Al igual que su padre, Tomás Rottemberg, hijo del productor Carlos Rottemberg y la actriz Linda Peretz, siempre tuvo claro que su futuro estaría en el teatro. Casi como un legado guiado por la intuición, esa que emerge de forma casi natural en las personas cuyas familias cambiaron por completo el curso de una industria, Tomás Rottemberg no hizo más que seguir su instinto.
Hoy, gestiona y supervisa 16 salas de teatro, de las cuales 14 son de explotación propia y 2 de ellas están gestionadas por Grupo La Plaza. No es tarea sencilla, pero es un desafío que lo tomo con mucha responsabilidad, ¡y me gusta!, introduce Rottemberg. La gestión de las salas es una tarea distinta de lo que es la creación de contenido para las mismas. Sin embargo, el teatro como industria y generador de trabajo no deja de sorprendernos ya que, de un lado o del otro, se necesitan muchos procesos creativos, de diseño y horas hombre para llevarlo a cabo, asegura el empresario.
Para el 2023 proyectamos que pasen, en forma aproximada, 1.200.000 personas por nuestras salas, adelanta Rottemberg, quien dialogó mano a mano con Forbes Argentina sobre su trabajo como empresario, qué aprendió de su padre -quien cambió la historia del teatro en la Argentina- y la realidad del sector.
¿Cuáles fueron las lecciones más importantes que aprendiste comercialmente de tu papá?
Ética profesional, en primer lugar. Trabajamos con personas. La industria del teatro se basa en el trabajo colectivo de muchos integrantes, donde cada uno pone sus capacidades y juega un rol fundamental. Hay que entender que el día que el público ve una función, el hecho artístico se desarrolla porque cada una de esas personas puso lo suyo. El teatro no es solo una actividad social desde el punto de vista del público. También está basado en lazos sociales de los que somos partícipes y trabajamos desde adentro.
Mantener el bienestar de los equipos de trabajo es una de las tareas relevantes del productor, y tener ética profesional la facilita. Hay menos para hablar y menos temas que aclarar cuando, después de años de trabajo, los equipos confían que el productor está de su lado.
¿Cómo es trabajar con tu papá? ¿Qué fue lo que más te gustó y lo que más te costó?
Con Carlos encontramos nuestras formas. Creo que, al compartir valores y pilares empresariales (y de vida), fue todo más fácil. Lo felicito a él por haberlos inculcado y me felicito por haberlos adoptado. La diferencia generacional la sabemos llevar porque tenemos un objetivo en común. Encontramos nuestra sinergia y cada uno tiene sus tareas. Y aunque las discusiones existen, aprendimos a fundamentar las opiniones hasta encontrar las mejores resoluciones. La charla de lo que fue el teatro versus lo que es hoy nunca va a dejar de existir, y me encanta.
Los contratos por sponsoreo son cada vez más interesantes, tanto para el teatro como para las marcas que deciden acercarse
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Poder elegir con quién trabajo, elegir socios, colegas y compañeros. Poder asociarme con otras empresas que también prefieren estar cerca de la cultura con las que encontramos un valor en común: participar de los momentos de ocio de la gente.
¿Lo que menos te gusta?
Siento que somos pocos empresarios teatrales. Para hacer teatro hay que ser teatrista antes que empresario. Eso nos encuentra, casi siempre, con los mismos participantes.
¿Qué cambios ves en la industria del teatro de acá a cinco años?
El teatro está pasando un gran año en 2023, superando récords que no eran imaginables luego de la pandemia. El teatro ha pasado por crisis de todo tipo, desde macroeconómicas hasta sanitarias, pero sigue gozando de una aceptación del público cada vez mayor. Estamos generando un círculo virtuoso muy particular: al estar creciendo la actividad, más figuras representativas de nuestro ámbito ven al teatro como una opción de trabajo más atractiva, por lo cual la cartelera es cada vez más jugosa, atrae más público y más proyectos de diferente índole y tamaño.
