Forbes Argentina
31 Enero de 2025 09.09

Matías Castro

Qué ver: El mejor infarto de mi vida, una serie de coincidencias bien aprovechadas

Las buenas ideas, el emprendedurismo y la literatura se dan la mano en una inusual historia del escritor argentino Hernán Casciari.

Suele decirse que, cuando a una persona pública se le abren constantemente las puertas y logra todo tipo de sueños, es porque nació con estrella. Como si la persona estuviera predestinada a tocar todos los puntos posibles del éxito. Eso es lo que se ha dicho, por ejemplo, de Jorge Drexler. O lo que también se podría afirmar sobre el escritor y productor argentino Hernán Casciari, cuyo libro "El mejor infarto de mi vida" acaba de llegar a Disney+ en formato de miniserie de seis capítulos breves.

Sin embargo, en vidas como las suyas y de otros artistas exitosos como el dibujante Liniers y el director Fede Álvarez, hay más que predestinación y suerte. Aunque conozcamos de ellos solo sus momentos de éxito, en sus historias privadas se puede encontrar trabajo duro, inteligencia, talento, intuición y, probablemente, factores inherentes a personalidad de cada uno. 

En el caso de Casciari, su éxito va de la mano de su propia biografía. De hecho, la trama de esta miniserie está relacionada con un hecho que le marcó un antes y un después en su vida. La historia basa en la novela del mismo título que escribió a partir del infarto que tuvo mientras estaba en Uruguay. Se trata de un episodio insólito que llevó a que Airbnb incluyera una aplicación nueva para pacientes de diálisis. 

Hernán y Ariel

Si bien el escritor la ha relatado numerosas veces en público (una de ellas en su viejo espacio en la radio Urbana Play, que todavía puede encontrarse en YouTube), es conveniente no contar la anécdota completa para no arruinar las vueltas de esta serie. La trama está construida como capas de cebolla que se desprenden, descubren nuevos elementos y aportan giros tan inesperados como creíbles. En ese sentido, traslada a una estructura dramática la manera en la que Casciari suele convertir hechos mínimos de la vida real en narraciones atrapantes. 

El mismo título de la serie ya dice lo que le sucederá al corazón del protagonista, e incluso desde el comienzo se sobreimprime una cuenta regresiva de latidos mientras transcurre la acción. El motivo de por qué es el mejor de su vida, recién se entenderá hacia el final, cuando todas las capas de la cebolla se terminen de abrir.

Ariel, el protagonista, es un alter ego de Casciari. Ya se sabe que el argentino ha dominado el género de la autoficción en muchos de sus relatos, factor que, combinado con su talento para la narración oral, lo convirtieron en una celebridad de las letras. En este caso, Ariel no es exactamente un famoso hombre de letras, sino un poeta deslucido que trabaja como escritor fantasma para una poderosa editorial ficticia. Tiene sobrepeso, fuma mucho y su vida afectiva va muy mal, ya que su pareja lo abandona después de quince años de relación. 

Escenas de la serie "El mejor infarto de mi vida". Foto: Difusión.
Escenas de la serie "El mejor infarto de mi vida". Foto: Difusión.

En ese comienzo, su editor le propone una muy buena paga por escribir el libro biográfico de un destacado abogado argentino de celebridades y casos mediáticos. Este personaje funciona como una suerte de alivio cómico, porque es bastante caricaturesco y a su vez se convierte en un peso enorme para el protagonista. La presión para Ariel se vuelve instantánea, entre la separación, un estrechísimo plazo de entrega del libro, las excentricidades del abogado y la frustración por el nulo impacto de sus libros de poesía, que son lo que de verdad le interesa. 

Ante esto, su editor le propone pagarle una estadía en una residencia de Airbnb en Montevideo, de tal modo que pueda trabajar con calma para escribir el libro del abogado, del que se espera un éxito arrollador de ventas. La situación puede ser tan cercana como fantasiosa para quien conozca la realidad editorial del Río de la Plata: es fácil sentirse frustrado por el bajo impacto de un libro y al mismo tiempo es improbable que un editor pague un viaje para inspirarse en otro país, por más exitoso que pueda ser el libro en el que se trabaje. 

