Tiempo Perdido busca, según sus autores, contar la historia de un país. Desde la carta al lector, Marina Dal Poggetto y Daniel Kerner asumen una tarea titánica. Ese país es la Argentina y el libro analiza cómo la política y la economía ingresaron desde 2015 en un laberinto del que no supieron, no quisieron y no pudieron salir. O, siguiendo la metáfora náutica que ordena sus capítulos, cómo se rompió la brújula de un barco averiado que terminó a la deriva.
La directora ejecutiva de Eco Go Consultores y el director para Latinoamérica de Eurasia Group, la consultora de riesgo político líder en Estados Unidos y que dirige Ian Bremmer, cuentan en diálogo con Forbes Argentina las claves del libro, al tiempo que analizan el escenario actual.
Para algunos, todos los males de la Argentina arrancaron con el peronismo. Para otros, con el neoliberalismo. Hay un relato histórico que cuando lo ponés todo junto es para golpearse la cabeza, explica Dal Poggetto.
-¿Qué reformas estructurales no hizo Argentina y en todo caso para qué modelo de desarrollo de país?
-Marina Dal Poggetto: Las hizo. En los 90 hiciste las reformas estructurales y después diste marcha atrás. Hay un régimen laboral y tributario que convive con un nivel de informalidad en la economía argentina tan alto que hace que el nivel de gasto público que tenés para compensar los desajustes que provoca la economía en términos de competitividad te genera un déficit fiscal que te condena a una tasa de inflación más alta. Si no recreas el ecosistema en el que estás funcionando es muy difícil que puedas estabilizar la macroeconomía. Al mismo tiempo, la promesa de reformas estructurales no te va a resolver los problemas de corto plazo. A esta nominalidad, con esta brecha cambiaria, con esta dispersión tremenda de precios relativos, requerís urgente un programa de estabilización que conviva con reformas estructurales. Mi sensación es que esa agenda no está en ninguno de los dos lados, esa agenda no existe. La discusión que tenés es si el ajuste lo paga en tiempo presente el Gobierno actual o patea la pelota para el próximo.
-Tanto el Gobierno como la oposición se culpan por la deuda. El macrismo dice me dejaron déficit y el kirchnerismo dice vos fuiste al Fondo y tomaste la deuda. Mientras tanto, los problemas siguen estando. ¿Qué costo tiene eso para el sistema político argentino?
-Daniel Kerner: Las explicaciones de los Gobiernos y de los analistas tienden a mirar la culpa del otro. Lo de la herencia. Todo el discurso de Néstor y Cristina siempre fue heredamos esa herencia horrible de los 90 y la resolvimos. Con Macri, las internas discutían si se había dicho o no la herencia recibida. Y después el discurso de Alberto Fernández es: yo vengo otra vez a resolver esto que me dejaron. Lo que tratamos de hacer es salirnos de esa dicotomía y ver que cada uno había cometido errores. Hay un problema que impacta en el diagnóstico y en la capacidad de encontrar soluciones razonables, porque ni siquiera el diagnóstico es el correcto. La estabilización de la que hablaba Marina requiere que al menos entiendas bien los problemas. Y después creo que hay una cuestión del cortoplacismo, que como saben que el que viene después va a cambiar todo, eso también enfoca demasiado en tratar de hacer salidas más rápidas que en pensar razonablemente. Impacta en el diagnóstico y en la voluntad y capacidad de hacerlo. En Estados Unidos, donde las instituciones funcionan mejor, la polarización a nivel político es casi absoluta. No creo que Argentina esté tan así.
-A diferencia de Estados Unidos en Argentina las dos coaliciones fracasaron económicamente. ¿Cómo impacta ese fracaso en la credibilidad de la gente sobre el sistema?
-DK: Me parece que Argentina es único. Todavía siguen siendo los principales bloques los que controlan el sistema político. De hecho en las elecciones todavía siguieron siendo esos dos. Si mirás América Latina y el mundo, los partidos tradicionales están en proceso de desaparecer por este descrédito. En Argentina por motivos diversos siguen sobreviviendo estas dos coaliciones. Ahí el riesgo es que si otra vez no logran hacerlo, eso empiece a romperse hacia otro lado. Todavía hoy no está eso. Pero donde se ve más claro es en cómo piensa el mercado y el mundo a Argentina hoy. Realmente hay un desinterés tan marcado por Argentina producto de todas las cosas que fueron pasando. Otro Gobierno podrá cambiar las expectativas pero costará mucho más que a los anteriores. Porque el mercado ya les cree menos.
-De 2015 para acá, ¿qué te preguntaban tus clientes sobre Argentina? ¿Cuál era su principal preocupación?
-DK: Durante el kirchnerismo era en qué momento viene la racionalidad y empiezan a moderar y hacer los ajustes, subir las tarifas, desintervenir el Indec. Durante el macrismo creo que había muy poca gente, Marina una de ellas, que veía las inconsistencias muy claras desde el principio. Ahí más bien era qué bueno que nuestros amigos están en el Gobierno. Y una vez que eso fracasó creo que otra vez la pregunta es en qué momento aparece el peronismo racional. En los dos períodos kirchnerista esa es un poco la pregunta.
-¿Es este Gobierno peronismo racional?
-DK: Para el mercado no. Todavía está la pregunta si van a ir al Fondo.
-MDP: Mientras tanto, los bonos valen 30 dólares.
-¿Cuáles fueron las inconsistencias económicas del Gobierno de Mauricio Macri?
