En la Argentina, analizar el presente de la macroeconomía es preguntarse a la vez por el futuro de corto y media - no plazo, y por una salida que tiene pocos caminos posibles con repetidos costos sociales e institucionales. Encauzar variables muy desajustadas implica, al menos, un ordenamiento de las finanzas públicas, corregir precios relativos, sincerar el tipo de cambio, normalizar el esquema cambiario y sanear el balance del BCRA. Mucho para un año de elecciones presidenciales y con un frente social largamente dañado. Esteban Domecq, economista, doce te de Ucema, y fundador y director de Invecq Consulting, plantea que frente a la complejidad del escenario el próximo gobierno deberá tener “precisión quirúrgica” para que las medidas tengan poco impacto en la actividad y la economía pueda dejar la fase recesiva lo antes posible dañando lo mínimo posible el tejido social.
-La economía sale de un primer trimestre complejo. ¿Cómo se presenta el resto del año?
Fue un arranque de año negativo. La economía venía en fase contractiva desde agosto del año pasado. Segundo, hay un escenario que se agrava por el impacto climático de la sequía, impacto de casi US$ 22.000 millones. Pero hay otro factor que empeora el cuadro para una economía en la que faltan dólares: el desanclaje del intento de ir reduciendo la inflación a la zona del 4% es un dato muy negativo en el arranque del año y es un problema para el intento de anclar las expectativas en 2023. Esto tiene mucho impacto en todas las variables nominales –tasas de interés, ritmo de devaluación del dólar oficial, negociación de las paritarias–.
Un cuarto elemento tiene que ver no solo con el desvío en materia cambiaria del programa económico y las complicaciones que estamos viendo en materia de pérdida de reservas, sino también los desvíos en cuanto a la trayectoria del déficit fiscal y al programa financiero de las cuentas públicas. Hemos visto un resultado prima - rio muy negativo, agravado por la sequía, y el déficit está muy desviado de la meta - estimamos un déficit primario más cercano del 3% del PBI que al 1,9% del programa económico-. Otro elemento relacionado tiene que ver con que se está complicando la estrategia financiera, conseguir financiamiento y contener la brecha a través de los organismos públicos. Es una economía que ingresa muy desviada a las principales metas en materia fiscal, monetaria, financiera y cambiaria, en un cuadro agravado por la sequía.
-¿Qué margen hay de ir mejorando esas variables sin hacer una política de shock?
El recorrido a diciembre de 2023, con este panorama, luce complejo sobre todo en un segundo trimestre en el que se va a sentir el mayor impacto de la sequía, y donde la inflación está complicando muchos segmentos de demanda y la escasez de dólares está complicando mucho las reservas del BCRA. A todo esto hay que agregarle el calendario electoral con tensiones, que a su vez generan mayores complicaciones económicas, y por eso cada vez hay más incertidumbre, volatilidad y desconfianza, con lo cual es muy difícil que en el recorrido el Gobierno pueda tomar medidas de fondo para resolver problemas reales. La principal estrategia del equipo económico del “plan llegar” implica no hacer reformas de fondo, no corregir el problema fiscal ni cambiario, no devaluar, con lo cual nos está dejando una herencia macro muy complicada de administrar. Gane quien gane, el próximo gobierno va a estar casi obligado a aplicar políticas de shock.
-¿Cómo se llega y qué queda para el que venga?
El que venga lo va a hacer con actividad a la baja, con inflación en la zona de 115 a 120%, sin reservas en el BCRA, con una economía muy magnetizada, con un déficit grande y difícil de financiar. Cuando uno piensa en la economía que debería empezar a emerger a partir de diciembre, habrá que empezar a poner en caja el déficit fiscal y corregir partidas del gasto público quirúrgicamente, porque la economía ya está hoy con un deterioro del tejido social muy significativo, con lo cual el margen de acción social para corregir determinados problemas macro es prácticamente cero. Segundo, conseguir financiamiento para hacer estas correcciones de una manera más amigable va a ser muy difícil porque va a estar muy condicionado. Pero también va a estar muy condicionado políticamente, porque hoy no veo una fuerza política que se pueda imponer en las elecciones y obtener un caudal político que le permita avanzar de manera directa sobre reformas estructurales. Habrá que tener un gran nivel de precisión a la hora de encontrar el diagnóstico, hay que acertar en el tratamiento y luego ser efectivos en la ejecución. Esta es la complejidad del escenario.
