El economista Ricardo Delgado es presidente de la consultora Analytica. Su último paso por la función pública fue entre 2016 y 2019, cuando estuvo a cargo de la subsecretaría de Coordinacion de Obra Pública Federal del Ministerio del Interior.
En una semana en la que la agenda estuvo concentrada en las reuniones del ministro de Economía en Washington, Delgado cree que su gira es importantísima para el Gobierno.
Sergio Massa tendrá que tomar decisiones muy duras con muchos sectores. Será una suerte de Doctor No, explica en diálogo con Forbes Argentina.
-¿Se terminó la corrida cambiaria con el nuevo dólar soja anunciado por Massa?
-Su agenda, que no es un plan integral, es de sentido común en términos de ordenamiento macro de cortísimo plazo. Massa logró ordenar el mercado de pesos estos sesenta días de primeros pasos en la gestión. En agosto básicamente trató de dar una señal de cumplimiento de los compromisos por parte del Estado. Además de subir el Banco Central la tasa de interés, refinanció los fuertes vencimientos que tenía el Tesoro entre agosto y octubre y los pateó a un año. Podemos discutir qué significa eso, pero claramente le dio al mercado de pesos una señal de que cumplirá con los compromisos. Lo que estamos viendo es una mayor vocación por ordenar las cuentas públicas. Para decirlo en términos claros, su primera declaración cuando asume es: Vamos a cumplir con el déficit primario de 2,5% firmado con el Fondo. Y eso lo empezó a hacer en las primeras semanas de gestión con un aumento de tarifas o quita de subsidios, por un lado, y además con el recorte de partidas presupuestarias. Según nuestros números, ya está en torno al 40% de lo que se requeriría recortar en materia fiscal en término de gasto para poder llegar al 2,5% de déficit. Con la devaluación segmentada al sector sojero de la economía, descomprimió fuertemente las presiones devaluatorias y logró que cayera la brecha por debajo del 100%. Por lo menos en septiembre, las perspectivas de paz financiera están siendo posibles.
-¿Por qué es importante la gira por Estados Unidos para la macroeconomía argentina?
-El acuerdo con el Fondo tiene tres ejes centrales: el déficit primario del 2,5% que ya empezó a encaminar; una emisión muy controlada hacia adelante, de menos de 1 punto del PIB; y fortalecer las reservas netas del Banco Central, que es el enorme desafío. Nada del ajuste monetario y fiscal alcanzará si no mejoran las posiciones en dólares de las reservas del Central, básicamente porque no va a lograr de ninguna manera desinflar las expectativas devaluatorias. En un reciente informe, en Analytica estamos diciendo que se puede cumplir con la meta de reservas en 2022. Pero ahí trabajamos con dos escenarios, viendo qué pasará con el balance cambiario entre septiembre y diciembre. Si esta medida del dólar soja es solamente para el mes de septiembre, será muy complejo cumplir con la meta de reservas que tiene el acuerdo con el Fondo. Por eso, me parece que en el viaje de Massa se está discutiendo esto. Por eso, tiene el foco puesto en cómo conseguir más dólares.
-Mauricio Claver Carone anunció que el BID destraba créditos por US$ 3.000 millones antes de fin de año, de los cuales 1.200 irán a las reservas. Hace poco había dicho que no otorgaría más préstamos a la Argentina. Ahora, eso cambió. ¿Massa es el dirigente del Frente de Todos con mejores relaciones en EEUU?
-Sí, me parece que es bastante claro. Las relaciones internacionales no se mueven solamente por hombres. Por supuesto que los hombres hacen las relaciones humanas, pero tengo la impresión que en EE.UU. se está leyendo que la llegada de Massa es un reconocimiento del propio Gobierno de la necesidad de un viraje de 180 grados en el rumbo económico, político y de relacionamiento con el mundo que tenía la Argentina. La percepción del abismo inminente, del colapso que era inevitable, al que se llegó días antes de la llegada de Massa, con el dólar a $350, sin precios, con problemas en las cadenas de distribución, hizo que el Gobierno tomara la decisión de ir a una agenda claramente ortodoxa, de ajuste fiscal y monetario, de conseguir la mayor cantidad de reservas posibles para estabilizar el mercado de cambio. Si te corrés un poquito de eso, probablemente vuelvas a tener problemas dada esta enorme inestabilidad en la que vive todavía la economía argentina. Más allá de la importancia de Massa como hombre relacionado con los EE.UU, lo importante es que la lectura que se haga es que el Gobierno argentino entendió que el colapso era el peor de los caminos.
-Faltan pocos días para que el Gobierno presente el Presupuesto 2023. ¿Qué podemos esperar?
-Es muy importante el presupuesto, sobre todo en el último año de gestión, que es electoral. El Gobierno define si reelige o no. Este presupuesto tendrá que ser, en mi juicio, lo más realista posible para coordinar las expectativas del sector privado. Si este presupuesto es irreal, si dice que vamos a crecer el 5%, que la inflación será del 32% y la pobreza del 20%, estaremos en problemas. Los tenedores de pesos van a decir de vuelta me quieren mentir. Todas las condiciones de fondo que llevaron a la insólita corrida de junio y julio todavía están latentes. No es que cambió la Argentina. Todo está por verse. Esto el Gobierno y Massa lo tienen claro. Por eso creo que el presupuesto, en un año clave para el Gobierno, es una señal muy fuerte.
