-¿La crisis es más política que económica?
-En el mundo, la economía está relacionada un 20% con lo que pasa y un 80% con la expectativa. El gran problema en Argentina es que nos resulta muy difícil construir expectativas positivas. El país tiene varios problemas, pero dos relacionados con lo económico: la inflación muy alta sostenida en los últimos 50 años -con algunas excepciones- y el nivel de pobreza, que si no se resuelve puede generar una conflictividad social difícil de gestionar para los políticos y complejo para convivir con los negocios. Para resolverlo tenés que crecer sostenidamente muchos años. Argentina tiene potencial en diversos sectores, pero tiene una restricción que hace que, por ejemplo, el año pasado hayamos crecido un 10% y este año las reservas estén agotadas. Cada vez que crece más de 2/3 puntos se le recrudece su restricción externa, su falta de dólares, y entra en una crisis.
-¿Es necesario el consenso en el sentido de que con déficit no hay camino?
-Argentina no tiene capacidad de endeudarse porque no tiene credibilidad. Nadie le cree, entonces nadie le presta. El nivel de déficit (se espera un 2,5%) es financiable en cualquier parte del mundo. Cualquier inversor podría ver a este país como un crisol de oportunidades, pero como tiene un déficit crónico no financiable la única manera que tiene de llevarlo a cabo es emitiendo. La emisión resulta en inflación. Argentina tiene que resolver su dilema fiscal, con una combinación de cosas. Es complejo, doloroso, no es fácil.
-¿Ves posible un consenso político de una continuidad de algunas variables que produzcan más estabilidad?
-En lo que resta de este Gobierno, me parece muy complejo. En el mismo partido hay sectores con visiones bastante antagónicas. Parece difícil que se puedan poner de acuerdo en los próximos 18 meses.
-¿Melconian no convenció a Cristina?
-Daría la sensación de que no. Y la oposición hace su juego, quiere ser una opción viable en 2023 y su nivel de involucramiento constructivo es limitado. Lo más importante es que quien tenga vocación de poder -vocación de servicio de querer hacer algo bueno para la Argentina- tiene que ser muy claro en qué es lo que propone y cómo lo quiere hacer. En materia de impuestos, no ser populista diciendo hay que bajar los impuestos y después te desfinanciás.
-Ya lo dijo Menem: Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie.
-Entonces no vamos a resolver el dilema. Si cada vez que hay una elección decimos lo que la gente quiere escuchar y después no lo podemos hacer porque no tenemos legitimidad… Es una oportunidad para el que quiere cambiar la Argentina, que lo diga en voz alta y que la gente que esté cansada del verso lo pruebe.