Dante Sica fue uno de los funcionarios clave en lo que fue la gestión presidencial de Mauricio Macri. Fue ministro de Producción, primero, y de Trabajo, después, además de uno de los principales referentes del Gobierno del Pro.
Hoy -al frente de la consultora Abeceb- no está dentro de la política, aunque seguramente hubiera ocupado un cargo en un eventual gobierno en caso de que Patricia Bullrich hubiera ganado las elecciones. Más allá de esto, la realidad es que hoy se lo ve bastante alineado con la gestión de Javier Milei, con quien afirma no tener contacto.
Ese camino en común, incluso, lo lleva a analizar durante una entrevista que mantuvo con Forbes que el plan económico que hoy tiene en marcha La Libertad Avanza "es el que quiso llevar adelante Cambiemos", aunque con la diferencia de que no contaba con el apoyo social con el que hoy sí cuenta Milei.
Pero Sica también pone el ojo en los inconvenientes que podría afrontar la gestión libertaria. Y se enfoca más en los "errores no forzados" que comete el Gobierno, que los escollos que, por ejemplo, puede poner la oposición.
- ¿Qué análisis hace del primer año del Gobierno? ¿Va en línea con lo que esperaba?
- Desde el punto de vista económico creo que este gobierno sorprendió en materia de lo que fueron los números. Todo el programa macro, que llevó a la estabilización, la corrección de precios relativos, un proceso de desinflación, fue mucho mejor de lo esperado por todos los analistas y organismos internacionales en los inicios de 2023. Veníamos de una economía totalmente desanclada y que estaba a un paso de entrar en un proceso de hiperinflación.
El Gobierno demostró dos grandes atributos. Por un lado, una fuertísima convicción en especial por parte del Presidente, que además es el ancla principal del programa económico. Esto lo digo, sobre todo, en cuanto a su convicción de que el problema de base de los desequilibrios tenía que ver con los temas fiscales, e hizo un ajuste impresionante durante el primer año tanto al resolver cuestiones fiscales como monetarias. Por otro lado, hubo una un fuertísimo pragmatismo del equipo económico. Se manejó con prudencia y pragmatismo, dando pasos a veces más lentos para lo que demandaba el mercado (como es el caso del cepo), pero muy firmes.
- ¿Considera que las expectativas negativas que había en un inicio hoy están disipadas?
- Las expectativas más pesimistas que había hoy están quebradas. Ni el mercado ni los distintos actores ponen en duda que el Gobierno va a mantener el equilibrio fiscal, ni que seguirá su programa monetario, o que está dispuesto a eliminar el cepo, o sostener el proceso de desinflación, e ir bajando impuestos. Este año, con un entorno externo un poco más duro por las medidas que está tomando Trump, en estos momentos quizás la única incertidumbre o la única duda del mercado es cómo será la salida del cepo y en especial el nuevo régimen cambiario, en una economía bimonetaria. En la Argentina tener certezas con respecto al régimen cambiario siempre es importante.
- Hace un año que se habla de la salida del cepo pero nunca ocurre. ¿Ve que es algo que realmente puede ocurrir o es más un ideal?
- El cepo es como la piel de la cebolla: tiene distintas capas. Hoy ningún importador podría decir que tiene cepo, ya no hay más restricciones para las importaciones y los dólares están disponibles a 30 días. El Gobierno todos los días liberaliza y va quitando una restricción al movimiento de capitales. Obviamente si uno mira la cuenta de dólares este año el Gobierno está justo: van a ingresar todos los dólares que necesita para poder pagar todos los compromisos, pero sin acumular reservas. Entonces en esas condiciones hoy es más difícil. Si no resuelven los stocks, si no tiene un monto de reservas por ingresos de organismos internacionales o por acceso al mercado fuerte como para poder negociar una salida para ese stock, no creo que pueda salir del cepo de golpe sino que seguirá haciéndolo gradualmente en la medida que fortalezca las reservas. Por eso es tan importante el inicio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional; porque si el Gobierno logra un acuerdo que permita un adelanto de dinero fresco, y eso le permite al Gobierno salir a cerrar algún tipo de financiamiento con los bancos que refuerce su posición de reservas, quizás esté en mejores condiciones para hacerlo de una vez. Sino, creo que irá desmantelando todas estas restricciones hasta que esté convencido.
