Martín Varsavsky con Forbes: "Mi idea de la Argentina es que por ahora, históricamente desde que yo nací, solo va o mal o terrible"
Alex Milberg Director
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“Mi ideal de Argentina es que salgamos del 'mal' o 'terrible' para definir cómo nos va. Nunca fue 'bien', por lo menos desde 1960, y eso va a contramano del resto de Europa o Estados Unidos. Sobre todo porque tuvimos épocas donde el país estuvo mejor que esos territorios plagados por guerras mientras la Argentina era considerada un paraíso”, reflexiona Martín Varsavsky, emprendedor y fundador de cinco empresas que se convirtieron en unicornios.
Es un emprendedor, profesor e inversor en serie que, a lo largo de su carrera, fundó ocho empresas en los Estados Unidos y Europa en los últimos 30 años. Desde hace muchos años vive en el exterior, pero su visión sobre el país es de alguien que conoce bien sus vaivenes: “Me acabo de comprar un campo de 24.000 hectáreas en Mendoza, es la primera vez que compro algo en la Argentina”, cuenta Varsavsky para mostrar que, más allá de no vivir en el país, apuesta por activos locales.
- ¿Cuál es tu mirada de la Argentina? ¿Mantenés todavía la ilusión en el país o ya el desencanto te ganó por completo?
- Mi idea de la Argentina es que por ahora, históricamente desde que yo nací, solo va o mal o terrible, es decir, nunca fue bien desde los años 60. También va a contramano del resto de la Humanidad o por lo menos del resto de Europa o Estados Unidos. Si uno piensa hasta entre 1900 y 1960, la Argentina fue mucho mejor que otros países de Europa, que tuvieron Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, 60 millones de muertos. La Argentina de mis abuelos era un paraíso comparada con lo que pasaba en Europa. Y en Estados Unidos no pasaban esas cosas en su territorio, pero se metía en todas estas guerras, se moría la gente yendo a guerras. Si uno lo ve en perspectiva, la Argentina es, sigue siendo, un país que es pacífico bajo el estándar de las guerras nacionalistas de Europa y todo lo que ha ocurrido en el mundo. En la escala de los horrores, Argentina está muy por debajo. Los problemas argentinos son la desilusión de tantos argentinos que tienen un plan de vida que se les arruina, porque la economía se hunde, por el corralito, por la hiperinflación, porque es muy difícil salir adelante…La historia de Argentina no es una historia de enormes sucesos, es una historia más de pequeños y cotidianos fracasos. ¿Algún día se podrá revertir la Argentina? La respuesta es: no sé. Cada vez parece que puede haber algo que haga despegar a la Argentina, vamos a ver, ahora por lo menos hay un abandono del kirchnerismo, veremos si eso ayuda.
- ¿Creés que simplemente con el abandono del kirchnerismo sería una señal de un nuevo rumbo económico?
- Soy amigo de Emilio Ocampo, quien se presenta como candidato para dirigir la política monetaria si Javier Milei gana. A mí Milei, personalmente, no me cae nada simpático y sus gestos me causan como un rechazo. Pero la Argentina tiene un amor por el exceso, la payasada, y entonces entiendo que quizás hace falta algo así para sacudir ese kirchnerismo o peronismo enquistado en la Argentina después de tantos años en el cual a la gente le dicen que crece en un país rico. Creo que hay que ajustar y darse cuenta de que la única riqueza que realmente existe (y voy a decir algo que curiosamente lo dijo Marx) es el trabajo de la gente. Cuando la gente no trabaja y se le paga por no trabajar, se rompen los incentivos de trabajo, se castiga a los que trabajan y se les trata de sacar todo a los que trabajan, ya nadie trabaja. Argentina es campeona para crear desincentivos a trabajar. El resultado es un país donde el promedio de la población trabaja menos o le viene la pandemia y en la Argentina es la gran excusa para no trabajar. Argentina tiene algunas ventajas, pero no las sabe explotar porque no se sabe organizar como país para trabajar. Si se crearan buenos incentivos se podría dar vuelta la situación y la gente podría volver a trabajar. Se podría generar riqueza y en 10 años las cosas podrían estar mucho mejor, pero por ahora nunca se dio.
- ¿Cómo ves a los emprendedores argentinos?
- Hice cinco unicornios en temas muy diferentes como las telecomunicaciones, internet, las energías renovables, últimamente la salud, temas médicos, así que he trabajado en diferentes campos. Siempre con una idea rompedora que me parece que puede cambiar el futuro de lo que estamos viviendo. En Argentina hay gente increíble. Eso es lo mejor que tiene la Argentina a nivel de emprendedores. Una cosa que hace la Argentina para crear muy buenos emprendedores fundadores de unicornios es que te hace crecer como en una especie de bootcamp donde tantas cosas funcionan mal que si uno sale de ese bootcamp sale como muy fuerte, porque tu presión darwiniana para salir adelante fue una presión darwiniana mucho más fuerte que la que tienen los españoles, por ejemplo, haciendo lo mismo. Argentina termina sacando emprendedores increíbles como Marcos Galperin o Martín Migoya. Nos vemos, nos apoyamos y tenemos como un origen en común que es ese origen de haber sufrido la Argentina con sus reglas arbitrarias, con su burocracia, con su envidia y dificultad para sacar las cosas adelante, con su deseo de no trabajar a veces (en los políticos, digo, porque hay gente muy trabajadora en la Argentina, pero no parecen estar representados por ahora por las fuerzas políticas, vamos a ver si esto cambia).
- ¿Y qué consejo le darías a ese emprendedor que está en este terreno tan hostil como la Argentina?
- Lo primero que le diría es que trabaje desde Argentina, pero no para Argentina. Uno puede trabajar desde Argentina, creando empleo en el país, pero no para el mercado argentino. El mercado argentino puede engañar, por sus 47 millones, pero es un mercado que tiene una demanda muy deprimida. Y el otro consejo es que además hay que hacer uso de todas las herramientas que te permiten actuar en cualquier lado del mundo. Eso por ejemplo Globant lo aprendió muy bien y tiene un montón de gente en la India. Es decir: “Ok, no estoy en el centro del planeta, pero voy a aprovechar y me voy a globalizar como individuo”.