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Macroeconomía

Eduardo Levy Yeyati: "Más que al consenso, apuntaría a un acuerdo de no obstrucción"

Florencia Radici Forbes Staff

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Para el economista, la polarización genera un nivel de incertidumbre paralizante. Cuáles son las reformas que debería encarar Argentina en 2024 y por qué no es una dicotomía entre shock o gradualismo.

28 Febrero de 2023 13.15

En un verano en el que empiezan a calentarse los motores de un 2023 cuya agenda estará dominada por la contienda electoral, Eduardo Levy Yeyati también está trabajando. En su caso, dentro del espacio radical, pensando en uno de los programas económicos de la oposición para 2024. Ingeniero civil por la UBA y con un doctorado en Economía de la Universidad de Pensilvania, Levy Yeyati fue economista jefe del BCRA, jefe de Estrategia de Barclays Capital y presidente de Cippec. Es, además, decano de la Escuela de Gobierno de la UTDT, donde fundó el Centro para la Evaluación de Políticas basadas en la Evidencia. En diálogo con Forbes Argentina, explica los pasos que debería dar el país para entrar en una senda de crecimiento, el futuro del trabajo y las reformas necesarias.

- ¿Cuáles son las medidas para encauzar la economía a partir de 2024?

- Es un buen punto, porque las medidas podrían hacer se en 2023 si hubiera algo de tiempo y confianza, y si sacáramos de la mesa toda urgencia de las elecciones. Dado que esto no es así, lo más probable es que recién para 2024 podamos pensar en medidas concretas para un plan de estabilización y crecimiento. No hay una receta simple porque el problema es bastante complejo. Por un lado, el país tiene que estabilizar su economía. Eso implica reducir o eliminar el déficit fiscal primario, un programa monetario consistente con una inflación en descenso que hacia fin de año esté en 20/30%, y algún tipo de acuerdo de precios y salarios para que esta desaceleración de la inflación no implique un sacrificio excesivo en la economía real. A eso le tenés que agregar que Argentina no tiene financiamiento. Entonces, tenés que resolver la deuda en pesos, hay que formular un nuevo programa con el FMI porque el actual está hecho para llegar a 2024, y el país tiene que reducir su prima de riesgo para tener acceso al financiamiento voluntario. No hay ningún nivel de deuda soberana que sea sostenible sin financiamiento.

 

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Eduardo Levy Yeyati

 

- ¿Están dadas las condiciones para dar estos pasos?

- Sí. ¿Cuáles son? Que un próximo gobierno tenga sustento político, que pueda negociar algún nivel de acuerdo en el Congreso y con otras fuerzas políticas para hacer un conjunto de reformas que nunca se hizo de manera mancomunada en la historia reciente del país. Sería innovador. Algunas se tienen que hacer rápido, pero sus frutos se ven a lo largo de los meses. Y tenés que tener la confianza de la gente, que es lo más difícil de generar, porque hemos tenido una serie de frustraciones. Pero las condiciones están dadas, confío en que el próximo gobierno va a intentar hacerlo y que tiene una alta probabilidad de éxito. De hecho, estoy colaborando en esa dirección.

- ¿Podría hacerse si continúa el oficialismo?

- Me da la sensación de que el gobierno peronista-kirchnerista no ha tenido la convicción de hacer estas medidas. Si no, las hubiese intentado. El mismo elenco que nos llevó hasta acá difícilmente genera confianza para convencer de que ahora va a hacer un cambio. Esto hace muy difícil que si este gobierno se reeligiera, con otro elenco pero con la misma orientación, pudiera llevar adelante estas reformas. No tienen la confianza y tampoco creo que tengan la convicción. Mi expectativa es que el cambio de gobierno sea hacia la oposición, y dentro de la oposición sí hay gente capaz trabajando en un programa que incorpore otras cosas, como reformas pendientes.

- ¿Cuáles son esas reformas? ¿Va a tener margen para hacerlas la persona que sea elegida?

