Llega el secretario del Tesoro norteamericano: buscan anunciar el primer acuerdo arancelario con Estados Unidos en medio de la guerra comercial
Las condiciones que impone la administración de Donald Trump son exigentes en términos políticos e incluso con alto costo fiscal para la Argentina, Hay expectativa, además, por una asistencia financiera directa. Sería un enorme gesto de apoyo y golpe de efecto en el inicio de la nueva etapa para la economía.

Las negociaciones son todavía febriles y el secretismo en torno al anuncio de un acuerdo por los aranceles es casi total. Es que las condiciones que exige Estados Unidos no son fáciles de alcanzar y existe la posibilidad de que todo finalmente se reduzca al anuncio de un "anuncio inminente" respecto del acuerdo por los famosos 50 productos que el Gobierno pretende que ingresen sin impuestos de importación a suelo norteamericano. Pero el objetivo apunta a confirmar el primer acuerdo comercial alcanzado con la administración de Donald Trump a 10 días de lanzada la más feroz ofensiva comercial contra China y el resto del mundo.

Sumado a la expectativa de una ayuda financiera excepecional que nadie confirma, ése es el telón de fondo de la llegada hoy de Scott Bessent, el secretario del Tesoro norteamericano. La meta es ambiciosa, Las negociaciones estaban iniciadas incluso antes del "Día de la Liberación" en el doblemente fatídico 2 de abril pero a partir de ese momento adquirieron una nueva dimensión. Las exigencias de Estados Unidos no son fáciles de satisfacer. Esencialmente porque van mucho más allá de los aranceles e implican decisiones que deben ser aprobadas por ley o, en el peor de los casos, un decreto de necesidad y urgencia. Pero incluso aquellas medidas que están a tiro de la lapicera del presidente Javier Milei, el costo (económico) es alto. Por caso, la tasa de estadística que se cobra sobre las importaciones. 

Es uno de los primeros puntos sobre los que hace foco el documento del gobierno estadounidense sobre las barreras. Por ese concepto, el Gobierno espera recaudar este año una cifra aproximada a los USD 800 millones. "Las 11 medidas que nos piden terminan teniendo costo fiscal, si fuera sólo por el 10% de arancel habría que ver incluso si vale la pena. Pero son muchos los factores en juego", explicó una fuente involucrada en esas negociaciones. 

No es la única dificultad: Estados Unidos también reclama por una ley de protección a la propiedad intelectual que en la Argentina hace 30 años no logra avanzar. El documento, incluso, hace mención a La Salada en la provincia de Buenos Aires como "uno de los más grandes mercados negros para productos falsificados y pirateados en la Argentina (que) continúa la venta de productos falsificados en línea". Para cumplir con ese pedido, Milei apenas podría anunciar el envío de un nuevo proyecto de patentes al Congreso o bien firmar un DNU que tendrá que jugarse a su suerte en el mismo ámbito, lo que además brindaría un menor nivel de seguridad jurídica. 

Claro que existe otra serie de requisitos, referidos a la importación de ganado en pie y también de maquinaria, particularmente agrícola. Son mercados donde ambas economías compiten, cada una a su escala. 

Todo parece relativamente menor, sin embargo, a la luz de la trascendencia que tiene en el actual contexto internacional que Bessent aterrice en Buenos Aires. La visita durará menos de un día pero no se trata de una escala en medio de una gira sino que retornará a Washington tras haber sido testigo de un hito en la gestión del Gobierno con el debut del nuevo esquema cambiario y el primer día del levantamiento de gran parte de las regulaciones que conforman el cepo cambiario. Llega, además, después de que el Fondo Monetario aprobara el viernes el acuerdo con la Argentina por la que se desembolsaron US$12.000 millones que impactarán hoy mismo en las reservas del Banco Central, a la espera de otros US$3.000 que llegarán en junio, además de desembolsos de los organismos multilaterales como el BID y el Banco Mundial.

Si existe también una línea directa de los Estados Unidos a través del Exchange Stabilization Fund (ESF), para cuyo uso el presidente norteamericano tiene amplia discrecionalidad, es un as escondido que hasta el momento no se confirmó. Tampoco hubo desmentidas.