Cada vez que vuelvo a Italia, los turistas parecen multiplicarse. Nací en Roma en 1991, y, desde que me mudé a Buenos Aires a los 6 años de edad, cada vez que la suerte y la billetera lo permiten vuelvo a mi ciudad natal. Con los años, las multitudes parecen reproducirse. Italia siempre fue uno de los países más visitados del mundo (el cuarto, según el último ránking de ONU Turismo), pero las calles parecen siempre estar más pobladas, los subtes abarrotados y los sitios más emblemáticos directamente imposibles.
El barómetro es siempre la Fontana di Trevi. Llegar hasta el frente para arrojar una moneda esta vez fue una odisea de varios minutos de pedir permiso, saltar rejas bajas en los escalones y agacharse para no arruinar las selfies de los otros turistas. Salir fue casi peor. Pero me considero afortunada. Fui sonámbula por el jet lag el 5 de octubre del 2024. Unos días después, la fuente amaneció rodeada de andamios, y, en noviembre, un proceso de restauración que durará meses la vio completamente irreconocible.
Es que para llevar a cabo trabajos de restauración esenciales, se drenó el agua y se erigió un perímetro de vallado. Se inauguró una pasarela suspendida que permite a los turistas disfrutar de una vista cercana de la Fontana; una adición temporal mientras el emblemático monumento romano atraviesa el profundo proceso de limpieza que busca eliminar depósitos de caliza y suciedad acumulada.
Y toda la ciudad está así; desde las fuentes de la plaza Navona, las orillas del río Tíber que llevan a Castel Sant'Angelo, las estaciones de metro que cierran con poco aviso previo, los colectivos que se desvían para sortear obras. En cada esquina, excavadoras y trabajadores se dedican, incesantes, a restaurar los monumentos que convierten a esta ciudad en un museo al aire libre. El estrépito de los taladros se entrelaza con el ruido constante del tráfico. Las estatuas de mármol están cubiertas con paneles de corcho o envueltas en láminas de plástico.
Los trabajos de renovación se multiplican en Roma, y con ellos el tráfico. En una urbe donde el auto es rey, conseguir taxi no es tarea fácil, los colectivos son poco confiables y las calles cortadas u obstaculizadas parecen provocar un coro constante de cólera.
¿La razón de este caos? El Jubileo del 2025, que se abrió oficialmente el 24 de diciembre de 2024. Organizado cada 25 años por la Iglesia católica, este evento transforma la vida en la ciudad radicalmente. Roma, epicentro de este evento religioso y cultural, se enfrenta a un desafío logístico sin precedentes: las multitudes, los elevados costos de alojamiento, las obras de infraestructura en curso y el aumento de las tasas turísticas.
El Jubileo de 2025: un evento masivo para la Iglesia Católica
El Jubileo es una celebración religiosa que tiene lugar cada 25 años, aunque el Papa puede convocarlo fuera de este ciclo. En 2025, el papa Francisco ha declarado el Año Santo como un año de oración, marcado por rituales como la apertura de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro en el Vaticano. Se espera que, además de los turistas convencionales, más de 35 millones de personas lleguen a Roma, según un análisis de ISNART (el Instituto Nacional de Investigaciones Turísticas italiano). Esto pondrá a prueba la capacidad de la ciudad y sus servicios, convirtiendo la experiencia del turista en un desafío.
Multitudes masivas y largas esperas
Uno de los principales inconvenientes que los turistas enfrentan en 2025 es la cantidad de personas que estarán en la ciudad. Las multitudes serán un factor dominante en casi todos los puntos turísticos, especialmente en lugares emblemáticos como el Coliseo y el Vaticano. Las esperas largas serán casi inevitables, dado que los principales puntos de interés atraerán a miles de peregrinos y turistas por igual.
Los sitios religiosos como la basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina, que tradicionalmente ya reciben grandes cantidades de personas, se convertirán en puntos de concentración masiva. Los turistas deben prepararse para largas filas y esperar por horas para acceder a las atracciones más populares.