- Va a haber un margen en los primeros momentos y no se debe desaprovechar esa ventana. Una de las reformas urgentes es la previsional, que son tres distintas: un acuerdo fiscal que habilite una reforma tributaria; un programa o una misión de formalización de la economía, es decir, que los impuestos los paguemos todos y menos (eso implica una reforma tributaria, una simplificación y eliminación de impuestos, un sistema más progresivo y un acuerdo fiscal). La reforma tributaria es esencial, hoy en Argentina nos estamos informalizando. Cuando mirás el mercado laboral, los trabajos que aumentan son los informales, porque hay trabas, controles cambiarios absurdos, inequidades. La formalización tiene que ser una misión del gobierno por una cuestión de equidad y fiscal.

 

Sergio Massa y Alberto Fernández
Para el economista, el próximo presidente surgirá de la actual oposición

 

- Vas a tener más gente pagando impuestos...

- Y aparte porque las empresas y los trabajadores formales tienen acceso a la formación, al crédito, aumentan su productividad y su producción. Entonces, tenés la reforma previsional, la reforma tributaria y el acuerdo fiscal. Con respecto al tema laboral, hay muchas cosas para hacer que no necesariamente implican dar vuelta la estructura de regulaciones y beneficios laborales, sino ampliarla. No hay nada malo con nuestra ley de contrato de trabajo, la mayor parte de los problemas están asociados con rigideces o picardías, con la alta frecuencia de despidos indirectos, con la generación de negocios alrededor del cese laboral, con una altísima tasa de ausentismo, exceso de rotación, precarización y falta de formación. Hay una serie de cuestiones que se pueden resolver sin tocar ninguno de los derechos laborales y respetando a rajatabla la ley de contrato de trabajo.

- Esas reformas requerirían consenso y negociación...

- Consenso es una palabra complicada porque se logran consensos alrededor de cosas que son lo suficientemente vagas como para que no quede en evidencia quiénes son los ganadores y perdedores. Hay consenso en que hay que estabilizar la economía, pero, cuando empezamos a ver cómo, aparecen las diferencias. Para gobernar necesitás un poco menos que un consenso: un acuerdo o incluso un pacto de no agresión. Si soy gobierno, no necesito que la oposición sostenga mis posiciones ni evitar las críticas. Lo que tenemos hoy en Argentina, y hace años, es una trampa de obstrucción, porque la oposición evita que vayamos hacia adelante de cualquier manera. Aspiraría a que hubiera una suerte de acuerdo de no obstrucción donde se discuten cosas, se critican otras, pero al final una ley va al Congreso, se debate y se aprueba.

- ¿Y eso podría darse, teniendo en cuenta la grieta?

- Hay dos temas relacionados con la polarización. El primero es que a veces resulta imposible discutir algo en el Congreso, algo que sería normal en cualquier democracia representativa. No salen las leyes, reformas o modificaciones que queremos impulsar. Y pasa otra cosa más grave: el péndulo. Los gobiernos están tan en los extremos y utilizan una retórica tan antagonizante que cuando llegan deshacen lo que hizo el anterior. Desde el punto de vista de los actores económicos hay pocas cosas más dañinas que este péndulo, porque las decisiones tienen un tiempo de maduración y el péndulo tiene un tiempo de oscilación mucho más corto. El péndulo de la polarización genera un nivel de incertidumbre paralizante. 

 

 

- ¿Cómo ves el aspecto social de cara a estas reformas?

- El aspecto o espacio social ya ha dejado de ser coyuntural. Es imposible pensar la política macro fuera de otros dos filtros o lentes: el social y el político. Hay una tendencia a la fragmentación política que hace muy difícil avanzar las reformas, se ve en Perú, Chile, Colombia y espero que no en Brasil. No podés pensar un ajuste diseñado en una sala llena de economistas –y lo digo como economista que ama su profesión–. No podemos pensar la estabilización sin llamar al espacio social. Argentina tiene una red de protección social muy extendida. Una parte de esta red está bajo ataque por buenas razones, pero eso no implica que hay que desmantelarla. En todo caso, hay que hacerla más justa y que compita menos con la inclusión laboral. La pobreza no se va a eliminar en cuatro años, entonces es fundamental como elemento estructural. Nadie creo que esté pensando en desmantelar el sistema de protección social. Para que cumpla su función hay que reordenarlo en función de la información concreta sobre los beneficiarios. Hay que fortalecerlo para contener los efectos no deseados de un plan de estabilización. En un gobierno uno nunca puede perder de vista que queremos llegar a algún lugar, pero de una manera que reparta los beneficios y costos de manera equitativa.

