Lo que se dice de las nuevas presentaciones de Rolex la semana pasada en Watches and Wonders, la feria anual de relojes de Ginebra, es que la marca volvió a la tierra después del genial reloj Day Date Puzzle del año pasado y del caprichoso Oyster Perpetual con esfera de burbujas de colores.
Este año tenemos en cambio los retoques y mejoras incrementales que esperamos de Rolex: un nuevo GMT-Master II con brazalete Jubilee y bisel Cerachrom negro y gris, y un Deepsea (que ya no forma parte de la colección Sea-Dweller, sino que ahora es una colección por sí sola), en una combinación de oro amarillo y esfera azul, con un nuevo anillo de compresión Ringlock.
Hasta acá todo bien, y nada demasiado fuera de lo común.
Pero esperá. También hay una nueva versión en platino del Perpetual 1908 que se introdujo el año pasado para sustituir al Cellini, pero que quedó eclipsada por las sorpresas fuera de marca mencionadas anteriormente. El 1908 es un reloj clásico, minimalista, hermoso y nada de reloj-herramienta, y a veces parece difícil creer que sea un Rolex. En el buen sentido.
Como todos los relojes de platino de Rolex, el Perpetual 1908 tiene esa impresionante esfera azul hielo que sólo está reservada a ese metal. Pero hay más: una clásica esfera guilloché con un motivo de grano de arroz que le da un brillo extra. Incluso sin el guilloché, esta esfera es una ganadora: minimalista y elegante, con índices largos y finos como agujas y aguja horaria de punta circular. El bisel sigue el ejemplo, con un discreto estriado sólo en el borde inferior. Y el color que Rolex utiliza desde hace tiempo en sus relojes de platino resulta ser tendencia en este momento.
También sorprende este año el nuevo Cosmograph Daytona, con esferas de nácar y un bisel engastado con gemas de tamaños que normalmente asociamos a los relojes joya de Chopard o Cartier. Hay dos versiones: una con esfera de nácar blanco y subesferas de nácar negro, y otra a la inversa, con esfera de nácar negro y subesferas blancas. El nácar, por su parte, tiene una textura más tridimensional de lo habitual, ya que el material utilizado acá se extrae de una parte diferente de la concha que el nácar convencional.
El resultado es un aspecto que es a la vez robusto y llamativo, lo que parece apropiado para el Daytona, porque la versión texturizada del nácar refleja más la luz. La caja de 40 mm es de oro blanco de 18 quilates, y el bisel está engastado con 36 grandes diamantes redondos que suman un total de 3,26 quilates, lo que supone un generoso peso de gema. Este es uno de esos relojes verdaderamente neutros en cuanto al género, que puede definirse como un reloj joya deportivo o como un reloj deportivo joya, dependiendo de quién lo lleve. Cuenta con un movimiento cronómetro de primera clase que funciona 72 horas sin necesidad de darle cuerda. La versión de nácar blanco se presenta en un brazalete Oysterflex (material similar al caucho propiedad de Rolex), y la de nácar negro en un brazalete Oyster de oro de 18 quilates. Vas a tener que hacer fila para conseguirlo.
*Con información de Forbes US