-MDP: La agenda de Macri no era fácil. Tenía que cambiar la distribución del ingreso. Llegó con un mandato que no era ese. No tenía el Congreso y además quería ser visto como un Gobierno que no ajustaba, quería mostrar que no era un típico Gobierno neoliberal, sino con conciencia social de alguna forma. De arranque hubo una serie de medidas que estaban encontradas, totalmente desarticuladas. Una fueron las metas de inflación, el primer año estaban en 20-25% con la paritaria docente firmada casi en simultáneo en 40%; con aumentos tarifarios que multiplicaban por cinco la tarifa eléctrica, por tres la de gas, por dos la de transporte; y con un programa fiscal que el primer año en vez de ajustar aumentó el déficit de arranque, lo transformó de 3,8 puntos del PIB en 7. Salir del cepo antes de que venzan los contratos de futuro generó un aumento en la monetización que en ese momento equivalía a 12 puntos del PIB y generó una transferencia de ingresos violenta. El Banco Central decidió flotar. Hubo un blanqueo para financiar una reparación histórica, pegaron un salto en el gasto permanente con un flujo de una vez. El segundo año lo que había era una agenda política. El mercado te pedía que ganes la elección. Javier González Fraga tenía una agenda que era expandir el crédito, él dijo yo llegué a un banco del cual no me hubiera gustado ser accionista. Federico Sturzenegger miró de costado la inflación. La expansión del crédito no hacía ruido en la política monetaria. La elección de 2017 se gana holgadamente pero las distorsiones que habían recreado eran muy altas. Además, se habían sacado todos los controles de capitales y habías aumentado el nivel de endeudamiento a niveles que el mercado empezaba a mirar de costado. Tomaste un nivel de apalancamiento suponiendo que el mundo te iba a financiar para siempre. La euforia de los mercados no suele ser duradera.
-¿Un acuerdo light con el FMI estabiliza la macroeconomía?
-MDP: No estabiliza la macroeconomía pero evita una disrupción financiera. Permite en alguna medida mantener un status quo con una inflación alta, con una brecha cambiaria probablemente algo más baja que la actual pero alta, con una dispersión de precios relativos grotesca y muy inequitativa.
-¿La sociedad se banca un acuerdo con reformas laboral, previsional, impositiva y con salarios pulverizados?
-MDP: ¿Es la sociedad o el status quo? ¿La sociedad se banca una desestabilización de la macroeconomía? Hay seis millones de trabajadores formales defendiendo una no reforma laboral en un contexto donde tenés una Población Económica Activa de 18 millones de personas. Solamente un tercio tiene un empleo formal en el sector privado. Estás en un nivel donde en algún momento los costos asociados a no tomar decisiones van a aparecer. Si este es ese momento o no, la verdad que no lo sé. Si tenés un acuerdo con el Fondo que te posterga los vencimientos el nivel de inestabilidad financiera se puede acotar. En el medio, hay un Congreso partido y la necesidad de que la oposición lo apruebe. Estás en un dilema de prisionero de tres.
-¿Cómo perciben en Washington los empresarios, dirigentes y diplomáticos que haya un Congreso dividido que tiene que votar un acuerdo con el FMI y adoptar reformas económicas?
-DK: La pregunta que tienen todos es qué piensa Cristina de esto. A nadie ya le importa demasiado qué piensa el presidente, salvo que decida romper. La pregunta es: ¿Cristina aprueba esto? ¿Hasta qué punto? Creo que si Cristina está OK con hacer un acuerdo light, el resto de los actores se acomodará de alguna manera. Pero si ella o su grupo decide que eso no va, no va. La pregunta está más por saber qué piensa Cristina, más que por el Congreso y que por la oposición.
-¿Qué incentivos políticos tiene Cristina para moderarse?
-DK: El incentivo es la percepción de que la supervivencia política de este Gobierno está asociada a tomar medidas difíciles que garanticen la estabilidad. Es un poco lo que decía Marina: si vos no llegas a un acuerdo, te desestabiliza más financiera y económicamente la Argentina y eso es malo para el Gobierno. Lo que nosotros no sabemos es si la percepción de ella es así o si es como puso en la carta después de las PASO. Ella dijo perdimos porque ajustamos. Si ella cree que no hay que ajustar porque así pierde más, no sé qué tipo de acuerdo podés tener.
-¿Cuál es el principal déficit que tiene este Gobierno en términos políticos y económicos?
-DK: Creo que hay una combinación de falta de liderazgo y control organizacional, donde nadie maneja el Gobierno. El barco ya no tiene ninguna dirección, nadie lo está manejando.
-MDP: Creo que hay un poco más que eso. Hay un tema de praxis o de entendimiento, no creo que sea una cuestión solo de ordenamiento político. Hubo errores de cálculo graves en el diseño de la política económica, fue un error la decisión de negociar con los bonistas sin enmarcar en un acuerdo con el Fondo. No me queda claro que haya sido una decisión de Cristina. Los sectores que están acompañando a Alberto Fernández en contra de la Cámpora o del kirchnerismo no son los sectores modernos de la economía que generarán un cambio en la productividad. Los sindicatos, buena parte del empresariado local, los gobernadores son bastante defensores de su propio status quo. ¿Cómo hacés una corrección fiscal con todos estos jugadores adentro que están manteniendo el status quo? Por otro lado, los técnicos no tienen votos, los tienen los políticos en función de demandas de la sociedad. Me gustaron dos cosas que me dijeron el otro día: necesitás un político que no gobierne mirando focus group; y todos queremos un tirano que piense como nosotros.