La inflación es la principal preocupación de los argentinos en las encuestas y los principales precandidatos comienzan a delinear sus propuestas para enfrentar los desequilibrios macroeconómicos que presionan al alza los precios. Para el economista Juan Carlos de Pablo el próximo Gobierno podrá enfrentar ese problema a través de una política económica que cuente con apoyo político y genere credibilidad.
En ese sentido, el reconocido consultor aseguró en diálogo con Forbes Argentina que no le interesan las definiciones políticas de los políticos durante las campañas electorales.
En cuanto a la dolarización, manifestó: Es una pavada, le hacen perder tiempo a la gente. El sistema monetario funciona. Yo no veo pesos tirados por la calle o en los tachos de basura.
- La inflación interanual apunta a superar nuevamente los tres dígitos en 2023. ¿Hay riesgos de que veamos una mayor espiralización?
- Hay un alarmismo que no es correcto de parte de algunos políticos, analistas y fundamentalmente desde el periodismo. La tasa de inflación aumentó en los últimos meses, es cierto, pero no estamos en una hiper ni por casualidad. Eso hay que decírselo a los que tienen empresas, comercios o algún tipo de negocio. Son los mismos que desde hace tres años anticipan un fuerte salto devaluatorio, por ejemplo. Veo que hay mucha gente que es esclava de sus palabras. Yo todos los lunes vivo contento porque no reviso lo que dije la semana anterior, sino que analizo las variables en el momento en el que debo hacerlo con la información disponible.
- ¿El próximo Gobierno puede generar expectativas de que a partir de 2024 habrá una mayor calma en el frente de los precios?
- Lo primero que se necesita es definir y llevar adelante una política económica, pero para eso se necesita un respaldo político que por lo menos ahora no existe. La segunda mitad del Siglo XX tiene ejemplos de programas que no tuvieron ese apoyo y terminaron mal: José María Guido, Isabel Martínez y Fernando de la Rúa. Debo decir que considerando el vacío político actual Sergio Massa y Gabriel Rubinstein no lo hacen tan mal. Algunos dicen que la gestión tiene gusto a poco, pero aplican un análisis de mercado de un país normal en un contexto que no es normal. Luego, el próximo Gobierno tiene que arrancar generando credibilidad, pero eso no se hace por decreto. Se da con la convicción del presidente, la claridad con la que habla, los votos con los que cuente en el Congreso, el equipo económico que lo va a acompañar, entre otras cosas.
- Las propuestas de los principales candidatos van desde sacar el cepo el día uno, pasando por desdoblamiento, hasta prender fuego el Banco Central.
- No me interesan tanto las definiciones económicas que dejan los políticos en campaña. Para mi gusto a los candidatos se les están haciendo muchas preguntas económicas. Algunos son economistas como Javier Milei y Horacio Rodríguez Larreta, pero otros como Patricia Bullrich no y no tienen porqué serlo. La realidad es que las medidas que puedan tomar van a estar condicionadas por el país que tengamos el 11 de diciembre porque las decisiones muchas veces se contradicen. Si no se ordenan los precios relativos no vas a poder bajar la inflación. Si alguien me dice que va a bajar la inflación manteniendo las tarifas atrasadas no le creo. El conflicto lo tiene que administrar la política, aunque eso no quita que hay que hablar claro sobre la situación. Lo principal es ordenar la parte fiscal y por eso es necesario tener un programa creíble.
- ¿Considera que la dolarización es una opción viable para bajar la inflación?
- La dolarización es una pavada, le hacen perder el tiempo a la gente con discursos grandilocuentes. Un ejemplo: vamos al bar de la esquina, pedimos la cuenta y son $500 pero yo le pago con un dólar. Me cantó el precio en pesos, le pagué en dólares y puedo ahorrar si quiero en moneda dura. Con todos los problemas que tenemos no nos sumemos uno más. El sistema monetario funciona perfecto. Algunos dicen los pesos no sirven para nada o no los quiere nadie. Yo no veo pesos tirados por la calle o en los tachos de basura.
- El Gobierno sostiene que hay una parte del crecimiento que no se refleja del todo en las estadísticas oficiales. Un fenómeno que algunos llaman economía barrani, es decir, informal. ¿Cuál es su opinión al respecto?
- Si la medición del INDEC no capta la informalidad y resulta que la economía crece al 5%, simplemente digo: quiero ver si es cierto. Ese argumento lo escucho desde hace muchos años con gente que dice: Voy al centro de mi ciudad y los restaurantes están llenos. Mi explicación es mucho más sencilla: es la vida misma, tenés plata y ganas de salir a comer, lo hacés. La economía no está apagada, está estancada, que no es lo mismo, y la realidad es heterogénea. La vida sigue y a dios gracias de que así sea.
- ¿Es optimista sobre las oportunidades del país luego de 2024?
Con 79 años me acostumbré a tomar las cosas como vienen. El escenario está claro: el oficialismo tiene pocas chances de ganar, Juntos por el Cambio está mejor en las encuestas y Milei no tuvo buenos resultados en las provincias. La experiencia marca que cuando te sentás en el principal despacho del Ministerio de Economía el papelito con el temario depende mucho más de las circunstancias que de la ideología. No hago debates conceptuales en los medios de comunicación, hay que ir a lo concreto. El tipo que asuma los necesita a todos los técnicos posibles a disposición para después tomar las mejores decisiones que se puedan.
- ¿Cuáles son las principales preocupaciones que les transmiten los empresarios como consultor?
Después de medio siglo laburando como consultor llegué a la conclusión de que el empresario quiere que el Estado lo deje laburar tranquilo. Se pierde una cantidad enorme de energía en saber si le van a aprobar la importación al tipo de cambio oficial, le van a meter un nuevo impuesto o si renuncia algún funcionario porque se lleva mal con otro. La regla del juego tiene que ser: te va bien, pagás los impuestos y seguís tu ruta. Los empresarios son los que ven las oportunidades económicas y los sectores en los que conviene o no invertir.