En agosto, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) reveló que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 7%, mientras que el Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) creció un 8,2%. De esta forma, interanualmente, la inflación minorista acarreó una suba del 78,5%, mientras que la mayorista, del 73,9%.
Estas preocupantes cifras palidecen al ser comparadas con la inflación acumulada desde la llegada de Alberto Fernández a la presidencia. En los 32 meses de gestión, desde enero de 2020, los precios subieron un 220%.
Los datos asustan aún más cuando se contrastan con los alcanzados en gobiernos anteriores. Según la medición realizada por la consultora FMyA, en los primeros 32 meses de Mauricio Macri, los precios crecieron un 110%, mientras que en el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, alrededor de un 100%.
“La inflación argentina viene acelerándose y preocupa cada vez más. Fundamentalmente, por afectar a rubros que perjudican a los sectores más vulnerables, como lo indica el relevamiento de agosto del INDEC, en donde se muestra el crecimiento del rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas por sobre el nivel general de precios”, expresó Adrián Roque Moreno, analista de Research en LDT Brokers.
“Por otra parte, es destacable que, a pesar de parecer calmarse el problema cambiario que tiene el BCRA sobre falta de reservas internacionales y establecerse un veranito a nivel macroeconómico, los niveles de gasto publico continúan elevándose, lo cual se conecta con una mayor emisión de moneda que se traducirá en una inflación que pueda estar en el orden del 100%”, agregó el economista.
Para Roque Moreno, para continuar el sendero que modere el nivel de precios, el presupuesto del Gobierno deberá ser acompañado por un desembolso público “acorde a lo que se genera” para evitar desequilibrios que arrastren a la economía local a encabezar la lista de los países con mayores niveles inflacionarios.
Por su parte, Flavio Castro, coordinador del Laboratorio de Finanzas UADE, detalló que “el panorama hacia el futuro no es alentador”. “La inflación anualizada del mes de agosto que registró un 7% es del 125%, el promedio de los últimos tres meses anualizados, del 114%, y si consideramos el dato anualizado del promedio de los próximos tres meses del REM que publica el BCRA, estamos con un ritmo superior al 110%, lo cual todo indicaría una inflación para el 2023 superior a las tres cifras”, proyectó el especialista.
“El objetivo actual del Gobierno, de cara a un año electoral y en función del acuerdo con el FMI, más que bajar la inflación, es lograr que la misma no se espiralice. Dependerá de cuánto pueda financiar el Tesoro en las próximas licitaciones sin contar con financiamiento monetario y del impacto en la suba de tasas de interés junto con el ajuste en tarifas, para no poner presión en el mercado de cambios, manteniendo las restricciones”, añadió.
De acuerdo a Castro, bajar la inflación requiere de un programa, “donde el centro esté puesto en el accionar de la política monetaria, romper con la dominancia fiscal, mejorando las expectativas y de la mano de reformas estructurales”.