- Pero el Fondo no quiere esperar por esa gradualidad sino que pareciera estar más apurado con el cepo y el tema cambiario
- Es cierto. A veces los mercados tienen más inmediatez que la economía real. Pero en estas condiciones, sin un monto de reservas importante, no creo que el Gobierno, si tomamos en cuenta el objetivo de fortalecer el proceso de desinflación, ni quiera ni pueda poder hacer una liberalización rápida. Después está la teoría. Pero en esta le doy la derecha al Gobierno. Está bien que se tome el tiempo que sea necesario como para que el momento de liberar el cepo pueda ser un punto de no retorno. Recordemos la experiencia que tuvimos con Mauricio Macri. Lamentablemente se inició la gestión liberalizando el cepo y quitando retenciones, y por las distintas crisis y situaciones se terminó poniendo nuevamente un cepo y volviendo a aumentar las retenciones.
- Milei tenía a Macri como una suerte de referente; no se a esta altura si todavía es así. ¿pero ve similitudes al menos en cuanto a las ideas?
- En términos generales el programa económico de Milei es el programa el que quiso llevar adelante Cambiemos. Lo que pasa es que el mandato social que tiene Milei es muchísimo más fuerte que el que tuvo Macri en su momento. Él fue un liberal enjaulado. Primero, ganó las elecciones con una coalición donde estaba la Coalición Cívica y el radicalismo, con los matices que tiene el radicalismo. Entonces ya no era el gobierno del Pro, era el gobierno de una coalición. Segundo, se ganó el ballotage por un punto y medio. En ese momento el ambiente social era sacarse el kirchnerismo de encima.
- Pero eso también se dio en la última elección
- No, creo que fue distinto. El ambiente social era muchísimo más fuerte. No es que la gente se acostaba a la noche y se levantaba a la mañana pidiendo que privaticen Aerolíneas Argentinas o tener superávit fiscal. Pero el impacto de la pandemia y la cuarentena se sintió. Hubo un empobrecimiento generado por la aceleración de la inflación, hubo encierro mientras la clase política, hubo un retraso en las vacunas... Todo eso tuvo un impacto muy fuerte en la población, que dijo "basta" a un modelo que era totalmente empobrecedor. El mandato social que tuvo Milei era mucho más fuerte.
- Y su lectura es que todo esto le dio a Milei un margen más amplio para hacer algunas cosas, algo que no tuvo Macri
- El programa económico actual era el programa que queríamos llevar adelante. Lo que pasó es que las restricciones, los temas de la coalición, y algunos errores que a lo mejor se cometieron en el primer año, debilitaron a la gestión. Pero no habría habido un Milei sin un Macri antes. En materia económica es claramente lo que en el gobierno de Macri se quiso llevar adelante.
- La estabilidad cambiaria y el control de la inflación sin dudas contribuye a ese apoyo social ¿Ve margen para que se mantenga ese escenario?
- Primero, el mandato de la gente para Milei era terminar con la inflación y recuperar cuestiones de seguridad. El Gobierno tiene y tuvo muy claro durante todo el primer año que el tema era la inflación, y creo que es el motivo por el cual la gente sigue manteniendo un apoyo de casi el 55%. Entonces, ¿el cepo es importante?, claro que es importante, en especial para las inversiones de largo plazo. Argentina es un país que viene de un récord muy negativo, somos violadores seriales de contrato y defaulteadores seriales de deuda. Yo creo que esta vez es distinto por esto del mandato social.
- El Gobierno insiste con su idea es bajar los impuestos, algo que no viene pasando. ¿Es una opción viable realmente?
- Creo que sí pasó
- Pero se esperaba algo más fuerte
- Hay que tener en cuenta que de los cuatro grandes impuestos nacionales más distorsivos, el primero es la inflación, que afecta no solo a todos los procesos productivos, sino a la gente; el segundo era el impuesto PAIS; el tercero es el Impuesto al cheque, débitos y créditos, y el cuarto es retenciones. Sacando la inflación, el resto aportan tres puntos y medio de recaudación. Entonces yo diría, ¿en 2024 qué impuestos eliminó el Gobierno? Primero, la inflación, que es el más regresivo de todos los impuestos. El segundo que se eliminó a finales del 2025 fue el impuesto PAIS. Para poder eliminar retenciones (que ya comenzó con un proceso paulatino), el Impuesto al Cheque hay que lograr al menos dos puntos y medio de superávit financiero. Lo que tenemos que mirar ahora es la consolidación del proceso de baja de gasto estructural, la eliminación de los subsidios económicos a la energía, la eliminación del financiamiento a las empresas públicas y su privatización y el reacomodamiento de la estructura impositiva para que el Gobierno pueda, con un superávit genuino, empezar a bajar impuestos. No va a haber baja de impuestos si no hay baja de gasto.