- Las medidas, ¿con shock o gradualismo?

- No es una situación binaria. Cualquiera que llegue al poder va a tener una ventana corta. Primero, porque la mucha o poca confianza que tenga va a durar poco, y aparte porque hay un problema de financiamiento, entonces hay que restaurar la solvencia fiscal. A fines de 2023 tenés que tener lo más importante de las baterías de medidas, reformas, simplificaciones y cambios regulatorios listos e incluso debatidos con los actores relevantes. Algunas de estas cosas llevan tiempo en su implementación, pero deberían ser anunciadas casi todas al inicio.

- ¿Eso implica que todo va a suceder el primer mes? 

- No, porque hay cosas que necesitan un desarrollo, pero el escenario, el programa y las primeras acciones tienen que estar sobre la mesa desde el día uno. Como no tenemos financiamiento, lo más probable es que tengamos que implementarlo de manera acelerada para no chocar contra una ventana de default o financiamiento inflacionario. No sé si eso es gradualista o shock.

 

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Eduardo Levy Yeyati

 

- ¿Cómo te imaginás 2023 a nivel económico?

- Los economistas estadounidenses tienen una expresión en inglés, muddle through, “ir zafando”, que es evitar una crisis mayor sin ningún cambio ni reforma permanente. La situación a fin de año –espero, porque es lo mejor que se puede esperar del país– debería ser más o menos como la que tenemos ahora. Podría estar peor si el Gobierno por cuestiones electorales se deslindara de la orientación que está mostrando y se endeudara a cuenta. Si el gobierno actual fuera irresponsable electoralmente, esto puede empeorar muy rápidamente. Mi expectativa, o quizá es una expresión de deseo, es que no lo van a hacer. Vamos a estar más o menos donde estamos ahora, por ahí un poco mejor en términos fiscales, por ahí un poco peor en términos de precios relativos.

- Este gobierno tuvo problemas de rupturas y conflictos internos. La oposición tiene, dentro de Juntos por el Cambio, diferentes líneas. Si ganaran, ¿podría suceder algo similar a lo que pasó con el FdT?. 

- No fue un problema en 2016-2019. Esta vez, incluso la oposición se conoce más y se están debatiendo mucho las cuestiones de contenido, ideológicas o diferencias de enfoque con suficiente antelación como para llegar con algo, no sé si consensuado, pero sí que todos tengamos un poco de claridad y convicción. Lo que se ve es una interna política, que es muy distinto. Hay diferencias, pero no son importantes, y aparte hay un diálogo permanente que hace que esas diferencias van a ser zanjadas a lo largo de este año. No veo ni la fragilidad política ni las desavenencias o cismas en términos de enfoque de política pública que hay en este gobierno. No podés llevar adelante una agenda tan ambiciosa si no tenés discutidos temas y avanzás espalda contra espalda, generando la confianza que necesitás para que el sector privado responda.

- ¿Cómo ves el futuro del trabajo y ahí a Argentina?

- Veo dos películas superimpuestas. Por un lado, un proceso más argentino de informalización de la economía, de pequeñas y microempresas que hoy enfrentan a un sistema tributario y laboral hecho para grandes empresas. Hay un dualismo que hay que recomponer. Pensar qué tipos de especificaciones o modificaciones transitorias al régimen podrían usarse para que esas empresas comenzaran a formalizarse y a formalizar trabajadores. Por otro lado, hay un cambio en las demandas de calificaciones de los trabajadores y Argentina no está mal posicionada. Tenemos cada vez más gente formándose y trabajando en sectores asociados a la economía basada en el conocimiento. Hay que invertir en formación y hay que formalizar a mucha gente que hoy trabaja para empresas extranjeras, pero que está fuertemente penalizada por el régimen cambiario dual. En el ínterin, hay un exceso de demanda de algunas disciplinas y déficit en otras. Ahí hay mucho para hacer desde el sector público, tanto en la modificación de los programas de enseñanza básica como en el fortalecimiento de los terciarios y la formación laboral.

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