El aumento de los costos de alojamiento y la tasa turística
Los turistas que planeen viajar a Roma en 2025 deberán tener en cuenta el aumento significativo en los costos de alojamiento. La ciudad cuenta con alrededor de 400.000 camas para alojar a los visitantes, pero se espera que la demanda supere esta capacidad, lo que llevará a un incremento en los precios de los alojamientos. Las tarifas podrían aumentar tanto en hoteles de lujo como en alojamientos más económicos, debido a la alta demanda de camas para los miles de peregrinos que visitan la ciudad durante el Jubileo. Según los cálculos de ISNART, hay un riesgo significativo de overbooking.
Además, Roma impondrá un aumento en la tasa turística que podría llegar hasta los 2 euros adicionales por noche para cada visitante. Esto significa que los turistas tendrán que pagar tarifas más altas, que variarán dependiendo del tipo de alojamiento: por ejemplo, las camas en campamentos podrían costar 5 euros adicionales por noche, mientras que los hoteles de lujo verán incrementos de hasta 12 euros.
Obras de infraestructura: la ciudad en construcción
Uno de los elementos que podría hacer que la visita a Roma en 2025 sea menos placentera ya fue mencionada: la gran cantidad de obras de infraestructura que están en marcha. La ciudad está siendo renovada y limpiada en preparación para el Jubileo, lo que ha dejado varios monumentos y plazas rodeados de andamios y maquinaria. Desde la Fontana de Trevi hasta la Piazza Navona y el Panteón, las principales atracciones turísticas estarán en proceso de restauración, lo que podría deslucir la experiencia para los turistas.
La restauración de sitios históricos no es solo una cuestión estética: también afecta la circulación en la ciudad, lo que dificulta el acceso a varias áreas turísticas y hace que el tráfico en la ciudad se vuelva aún más problemático. Para los turistas que dependen del transporte público o de los taxis, el congestionado tráfico puede suponer una experiencia frustrante.
Consejos para los valientes: cómo disfrutar Roma durante el Jubileo
A pesar de todos los desafíos, algunos viajeros pueden decidir enfrentarse igual a la multitud y disfrutar de la experiencia única del Jubileo en Roma. Si este es tu caso, la planificación anticipada será clave. Reservar con anticipación los alojamientos y los boletos para las principales atracciones turísticas es esencial. Como advierten los expertos, los turistas no deberían subestimar la demanda, especialmente en los puntos más populares como el Coliseo y los Museos Vaticanos.
En cuanto al alojamiento, si sos un viajero con presupuesto ajustado, hay que tener en cuenta que los campamentos y los conventos fuera del centro de la ciudad podrían ser una opción más asequible. Sin embargo, estos lugares también estarán muy concurridos debido a la llegada masiva de peregrinos. En cuanto a los costos adicionales, es importante estar preparado para el aumento de las tasas turísticas y otros gastos imprevistos.
Para aquellos que deseen evitar las grandes multitudes, se recomienda visitar Roma en invierno (enero o febrero), cuando la ciudad es más tranquila y menos concurrida por turistas. Además, los viajeros no deberían sentirse obligados a visitar sólo los monumentos más conocidos. Roma está llena de sitios históricos menos transitados que son igualmente fascinantes y ofrecen una experiencia más relajada. Iglesias como Santa Maria Maggiore o el Castel Sant'Angelo no suelen tener las multitudes abrumadoras que afectan a otros lugares más populares.
El futuro de las ciudades italianas y el turismo masivo
El Jubileo 2025 en Roma se suma a una creciente tendencia en Italia, donde el turismo masivo está comenzando a ser un problema en varias ciudades. En lugares como Venecia y Cinque Terre, se han implementado nuevas regulaciones, como límites de entrada o tarifas de entrada, para controlar la cantidad de visitantes. Pompeya, otro sitio turístico clave, también ha comenzado a aplicar un límite de 20.000 visitantes por día para evitar la saturación. Esta medida se considera un paso hacia un turismo más sostenible, que garantice una experiencia de calidad tanto para los turistas como para la preservación del patrimonio.