- ¿Puede tener problemas la industria local con la apertura de importaciones?
- El Gobierno no hizo una apertura, sino que normalizó el comercio. Veníamos de una situación anómala que era administración casi total del comercio. Una empresa para poder importar dependía de la voluntad de un funcionario. Y eso impactaba no solo en la producción sino en muchos otros aspectos. Eso el Gobierno lo normalizó y se eliminaron muchas trabas que eran parancelarias, que trataban de frenar la importación y se ordenó el sistema de pago. Obviamente que cuando hay más competencia, aquellos sectores que necesitaban de la protección porque tenían baja competitividad, van a tener que empezar a trabajar. Vamos a ver procesos de fusión, consolidación y algunas empresas seguramente cambiarán sus unidades de negocio o algunas cerrarán porque no podrán competir.
- ¿Esto no puede pegar también en un mercado del trabajo que ya de por sí no es el ideal?
- La Argentina tiene un problema de calidad de empleo, no de empleo. Si analizamos los últimos 15 años el empleo privado formal estuvo estacionado casi en 6 millones de trabajadores, y el empleo informal pasó de 3 millones a 5,5 millones. Entonces no es un problema de empleo, es un problema de calidad de empleo. Por distintas cuestiones, uno si quiere se informaliza para tener un mejor salario porque el aporte del fondo de pensión es casi un impuesto. Hay que apuntar a una agenda de competividad: desregulación y adecuación de las regulaciones laborales a las nuevas dinámicas del trabajo.
- ¿Por qué nunca termina de avanzar la reforma laboral, que está dando vueltas, al menos, desde que usted fue Ministro de Trabajo?
- La Argentina tiene un marco en general regulatorio que responde más a la segunda Revolución Industrial que a una economía donde hoy estamos discutiendo la incorporación de inteligencia artificial en todos los procesos productivos. Eso se va a tener que adecuar y allí incluyo a los convenios colectivos, las nuevas ocupaciones o las nuevas formas de contratación. Tal como está planteado hoy, tal vez para algunas ocupaciones industriales de grandes empresas puede ser que todavía algo del marco regulatorio sirva. Un ejemplo puede ser el de SMATA, que tiene un buen convenio con Toyota y es una de las empresas más productivas del país con este marco laboral. Ahora, también es cierto que el sindicato acompañó la evolución, porque el convenio especial de esa empresa es muy distinto al de esa actividad. Todo va a tener que adaptarse a las nuevas necesidades.
- ¿Hay gremios más "amigables" que otros para discutir estas cuestiones?
- Hay distintos gremios. Los estatales siempre son más contestatarios porque con el tema de la "estabilidad laboral" siempre tuvieron menos que perder. Después hay algunos gremios muy radicalizados que buscan el conflicto por el conflicto mismo, porque es su forma de crecer políticamente. Y después hay un conjunto de gremios más peronistas, que siempre negoció, que tiene más flexibilidad en la negociación. Se deben discutir los marcos laborales. Hay convenios colectivos de la década del 70, cuando ni siquiera existía la computadora; convenios de actividades que ya desaparecieron.
- Dentro de las coincidencias que marca entre el programa de Milei y el de Macri también aparecen las privatizaciones, aunque el presidente parece ir mucho más a fondo. ¿Coincide con la necesidad de que sea algo tan profundo?
- Es imposible en un país con 45% de pobreza pensar que se pueden mantener empresas deficitarias. El Gobierno tiene que atender las cosas que tiene que atender. Hoy hay, por ejemplo, un quiebre en el sistema de salud. Esos son los servicios en los cuales el Gobierno se tiene que concentrar. ¿Para qué quiere tener el Gobierno una flota mercante? ¿Para qué quiere tener una aerolínea? ¿Para qué quiere tener ser socio de Costantini en Nordelta? No tiene sentido; hay un desfasaje. Y hay temas que tendrán que ocuparse también las provincias en materia de provisión de bienes públicos para recuperar las cuestiones de movilidad social. ¿Cómo aporta a la movilidad social ser dueños de Aerolíneas Argentinas y tener que poner todos los años US$ 500 millones para que siga volando? No tiene sentido.
