El empresario fundador de Nordelta, Eduardo Costantini esbozó su parecer respecto a lo más conveniente para un inversor mediano actualmente: yo me quedaría en dólares y vería cómo evoluciona esta dinámica, porque estamos frente a un riesgo claro de crisis.
Al considerar la posibilidad de un escenario más crítico que el actual aseguró que vivimos en crisis, pero todavía no hay una capitulación y una crisis con una aceleración mucho mayor de nivel de precios es factible, por lo que sostuvo que como hay un riesgo elevado, si ese inversor tiene un perfil que lo lleva a querer preservar el capital, no da para que invierta, en el marco de una entrevista al diario La Nación.
Aun priorizando y recomendando esa postura, dejo una alternativa expresando que si compra bonos de la deuda externa, yo compraría los que son bajo ley extranjera, por ahí paga el 25% de su valor y creo que va a ganar plata. Quiero pensar que va a ganar.
En relación al motivo de su postura personal de no optar por esa posibilidad indicó que yo no compro, porque prefiero la calidad de vida, pero es difícil que pierda plata, porque la Argentina de alguna manera volverá al orden, supuestamente, y aseveró que si vuelve al orden, eso le va a dar dinero, pero hay un riesgo excesivo y hay que saberlo.
En ese sentido, advirtió que la crisis va a ocurrir y sostuvo que vamos a estar peor antes de estar mejor.
En marzo, el creador de Nordelta fue la tapa de Forbes, en esa nota de Alex Milberg, Costantini, quien tiene una fortuna de US$ 1.300 millones y ocupa el puesto número 2.133 del ranking integrado por 2.640 empresarios a nivel mundial, afirmó:
-¿Que consejos podés compartir?
Disminuir riesgo. Estar en activos de bajo riesgo. Seguir muy de cerca la dinámica de la crisis para encontrar el timing. Esto es muy dinámico, puede cambiar y hay que cambiar la actitud frente a los activos. Y, en todo caso, dentro de esa situación, siempre se producen cambios en precios relativos de activos. Si uno es especialista en un sector, estas situaciones pueden dar oportunidad de ingreso, con los requerimientos de que uno tiene que tener solvencia, estar diversificado, tiene que tener la paciencia para esperar.
Estar comprando un activo a un valor por debajo de sus fundamentals, muy buen valor, con una liquidez atrás aparte que lo deja tranquilo, y esperar que el mercado reconozca su valor intrínseco. No invertir en lo que no se conoce.
-En real estate, ¿sigue habiendo oportunidades en Argentina para el inversor medio o pequeño?
En EE.UU. habrá que ver cuánto le pega al sector la crisis financiera del SVB. El impacto de la suba de tasas no se limita a los bancos sino a algunos activos con leverage, por ejemplo el sector inmobiliario o el comercial, de oficinas, que fueron tomados con créditos. Ahora el inversor tiene que pagar el doble de tasa de interés y el negocio ya no le cierra.
-¿Puede haber una ola de derrumbes privados de mediana y larga escala de proyectos de real estate en EE.UU.?
En el mundo. No se vislumbra una caída en cadena, pero por ahora es un mercado comprador. Antes era el vendedor quien mandaba, te querías comprar algo y había 10 compradores. Pasamos esa situación en 2021. No olvides que las tasas empezaron a subir recién en marzo de 2022. Empezaron muy tarde y muy virulento, entonces dejó correr una economía para darle aire, con una liquidez enorme y una valuación de los activos gigantes. Pero con créditos muy baratos. Si vos tomabas un crédito a 15 años, por ahí te justificaba el valor terrible de los activos. Aquel al que le empiezan a vencer esas deudas encuentra una escenografía absolutamente distinta. La economía tiene que adecuarse a pensar en estos términos, en un cambio radical.
-¿Las propiedades en la Argentina siguen baratas?
Estamos invirtiendo mucho en la Argentina, pero porque son segmentos y vamos acompañando la demanda. La gente sigue comprando porque busca calidad de vida o tiene que vivir en algún lugar. Nuestros proyectos van rodando relativamente bien. Vendés con el índice de la Cámara, te sube el dólar, te baja el índice. Vas navegando, que es nuestra realidad.
-Acostumbrado a tantas crisis, ¿cómo vivís esta?
Tengo 76 años y tranquilo no viví nunca, muy pocos años. Estamos en un avión con los cinturones puestos, se mueve y se mueve, hay que esperar a que aterrice.