Las reservas líquidas del Banco Central quedaron esta semana a un paso de perforar los u$s 800 millones, tras tener que vender en lo que va de noviembre unos u$s 750 millones, según cálculos privados.
Las reservas netas del BCRA se ubicaban en u$s 6.540 millones, incluyendo la tenencia de oro (u$s 3.697 millones) y un saldo de los DEG (derechos de giro) enviados este año por el FMI, de u$s 2.033 millones.
Los datos fueron difundidos por el Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social (Geres), y explican en parte la fuerte reacción negativa que mantuvo el mercado esta semana.
El Banco Central informó el viernes reservas internacionales por u$s 42.273 millones, pero allí se incluyen depósitos de los ahorristas y otros activos a los que, en teoría, la autoridad monetaria no les puede echar mano.
El debilitamiento del nivel de reservas se profundiza aún más si se tiene en cuenta que en diciembre la Argentina debe hacerle un pago de u$s 1.900 millones al FMI.
Ante este deterioro, el BCRA dejó de intervenir en el mercado de dólares financieros, lo que explicó que por primera vez la cotización del contado con liquidación superara a la del blue. Las intervenciones a pérdida en el mercado que hizo el BCRA antes de las elecciones legislativas, profundizaron la desconfianza de los inversores. A esto se suman las dudas cada vez mayores entre los analistas sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo con el FMI.
En este escenario, el ministro de Economía, Martín Guzmán, rechazó de plano una devaluación que, para el mercado, está cada vez más cerca.
El BCRA cerró la semana posterior a las elecciones con una pérdida de otros u$s 60 millones de sus reservas el viernes en intervenciones sobre el mercado de contado del dólar.
En la semana acumuló una pérdida de u$s 120 millones y poco más de u$s 750 millones en lo que va del mes. El mercado concentra cada vez más su atención sobre el nivel de reservas líquidas del BCRA, un dato que la autoridad monetaria mantiene en total secreto.
Operadores de la Bolsa porteña indicaron que el Gobierno tiene pendiente mostrar un plan para reducir los desequilibrios, porque de lo contrario la desconfianza seguirá. Explicaron, además, que ese plan excede un acuerdo con el FMI, y debería incluir un sendero decreciente del déficit fiscal, reducción de la brecha cambiaria, incentivos a la inversión extranjera y quita de subsidios sobre la economía. Existe preocupación, también, porque la inercia inflacionaria se mantiene más allá de los anuncios de congelamientos de precios.
En noviembre los analistas esperan que la inflación se ubique otra vez sobre el 3%. Además, se aguarda que el año cierre con una escalada superior al 50% en el índice de precios. Esa proyección ejercerá un arrastre muy fuerte sobre el costo de vida del 2022.
La consultora LCG advirtió que ante ese escenario la recuperación de la economía prevista para el 9% este año, tendrá muy pocas chances de mantenerse siquiera en la mitad de ese nivel en el próximo. "La inercia inflacionaria creciente es algo muy riesgoso para una economía que acumula desequilibrios fiscales, monetarios y de precios relativos", indicó.
El riesgo país se ubica en la zona de los 1.750 puntos, lo cual refleja la desconfianza sobre los bonos de la deuda y la capacidad de repago que tiene el país.
Mientras la inflación se encamina a la zona del 50% anual, el dólar sólo subió apenas 20%, lo cual es motivo también de cuestionamientos por parte de los analistas económicos.
Antes de ser ministro de Economía, Martín Guzmán siempre advirtió sobre los enormes perjuicios que tiene para el economía dejar que el dólar se atrase. Ahora, la mayoría de los analistas económicos y financieros le están recordando aquella palabras que sostenía cuando aún no era funcionario.
* Por José Calero para NA