-Pero el año que viene el Gobierno tendrá también más incentivos para gastar. ¿Qué pasa si la política, si el sector mayoritario del Frente de Todos, el cristinismo, mete la cola en la economía?
-Podemos volver a situaciones como las que vivimos en junio y julio. Niveles de brecha que están algo por debajo del 100% son insostenibles. Un riesgo país de 2.400 puntos hace invivible en condiciones normales cualquier economía. Nosotros nos contentamos en lo inmediato porque veíamos que la brecha tocó en el peor momento 160% y que había un efecto Puerta 12 en el mercado de pesos de todos aquellos que querían salir en estampida sobre los dólares financieros. Esto es una condición absolutamente anormal. Estamos a la vuelta de tener 100% de inflación. Cuando tenés 100% de inflación, el monstruo inflacionario toma otro cariz y es más difícil de domesticar. Si la política vuelve a meter la cola, si el cristinismo entiende que para ganar elecciones hay que romper con estos corsets fuertes que tiene la economía argentina, que tratan de alguna manera de estabilizar o suavizar una demanda de pesos que se estaba haciendo trizas, estaremos en un escenario muy complejo.
-¿Será clave para la economía la capacidad de Massa de gestionar la interna del Frente de Todos?
-Totalmente. Creo que el principal activo de Massa, más allá del sentido común de la agenda que plantea en términos fiscales, monetarios y cambiarios y del sector externo, es la habilidad política que tendrá que poner en juego ahora. Tendrá que tomar decisiones muy duras con muchos sectores. Será una suerte de Doctor No. El Doctor No en un año electoral es una figura antipática. Pero también el propio Massa es un político que tiene aspiraciones presidenciales. Entonces ahí también se va a jugar una parte de la dinámica económica del año próximo, porque no solo es el cristinismo que quiere ganar elecciones. Si Massa hace una primera parte de su gestión, de aquí a marzo, en condiciones de relativa calma financiera, con una tasa de inflación que no se espiraliza, con una actividad económica que claramente se está enfriando pero sin ingresar en una gran recesión, y con demandas devaluatorias que menguan, me parece que Massa va a decir: ¿Por qué no yo?
-Desde 2018 a la fecha, la sociedad sufrió un fuerte ajuste por corridas cambiarias, inflación, suba del precio de alimentos, pérdida del poder adquisitivo, el impacto de la pandemia, la segmentación de tarifas, etc. ¿Por qué la política no aprovecha esa triste coyuntura para estabilizar la macroeconomía?
-Hay una cuestión un poco más estructural: esta cosa de creer que la Argentina encuentra siempre la llave para financiar ciertas políticas. Ahora tenemos un futuro promisorio porque producimos las commodities que el mundo quiere: oil y gas, litio, todo el agro, la minería, economía del conocimiento. Todos esos activos son potenciales. Toda esa potencialidad se tiene que construir. Para que sea un activo hay que ponerlo en valor. Y hay que construir un puente entre este laberinto de corto plazo en el que estamos inmersos para llegar a esa realidad. En ese laberinto de corto plazo, la política no termina de entender que hay que tomar algunas decisiones y que lo mejor es que sean de manera consensuada y que permita dar estabilidad a ciertas políticas. Si decimos que los argentinos no queremos pesos, no podemos tener un déficit fiscal tal que haga que la emisión para financiarlo provoque corridas o aumentos de precios desmedidos. Las señales de la política no van en la dirección de coordinarse en estos consensos mínimos porque ya entramos en modo electoral. Los incentivos son a polarizarse todavía más. Y Massa también tiene un desafío porque él en términos políticos fue entendido como la famosa ancha avenida del medio. Y la ancha avenida del medio es un camino muy pedregoso, inclemente.
-¿Crees que ese escenario electoral es terreno fértil para que aparezcan propuestas demagógicas, como la dolarización como solución mágica a los problemas de los argentinos?
-Si el Gobierno rompe con la agenda Massa, por las razones que sea, el intento de magia puede volver. Eso es un riesgo porque todos sabemos que son atajos que no resuelven con los problemas estructurales de la Argentina: que tienen que ver cómo hacemos para distribuir lo poco que hay y ampliar la torta para que la distribución de costos y beneficiosos sea lo más equitativa posible. Creo que la dirigencia no ha sabido cómo organizar las diferentes políticas de manera estable a lo largo del tiempo. No ha habido mesas, no ha habido consensos, ya no creo en los Pactos de la Moncloa, pero por lo menos algunas cuestiones básicas que hagan al financiamiento del Estado, que son elementales para dar cierta estabilidad al día a día de cada uno de nosotros. Si eso no pasa, cosa que creo que no va a pasar de acá a las elecciones del año que viene, seguiremos viviendo en las turbulencias en las que estamos, teniendo en claro que estamos caminando en un estrecho desfiladero.