Hay un boom del streaming. ¿Creés que puede incorporar a las obras del teatro?
Personalmente, no trabajo ese modelo de negocio ni lo consumo. Lo respeto, pero concibo el teatro de otra manera. El streaming es un boom, pero no considero que el streaming de teatro lo sea, al menos hoy. Tengo una percepción diferente: en una época donde vivimos detrás de una pantalla, donde se puede poner play y pausa cuando queremos, cuando elegimos el horario, la situación y el ambiente a nuestra comodidad, y cuando elegimos cómo y con quién ver lo que queremos, creo que el teatro realza el valor de lo tangible.
Ese acercamiento a lo artesanal lo entendemos cada vez más. Cuando la gente quiere ir al teatro es porque también quiere vivenciar, en carne propia, lo que le está pasando a ese intérprete. Quiere sentir lo que el actor siente. Con una pantalla de por medio no se genera la misma sensación, y termina siendo una barrera. Creo fervientemente en el menos pantallas y más personas.
¿Cómo es el proceso de exportar una obra al exterior?
El proceso puede adaptarse. En general, depende del autor de la obra y las condiciones acordadas previamente. El negocio se puede combinar de distintas formas, no es lineal. En muchos casos se trabaja en una co-producción, con un socio local. En ese caso, el rendimiento que pueda generar un espectáculo sigue las reglas de juego en forma global: la aceptación o no del público.
"El streaming es un boom, pero no considero que el streaming de teatro lo sea, al menos hoy"
En lo personal, tengo co-producciones en Nueva York, Londres y Ciudad de México, y estoy armando para el año que viene un proyecto en Madrid. También muchos espectáculos que se presentan en Ciudad de Buenos Aires van girando a nivel nacional y países limítrofes, y siempre se encuentra el socio que haga de jugador principal y conozca la plaza donde vamos a trabajar.
¿La única manera de ganar dinero por una obra de teatro es con la venta de entradas?
Se podría decir que es la principal, pero no la única. Los contratos por sponsoreo son cada vez más interesantes, tanto para el teatro como para las marcas que deciden acercarse. Hay marcas que quieren estar presentes en el momento en que sus clientes están distendidos y les gusta estar en esas conversaciones que se generan en la típica comida después de la función. Desde el teatro les damos a las empresas una experiencia diferente y que se valora, sobre todo porque se vive un momento distinto.
¿Cuánto hay que invertir para hacer un teatro desde cero? ¿Cuánto se tarda en recuperar la inversión?
El lugar físico es como cualquier inversión en real estate. Lo que vale es el contenido. La recuperación en la inversión es totalmente volátil, y siempre va a depender del público y sus preferencias, y de la gestión empresarial y sus lineamientos. Los que invertimos en teatro somos empresarios que queremos analizar qué le estamos brindando a nuestra audiencia, qué queremos mostrar con un espectáculo.
¿Cuál es tu criterio a la hora de elegir qué obra de teatro producir o poner en cartelera?
Hay una diferencia conceptual entre ser productor y gestionar salas. Durante el día, reparto mi horario: a veces estoy de un lado o del otro de la mesa. En ambos casos, la curaduría de contenidos es central. Muchas veces me pongo en lugar del público pensando ¿qué quiero ver hoy?, o ¿qué me interesa este año? A veces acierto más, a veces menos. Son las reglas de juego. También intento darle coherencia a cada una de las salas, que sigan una línea. No es lo mismo el tipo de decisiones de programación que se le da a un teatro que a otro, y todo depende de la mirada estratégica ante las diferentes opciones.
¿Por qué somos uno de los países con más oferta de teatro?
Por el talento argentino. La cantidad de salas que hay en Argentina es inusual. Si hay oferta es porque hay demanda. Tenga el país el subibaja que tenga, el público sigue eligiendo al teatro. En nuestro país hay una cultura teatral extraordinaria, y festejo que así sea.