Este año, la economía local se vio duramente castigada por la sequía que desequilibró aún más la situación fiscal y cambiaria. Para la segunda mitad, desafortunadamente, también se espera que existan otros factores que atenten contra el país, según la consultora Ecolatina.
El impacto negativo de la sequía complejiza aún más un panorama fiscal que ya estaba previamente condicionado por la situación heredada (acumulación de deuda flotante a fines de 2022, anticipo de exportaciones por las dos primeras ediciones del dólar soja) y los trade off en materia de política económica al momento de elegir las partidas a ajustar (cada recorte tiene un costo asociado) para converger a la meta acordada con el FMI, se explicó en un informe.
En este marco, el déficit primario inercial de cara al 2023 es considerablemente mayor al desequilibrio de 2022 del 2,4% del producto bruto interno (PBI), llegando a al menos el 3,5%.
Esta cifra sería posible por, en primer lugar, el impacto negativo de la sequía en los derechos de exportación, que restará recursos por un aproximado del 0,6% del PBI. Si bien en términos brutos la pérdida sería aún mayor, se compensaría parcialmente por la ganancia de nuevas ediciones del dólar soja.
Por otro lado, Ecolatina mencionó que también afectará la caída de la actividad económica que impactará negativamente en otros ingresos. En este caso, por las restricciones a las importaciones debido a la escasez de divisas, el PBI se contraerá otro 0,2%.
Por último, a diferencia del 2022, este año el Gobierno no podrá contabilizar las ganancias asociadas a las colocaciones de deuda sobre la par de activos indexados a la deuda soberana, que representa un 0,3% del PBI.