Donald Trump dijera que Estados Unidos pausaría la ayuda militar a Ucrania—un plan para otorgar a los países de la Unión Europea préstamos por US$ 160.000 millones para invertir en sus fuerzas armadas.
"No es solo en Europa. Los gobiernos de todo el mundo están aumentando su gasto en defensa", señala Pietro, quien destaca el crecimiento de las ventas a ejércitos de Medio Oriente. "Naturalmente, nos hemos beneficiado de eso", añade.
"La estrategia es clara: vender el arma y luego generar fidelidad a la marca para vender municiones de manera permanente", afirma Mark Smith, analista del banco de inversión Lake Street Capital Partners, sobre las ventajas de expandirse en el negocio de las municiones. "Si lográs contratos gubernamentales para [armas de fuego], probablemente se abran puertas para hacer negocios en el segmento de [municiones] también. Sin dudas, ayuda a suavizar los altibajos y la ciclicidad del mercado", explica.
Tras una caída en 2023, el EBITDA (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización) de Beretta Holding repuntó un 2% en 2024, alcanzando los US$ 245 millones, más del triple que el de sus rivales que cotizan en bolsa, Sturm, Ruger & Co. y Smith & Wesson. Según estimaciones de Forbes, Beretta Holding, que pertenece en su totalidad a Pietro, su padre Ugo, de 87 años, y su hermano Franco, de 61, tiene actualmente un valor de US$ 2.200 millones. Sumando los viñedos de la familia, sus propiedades y otras inversiones, el patrimonio del trío asciende a unos US$ 2.700 millones.
Definitivamente, no fue un camino rápido hacia la riqueza. La historia de Beretta se remonta a 1526, cuando Bartolomeo Beretta (fallecido en 1565), un fabricante de cañones de fusil en la pequeña localidad de Gardone, en el norte de Italia, vendió 185 cañones de arcabuz—un arma larga de mano, precursora del rifle moderno—a la República de Venecia. Desde entonces, generaciones de herederos de Bartolomeo continuaron la tradición familiar, todavía viviendo en Gardone y todavía fabricando armas. La empresa proveyó armamento—incluidas las primeras pistolas semiautomáticas del mundo y una de las primeras ametralladoras—en todas las guerras europeas desde 1650.
Bajo el liderazgo de Ugo, la compañía se expandió a Estados Unidos en 1978 y, en 1985, ganó un codiciado contrato para suministrar pistolas al Ejército estadounidense. Fue en ese momento cuando Pietro se unió a la empresa, ayudando a su padre a recomprar la participación minoritaria de Beretta, que entonces pertenecía a la firma francesa de armas FN Herstal (actualmente con sede en Bélgica).
"Contábamos con fondos suficientes y decidimos que, si queríamos seguir adquiriendo empresas, teníamos que organizarnos mejor", recuerda.
La familia estableció Beretta Holding en Luxemburgo en 1995, simplificando la compleja estructura de la empresa, construida a lo largo de siglos, y consolidando la propiedad bajo una única compañía holding. Fue entonces cuando comenzó en serio el proceso de expansión. En 2000, Beretta adquirió el fabricante finlandés de rifles SAKO, su primera incursión fuera del mercado de escopetas y pistolas. Luego sumó las firmas de óptica Burris y Steiner en 2002 y 2008, respectivamente, especializadas en miras telescópicas, miras de punto rojo y binoculares. Tras comprar en 2021 la británica Holland & Holland, fabricante de ropa de lujo y armas artesanales, y Ammotec un año después, Beretta Holding posee actualmente 19 marcas que operan en 23 países de cinco continentes. Gracias a esta estrategia, ninguna de sus subsidiarias representa más del 25% de los ingresos del grupo.
"Vamos a seguir viendo más consolidación en el sector a medida que las empresas se agrupan en torno a marcas reconocidas", afirma Mark Smith, de Lake Street Capital Partners, destacando la lealtad que Beretta y sus subsidiarias generan entre sus clientes de toda la vida, incluso después de ser adquiridas. "Con Beretta, sabés exactamente qué estás comprando", asegura.
Algunos de sus competidores están tratando de ponerse al día. Mientras Glock, Smith & Wesson y Sturm, Ruger & Co. todavía no producen su propia munición, Colt CZ, con sede en Praga, que en 2021 adquirió la empresa estadounidense detrás de las armas Colt, compró en mayo pasado al fabricante de municiones Sellier & Bellot por US$ 700 millones.
Para Pietro, lo que distingue a Beretta de sus competidores es el control y la participación activa de la familia. Su padre, quien dejó los cargos ejecutivos en 2015, sigue formando parte del directorio, mientras que su hermano Franco dirige Fabbrica d'Armi Pietro Beretta, la empresa original de la familia y ahora una subsidiaria del grupo, donde también trabaja Carlo, el hijo de Franco.
"Tenemos algo que los demás no tienen, y que nunca tendrán: un único dueño familiar", sostiene Pietro, destacando cómo otras dinastías de la industria vendieron sus empresas o las llevaron a la bolsa. "Cuando tenemos que negociar con gobiernos extranjeros, soy yo o mi hermano quien se reúne con el presidente. Eso no pasa en otras compañías. Nuestra visión es a largo plazo, no especulativa", comenta.
Para mantenerse a la vanguardia, los Beretta están reinvirtiendo dividendos y destinando una parte de los ingresos al desarrollo de nuevos productos y a mejorar la eficiencia en la producción de armas y municiones.
Nada refleja mejor esta estrategia que la fábrica de 22.300 metros cuadrados de Benelli Armi, una subsidiaria de Beretta en el centro de Italia que produce escopetas semiautomáticas. Gracias a inversiones iniciadas en 2019, vehículos autónomos entregan componentes a los trabajadores en las líneas de ensamblaje, mientras que pantallas sobre sus estaciones muestran su progreso minuto a minuto en tiempo real. Brazos robóticos controlan la calidad de cada componente, utilizando aprendizaje automático para detectar defectos en etapas tempranas de la producción.
La misma búsqueda de eficiencia se observa en RWS, que invierte anualmente el 8% de sus ingresos en la modernización de maquinaria para aumentar la producción de municiones. "Los Beretta no están interesados en enfoques oportunistas. Su visión es de 25 a 50 años", explica Matthias Vogel, vicepresidente de RWS.
Con el 500° aniversario de Beretta en 2026 en el horizonte, Pietro se mantiene pragmático. Cuando le preguntan sobre sus expectativas para los próximos cinco siglos de la compañía, suelta una carcajada. "¿Cómo se supone que voy a saber qué pasará en los próximos 500 años? No voy a estar vivo, así que realmente no me importa", dice. "Las próximas generaciones harán lo que sea mejor. Yo prefiero pensar en los próximos cinco años", concluye.
Con información de Forbes US.