-Este gobierno ha hecho una bandera de la no devaluación severa. ¿El mercado la puede imponer en medio de turbulencias políticas?
Es un buen punto. Llegar es evitar la devaluación y que la brecha cambiaria no se dispare. Pero si nos metemos en un episodio de inestabilidad financiera y la brecha se dispara, va a ser muy difícil que la política o la coalición de gobierno puedan contener ese escenario. ¿Por qué tenemos que sincerar el dólar? Porque, a plata de hoy, el dólar enero del 2021 es un dólar de $ 270 en mayo y hoy está $ 200. El tipo de cambio quedó barato, los importadores aprovechan la situación y le sacan todos los dólares al BCRA, y los exportadores hacen lo que sea para evitar liquidar. El mercado de cambio se asfixia. Entonces, la válvula ajuste es el freno a las importaciones, pero eso tiene consecuencias en la actividad. Por eso Argentina no puede seguir teniendo un esquema de tipos de cambio múltiples, no puede tener este nivel de brecha y no puede tener un dólar mayorista en la zona de los $ 200 para los precios relativos. El nuevo gobierno casi que va a estar obligado a normalizar el esquema, cambiar y sincerar el valor del dólar.
-¿Ese sinceramiento en el actual contexto no trae un riesgo de hiperinflación?
Una hiperinflación como la de los 80, interanual de entre 3.000 o 5.000%, diría que hoy no, o por lo menos no en 2023 y 2024. Ahora, la corrección del esquema cambiario va a soltar inflación reprimida, con lo cual en el arranque de un nuevo gobierno va a tener que acelerar antes de poder empezar a bajar. Si suponemos que no va a haber imprudencia en el manejo de la macro, la probabilidad de híper es baja. Pero sí está claro que Argentina va a ir a un ritmo de inflación más alto que el de hoy, y se puede estar hablando para el primer semestre de inflación interanual de 140, 160 o 180%.
-¿Qué costo social tendrán todas estas correcciones de variables sin control?
Cuando uno observa la pirámide social de Argentina, en los últimos dos años la economía se está achicando y se está acelerando en materia de inflación, lo que trae como correlato que gran parte de esta economía desequilibrada la están pagando los estratos medios, medios bajos y bajos. Esta es una fase de recuperación muy regresiva como pocas veces hemos encontrado. La caída del salario real en estos cinco años es del orden del 20%; en el sector privado está abajo de 16%, pero el sector informal está abajo de 42%. ¿Cómo vamos a contener el día de mañana este tejido social cuando hoy ya no estamos pudiendo? Para ver de qué manera instrumentar estrategias para mitigar o ponerle un piso al daño en esos segmentos vamos a tener que ver por dónde vamos a hacer la corrección de un déficit que no puedo financiar. ¿Qué vamos a hacer con los subsidios económicos, que algunos siguen mal designados? ¿Con las transferencias a las provincias? ¿Con los regímenes especiales? ¿Con los déficits de empresas públicas? La corrección fiscal requiere poner en caja por lo menos el déficit primario, tres puntos del producto, y hay que hacerlo con precisión para que estos segmentos sociales sean los que menos sientan ese proceso de correcciones.
-De las reiteradas fases recesivas en más de 140 años, ¿hoy la Argentina está en la peor crisis económica de su historia y de la región?
El desempeño económico de la Argentina a nivel regional ha sido de los peores. En los 40 años de período democrático, Argentina tuvo 18 en los cuales el PBI se contrajo. El crecimiento acumulado per cápita en estos 42 años fue del 22%, 0,5% por año, pero con mucha volatilidad. En el mismo período, Chile lo hace al 2,6%, Colombia al 2%, Uruguay al 1,8%, Perú 1,3%. Además, desde hace más de 20 años la región resolvió el problema de la inflación, tiene estabilidad, crecimiento económico con baja inflación y pobreza a la baja. Es un blanco y negro. Argentina tiene una dinámica macro con una mirada a largo plazo muy, muy negativa comparativamente con la región.
*La nota fue publicada originalmente en la edición de abril de 2023 de Forbes Argentina