Por qué las personas que piensan que no pueden ser engañadas son las que más caen en la trampa
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.
Un estudio reciente publicado en Thinking and Reasoning revela una paradoja interesante: cuanto más confiados estamos en nuestras habilidades para discernir la verdad de la información errónea, más probable es que creamos falsedades que nos causan daño.
“Mi principal interés es descubrir por qué la gente razonable cree cosas tontas, algo que nos sucede a todos más veces en nuestras vidas de las que nos gustaría admitir”, explica Shane Littrell de la Universidad de Miami, el autor principal del estudio.
Para saber cómo las personas son víctimas de información engañosa, a la que el artículo se refiere como mentira, los investigadores diseñaron dos estudios.
El primer estudio, realizado con 212 participantes, involucró el análisis de cómo la capacidad real de los participantes para discernir tonterías pseudoprofundas, que es un tipo específico de tonterías que se basa en terminología que suena profunda sin decir nada significativo, difería de su capacidad percibida para hazlo.
“Le dimos a la gente una lista de 10 afirmaciones falsas pseudoprofundas (p. ej., “El significado oculto transforma una belleza abstracta sin igual”) y 10 citas realmente inspiradoras (“Un río atraviesa una roca, no por su poder sino por su persistencia”), y les pidió que los calificaran como "Profundo" o "No Profundo". A partir de estas calificaciones, pudimos calcular una puntuación que representa la capacidad de cada persona para distinguir con éxito las tonterías de las que no son tonterías”, asegura Littrell.
Después de completar esta tarea, a los participantes se les hicieron tres preguntas:
1. ¿Cuántas crees que acertaste?
2. ¿Cuál es el porcentaje promedio de elementos que todos los demás acertaron?
3. En una escala de 0 (mucho peor que todos los demás) a 100 (mucho mejor que todos los demás), ¿Cómo calificarías tu capacidad para detectar tonterías en su vida cotidiana?
Estas preguntas proporcionaron a los investigadores información sobre qué tan confiados estaban los participantes sobre su capacidad de detección de tonterías y también a cómo cada participante sintió que su entendimiento se comparaba con los demás.
Sobre la base de los datos recopilados del primer estudio, surgió un patrón distintivo en el que aquellos que se desempeñaron peor sobreestimaron su desempeño, mientras que aquellos cuyos puntajes fueron los más altos subestimaron su desempeño.
Para entender por qué esto podría ser así, los investigadores siguieron con un segundo estudio.
El Estudio 2, realizado con 201 participantes, modificó el procedimiento del Estudio 1 al agregar una pantalla adicional después de cada una de las 20 declaraciones para recopilar cómo los participantes llegaron a la conclusión de "Profundo" o "No Profundo".
El trabajo previo en el campo del procesamiento de la información apunta a dos tipos de pensamiento:
El pensamiento intuitivo, que es un tipo de pensamiento rápido y automático, a menudo denominado “seguir nuestro instinto”.
Pensamiento reflexivo, que es un tipo de pensamiento lento, metódico y analítico utilizado para resolver problemas complejos.
"Las primeras investigaciones en esta área plantearon la hipótesis de que las personas eran más propensas a caer en la información errónea, como tonterías y noticias falsas, principalmente porque usaban el pensamiento intuitivo al evaluar la información errónea cuando deberían haber usado el pensamiento reflexivo", resume Littrell.
“Nuestros resultados del Estudio 2 de este documento mostraron que este no es necesariamente el caso. Algunas personas en realidad se involucran en el pensamiento reflexivo cuando evalúan la información errónea, pero luego cometen varios errores de razonamiento al hacerlo”.
Entonces, mientras que algunos pueden creer instantáneamente en información falsa basada en sus instintos, otros pueden convencerse a sí mismos de creer en la información errónea después de pasar un tiempo pensando en ello. Y luego, todavía hay otros que dedican tiempo a pensar y son capaces de identificar correctamente la información como falsa.
Independientemente del tipo de pensamiento que se utilizó, Littrell explica que aquellos que confiaban demasiado en su “radar de mierda” (sintiendo que era mejor que el promedio) tenían lo que el estudio llama un "punto ciego de mierda", mientras que aquellos que subestimaron su “radar de mierda” tenían "visión ciega de mierda", lo que significa que en realidad estaban en una mejor posición para discernir la información errónea.
“El exceso de confianza que una persona puede tener en su capacidad para detectar información errónea en realidad hace que sea aún más probable que caiga en la trampa porque les impide participar en el tipo de pensamiento que tendrían que hacer para detectarla en primer lugar”, asegura Littrell
En cuanto a lo que uno puede hacer para evitar ser engañado por tonterías, Littrell ofrece el siguiente consejo: “Practica la humildad intelectual (es decir, acepta el hecho de que podrías estar equivocado) y crea el hábito de pisar el freno mental cuando encuentres nueva información. A menudo animo a las personas a practicar lo que me gusta llamar "duda productiva", que es un tipo de mentalidad escéptica que lo lleva a verificar las fuentes, investigar un poco los hechos y verificar la veracidad de las afirmaciones en lugar de simplemente aceptarlas ciegamente.
Es importante tener esto en cuenta cuando se está en las redes sociales, y especialmente cuando las consecuencias de creer en una afirmación afectarían directamente tu salud (o la de tu familia), dinero o voto. Cuando me encuentro con afirmaciones que me parecen un poco sospechosas, me gusta imaginar en broma que el meme de John Cena en la parte posterior de mi cabeza dice: '¿Estás seguro de eso?'”