La pandemia de COVID-19 transformó radicalmente a Estados Unidos y el mundo en general. Estamos sufriendo una crisis brutal e implacable de salud, economía y empleo que lleva seis meses sin un final a la vista. Nuestra forma de vida quedó irreconocible: encerrados en casa, vemos empresas cerradas y millones de puestos de trabajo perdidos y no podemos hacer actividades de rutina como ir al cine, un recital o un evento deportivo.
Otra consecuencia del brote es la fuerte tendencia entre los jóvenes adultos a volver a vivir con sus padres, por los empleos perdidos, los alquileres inaccesibles y lo impráctico de vivir en ciudades grandes como Nueva York sin la mayoría de sus atracciones sociales.
Según el Pew Research Center, un think tank independiente y muy respetado de Washington que aporta información sobre problemas sociales y tendencias demográficas en EE.UU., 26,6 millones de jóvenes adultos volvieron a la casa de sus padres. El Pew señaló que "el total de jóvenes adultos viviendo con los padres sería incluso más alto si hubiéramos incluido a los que viven con los suegros", que "eran 680.000 personas en julio de 2020".
La reacción por reflejo al estudio en EE.UU. sería mencionar todos los problemas que esto causará a los padres y sus hijos y el impacto sobre la economía y la sociedad. Desde ya, los motivos para este fenómeno son serios: desocupación, falta de oportunidades y falta de medios para sostenerse. Pero si uno se detiene a pensarlo críticamente, esta tendencia podría resultar positiva y sana.
Una oportunidad
Lamentablemente, los jóvenes de EE.UU. ya la tenían difícil antes del coronavirus. Deben cientos de miles de dólares en préstamos para estudiantes, alquilar es muy caro y comprar una vivienda con un adelanto del 20% es económicamente prohibitivo. Sumando los servicios públicos, la prepaga y los gastos diarios, queda claro que los millennials más jóvenes y los centennials no pueden permitirse un estilo de vida ni remotamente cercano al que tuvieron sus padres.
Es hora de pensar detenidamente en los consejos que les damos a los jóvenes. Volver a lo de los padres al terminar la facultad es una medida inteligente, financieramente prudente y racional. Basta ver las cifras para entenderlo: alquilar un departamento en cualquier ciudad grande, incluso entre muchos, cuesta mucho más de US$ 1.000 por persona por mes, sin contar alimentos, muebles, servicios públicos, la prepaga, el alquiler de un auto, un smartphone, el cable y los gastos diarios.
Para la mayoría, un salario inicial neto no cubre todo esto. Uno termina reventando las tarjetas de crédito y pagar los intereses se siente como pagarle a un usurero. Así se vuelve prácticamente imposible ahorrar y muy probablemente la persona termine endeudada. ¿Cómo podría pensar en comprar una casa, casarse y formar una familia, entonces?
Pensar a largo plazo
Viviendo con los padres, se puede comenzar a ahorrar dinero en vez de gastarlo todo. Hay que pensarlo a largo plazo. Con lo que se ahorra en alquiler, comida, cable, autos, muebles y servicios públicos, queda bastante plata. Se la puede invertir en la bolsa, ponerla en el banco, comprar propiedades o comenzar una actividad secundaria. Con el tiempo, crecerán los ahorros y la plata invertida aportará una segunda o tercera fuente de ingresos.
Los que volvieron a lo de sus padres deberían vivir frugalmente. Hay que evitar salir todas las noches, irse de vacaciones a lugares caros, pedir delivery todo el tiempo y comprar los últimos chiches de la tecnología. Los publicistas tratarán de hacerles comprar sus productos prometiendo una vida mejor. Pero los gastos insensatos se chuparán ese dinero tan necesario, y los jóvenes que caigan en eso se verán obligados a tomar malas decisiones de vida y empleo por no tener un colchón económico.
Volver a lo de los padres no es una panacea, pero tampoco lo son los tiempos que estamos viviendo, y hace falta tomar decisiones difíciles. Es necesario que los jóvenes ignoren a los detractores y piensen en el largo plazo. La clave para el éxito es postergar la gratificación inmediata, y en el futuro, las concesiones que hayan hecho ahora los llevarán a una vida mejor y más próspera.
Autor: Jack Kelly
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