Hay provincias que piensan diferente. Axel Kicillof dijo que a Buenos Aires le interesaría quedarse con Aerolíneas.
Es una locura. Kicillof tiene que hacerse cargo de los hospitales. La provincia está quebrada y está muy mal administrada desde hace años. Va a cometer la misma locura que Eduardo Duhalde en los 90: cuando el gobierno de Carlos Menem empezó un proceso de privatización él, para diferenciarse, estatizó. Ahora la provincia paga sueldos todos los meses para un astillero que hace 25 o 30 años que no hace un solo buque. ¿Para qué quiere la Provincia tener un astillero que no hace buques?.
- Tanto para temas como la reforma laboral o las privatizaciones el Gobierno precisa del Congreso, que no siempre le juega a favor. ¿Puede cambiar esto?
El Gobierno logró dos grandes instrumentos, como el DNU 70 y la Ley de Bases.
- Claro, pero no salió tal cual esperaba; fue bastante lo que quedó afuera de la idea original.
Pero igual es muy importante. Son dos instrumentos que permitieron por ejemplo avanzar muchísimo en muchas desregulaciones. Obviamente tienen el techo del Congreso. Cuando el Gobierno consolide su presencia en Diputados, habrá una agenda reformista muy fuerte. La Argentina debería estar cambiando alrededor de 3.000 leyes.
- En medio de esto, también aparece la relación del oficialismo con el Pro. ¿Cómo cree que evolucionará?
- El Pro va a seguir acompañando todas aquellas medidas que tengan que ver con la profundización del cambio, la mejora del bienestar de la población.
- Pero las diferencias siguen estando. ¿Ve al Gobierno dispuesto a ceder en algunos casos o los ve más plantados como "los que mandan ahora"?
- Estamos en un año electoral y vemos los primeros escarceos. El gran riesgo político que tenemos hoy no está en la oposición. No está en el peronismo, que está totalmente implosionado. Hoy el riesgo político está en los errores no forzados del Gobierno. No veo riesgo político en términos de como pueda avanzar el proceso de conversación y de apoyo entre el Pro y La Libertad Avanza. Lo arriesgado es meterse en temas que no tienen sentido -como los de la libertad de elección sexual, entre otros- y que solo restan.
"¿Para qué se meten en eso?", dice
Errores no forzados. Puede ser de cualquier naturaleza. El riesgo político está ahí, no está en Cristina Kirchner, Kicillof o lo que pueda hacer el peronismo.
- ¿Las relaciones comerciales con el Mercosur y con Estados Unidos pueden complicar el panorama económico? En el primer caso Milei insiste con salir y en el segundo el presidente Donald Trump ya dijo que habrá aranceles.
- El Mercosur fue una traba y perdió el affectio societatis de su creación. En los últimos años no le sirvió para nada a la Argentina. Hoy hay muchos cambios a nivel internacional. La irrupción de la geopolítica en los conflictos, la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China, o hasta el impacto de la pandemia, cambiaron la direccionalidad del comercio, y generaron un nuevo ciclo de comercio global en el cual Argentina tiene todas las posibilidades de insertarse como no le pasó en las últimas décadas. La Argentina necesita y está en condiciones de tener acuerdos sectoriales estratégicos bilaterales para poder aprovechar la potencialidad de sus recursos. Atados al Mercosur y esperando el consenso de los cuatro va a ser muy difícil.
¿Salir del Mercosur sería una opción?
No salir sino flexibilizar. Podemos ser una zona de libre comercio y recuperar la política comercial como para poder tener acuerdos bilaterales.
- ¿Y Estados Unidos? Porque el Gobierno de Milei plantea una suerte de trato especial para la Argentina pero Donald Trump está cambiando las reglas hasta con México y Canadá.
- Estados Unidos es un país grande que tiene la posibilidad de poder "violar" estas normas. Donald Trump con los aranceles iría en contra del tratado que firmó, el nuevo NAFTA. Obviamente esto cambia las reglas de juego y tiene un impacto. La Argentina puede tener un acuerdo con Estados Unidos, no le importa tanto el comercio, porque nuestras estructuras productivas son muy similares, pero sí en materia de inversiones y en especial en el tema energético y de tecnología.