En la historia real, Casciari vivió muchos años en España hasta que su pareja llegó a un final. Por eso viajó a Uruguay junto a una española que recién había conocido y sufrió un infarto que, supuestamente, se resolvió de forma similar a como se representa en la serie. 

Aquí se mezclan dos capacidades y cercanas: el arte de Casciari para convertir su vida en una autoficción muy atrapante (es recomendable escuchar su cuento Una broma que salió muy mal) y el oficio del guionista Lucas Figueroa para convertir en miniserie lo que empezó como una anécdota oral y se transformó en libro. En ese punto de encuentro entre ese arte y ese oficio, la autoficción se convierte en mecanismos narrativos para el streaming, mediante la incorporación de personajes y situaciones que añaden nuevas capas, algo de intriga y de humor en una producción que deja de lado el despliegue para centrarse en los personajes y su devenir. 

No en vano, el recurso que emplea cada capítulo es poner a distintos personajes hablando a cámara, como si fuesen entrevistados verdaderos que comentan los hechos reales que luego se reconstruyen. No es necesariamente original, ya que Modern Family explotó mucho ese recurso, pero es coherente con esta ficcionalización de episodios y personas reales. 

Ficción y vida autogestiva

En los noventa, en medio de uno sus primeros trabajos como redactor para su propia revista, Casciari dio sus primeros pasos para ficcionar la realidad. En ese caso, la experiencia le trajo problemas ya que escribía artículos en los que sus vecinos reales participaban, sin aprobarlo de noticias que inventaba. 

Luego de una década de periodismo, llegó la era de los blogs y ahí su carrera cambió. 

Uno de los varios blogs que abrió se llamaba Weblog de una mujer gorda. En él, firmaba como Mirta Bertotti, una mujer que contaba, de forma atrapante, su vida real. Luego, el texto fue compilado en forma de novela con el título de "Más respeto que soy tu madre" y fue adaptado al teatro por Antonio Gasalla. La obra se convirtió en uno de los mayores éxitos de la historia reciente del teatro argentino y convirtió a Casciari en una celebridad.

Después de llevarse una decepción con la industria editorial (hasta hoy reclama, por ejemplo, que fue estafado en la liquidación de ventas), optó por el camino independiente y autogestivo. Además del talento para la narración oral y escrita, ya tenía experiencia emprendiendo, gracias a que había fundado dos pequeñas revistas y una empresa de recortes de prensa. Gracias a eso, autoeditó sus libros con un sistema mixto que permitía leerlos gratis en la web y comprarlos en físico, y lanzó la revista Orsai, un lujo sustentado por suscripciones. 

Escenas de la serie "El mejor infarto de mi vida". Foto: Difusión.
Escenas de la serie "El mejor infarto de mi vida". Foto: Difusión.

El crecimiento de su base de público más una clara capacidad de administración y autogestión le permitió desarrollarse desde la independencia. Así, por ejemplo, logró convocar un exitoso crowdfunding para producir "La uruguaya", película que adapta una novela de su colega argentino Pedro Mairal y que transcurre en nuestro país. 

En el caso de "El mejor infarto de mi vida", la producción es de Disney, pero si se realizó es por la trayectoria del escritor. La historia de fondo y su resolución, como sabrá quien la conozca desde antes o quien vea la serie, es ideal para el imaginario de Disney: un poco de drama, otro poco de humor y cierto encanto mágico apoyado en casualidades y la bondad de algunos seres humanos. 

Si a eso se le suma que en el fondo hay una historia real protagonizada por uno de los escritores más populares del Río de la Plata en lo que va del siglo, el resultado es una obra que, sin grandes pretensiones, sobresale desde la marea de estrenos a la que nos enfrentamos semanalmente.

Del mismo modo que le sucede al protagonista de esta serie, la trayectoria pública de Casciari no parece reflejar esa combinación de trabajo duro, inteligencia y suerte. No es muy distinto a lo que pasa con muchas historias de figuras públicas de las que decimos que "tienen estrella", si vemos sus fracasos es porque también vemos cómo los superaron. El resto, que consiste en trabajo, tenacidad y constancia, queda por fuera. 

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