Una sobremesa con Jorge Rocchia Ferro (70) puede volverse abrumadora. En pocos minutos la charla informal sobre los problemas que atraviesa la industria puede virar de repasar en detalle las últimas inversiones de una de las divisiones de su grupo para, café mediante, desembarcar en el análisis de la política nacional, el minado de criptomonedas o los costos de la energía y, sin preámbulos, tentar a la prensa con una posible primicia.
Este empresario que brega por la unión entre sus pares para “sacar el país adelante” tiene múltiples sombreros. No solo es el presidente de la Unión Industrial de Tucumán y anfitrión del encuentro organizado por la Unión de Industrias del Norte Argentino (UNINOA), en Tafí del Valle, esta semana; también, junto a su esposa, Catalina Lonac, lleva las riendas del Grupo Los Balcanes, un gigante que suma cerca de 2500 empleados y reúne las usinas La Florida, Cruz Alta y Aguilares, las cuales, en la última zafra molieron 3,58 millones de toneladas de caña de azúcar, equivalente a un cuarto de lo que se produce en la provincia cada año.
Eso se traduce en poco menos de 150.000 toneladas de azúcar y 140.000 m3 de alcohol industrial que, luego, es deshidratado en otra firma del grupo, Compañía Bioenergética La Florida, para aportar más de 11 millones de litros mensuales de etanol destinado a la mezcla con las naftas.
Solo esta división azucarera del holding tiene ingresos anuales que se estiman en más de US$ 170 millones. A su vez, Lonac y Rocchia Ferro son dueños del cinco estrellas Catalinas Park -en pleno proceso de renovación- y de una red de estaciones de servicio bajo la bandera de Refinor, todo con base en la provincia de Tucumán.
Su campo de acción no se reduce solo a lo mencionado hasta acá.
Del mismo modo que lo hicieron los estadounidenses John D. Rockefeller, James B. Duke y Amasa L. Stanford, el matrimonio se vio tentado de hacer un aporte trascendente en el campo de la educación. Fue al mismo tiempo que un helicóptero despegaba de la terraza de la Casa Rosada con Fernando De la Rúa, en pleno caos de 2001, cuando Rocchia Ferro y Lonac estaban sentando las bases de la Universidad San Pablo T.
Hoy, es un claustro con más de 4000 alumnos que asisten a diario a un campus desarrollado en el predio de lo que alguna vez fue un ingenio azucarero.
Rocchia Ferro tiene nuevos planes todo el tiempo. Su cabeza está en resolver los problemas gremiales que surgen de la imposibilidad de contratar personal formal por la barrera que significan los planes asistenciales al mismo tiempo que planea una verdadera revolución verde con el desarrollo de la caña de azúcar transgénica.
A su vez, pronto puede volver a ser noticia, si se concreta la compra de otro ingenio que puede duplicar los ingresos de Los Balcanes.
¿Su última gran inversión? US$ 32 millones en una usina eléctrica de 20 MW que financió 100% con recursos propios. ¿Fue la única? Claro que no. Solo este año, los ingenios le insumirán un ticket similar que debe desembolsar para que la rueda del gigante siga girando. Sin embargo, no está solo en todo este lío. Un equipo de administración integral ejecuta los múltiples proyectos que planea junto a Catalina y allana el camino para que las cosas sucedan.