Como cada 20 de julio, en Argentina se celebra el Día del Amigo o Día de la Amistad. Por eso, desde Forbes Wine Argentina decidimos festejarlo con diferentes proyectos vínicos bien diferentes entre sí, pero que tienen un denominador común: están elaborados por amigos.
En su gran mayoría, suelen arrancar con partidas limitadas, de muy pocas botellas. Pero, con el paso de las cosechas, comienzan a expandir su producción y sus líneas de vino. Así es como, lo que comenzó como un hobby, se transforma en un proyecto que avanza más allá de lo que hubieran imaginado a la hora de presentar su primera etiqueta.
Paso a Paso Wines
Norberto Páez y Sebastián Bisole son amigos desde los 12 años. No sólo hicieron el secundario juntos, sino también la carrera en el Liceo Agrícola Enológico y de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo. “Mientras estudiábamos, en cada asado que nos juntábamos, nuestros amigos nos decían que llevemos vino. Por el sólo hecho de estudiar agronomía. Así empezamos con el hobbie de elaborar un vino juntos”, cuenta Sebastián Bisole.
Para el año 2015, los dos amigos elaboraban sólo dos barricas: una de Malbec y otra de Bonarda, lo cual eran menos de 600 botellas en total. “Al Norber se le ocurre presentar uno de los vinos en el Concurso Nacional de Bonarda. Yo me había negado rotundamente, pero él lo presenta igual con una etiqueta muy rudimentaria”. En ese concurso obtienen una medalla de plata. “Ahí nos dijimos: 'No son tan malos', y decidimos hacer un ensayo más grande, lo etiquetamos bien y salimos a venderlo por Mendoza”.
Con esa primera experiencia de ventas en su provincia natal decidieron ir a Buenos Aires. “Llenamos una camioneta con los vinos y nos lanzamos a la aventura. Hicimos una presentación con un banner que era horrible… y vendimos todo”, cuenta entre risas Sebastián. Aquel primer vino se llamó “Uno por uno”, pero al estar la marca registrada la rebautizaron como “Paso a paso, vino de garage”.
Hoy, siete años después, tienen un porfolio de 14 vinos diferentes y elaboran un total de 150.000 botellas, de las cuales el 78% se destina al mercado interno (Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza) y el restante 22% al exterior, donde los principales destinos son Estados Unidos, Dinamarca, Japón, Francia, Suiza, Australia, Canadá, Uruguay y Perú. “En el corto plazo apuntamos a que el mercado se divida en un 50 y 50”, aclara Sebastián.
Sarapura Wines
A Juan Pablo Mestre, Manuel Perez Caffe y Pablo Ceverino los une la amistad y la profesión: los tres son ingenieros agrónomos y juntos crearon Sarapura Wines. Por sus diferentes trabajos, iban descubriendo viñedos escondidos por la montaña, con uvas que les llamaba la atención y que, muchas veces, se perdían en grandes producciones de vino.
“Entre asados y paellas (NdE: Juan Pablo cocina una excelente paella) charlabamos de esos viñedos 'raros' o diferentes y empezamos a pensar en la idea de hacer un vino que una esos lugares, que exprese algo distinto. Eso sí: tenía que ser un sólo vino por año y un blend”, cuenta Juan Pablo Mestre. Con la idea cada vez más definida, sólo les faltaba el nombre:
“Sarapura es la leyenda de un ermitaño que vivía en las montañas y sólo bajaba una vez al año para comprar sus víveres. Lo curioso era que siempre pagaba con pepitas de oro, que sólo él sabía dónde las conseguía. Nosotros comenzamos a imaginar que esas pepitas podrían ser las uvas que nosotros descubríamos en cada recorrida. La historia nos encantó, y así nació Sarapura Wines”.
En abril de 2019, presentaron su primer vino: un corte de Tempranillo y Malbec, del cual elaboraron sólo 2000 botellas y se agotó en menos de un año. Para el segundo blend (Merlot, Cabernet Franc y Carmenere) decidieron duplicar la producción y también se agotó antes de cumplir los 12 meses en el mercado.
El 2021 sorprendieron con dos apuestas más ambiciosas. La primera fue elaborar 8281 botellas del nuevo blend (Syrah y Petit Verdot) y, al mismo tiempo, lanzar el primer blanco de blancas, ultra limitado, compuesto por Sauvignon Blanc, Chardonnay y Chenin, del cual sólo hicieron 1187 botellas.
A comienzos de este 2022, siguieron con la idea de dos vinos de partida limitada y presentaron dos blends de un mismo varietal: un Malbec de Malbecs (2532 botellas) y un Franc de Francs (2508 botellas). “El nuevo blend estará para finales de año y, para la primavera, el nuevo blanco”, adelanta Juan Pablo.
Otros proyectos que nacieron de la amistad
Uno de los proyectos más grandes entre amigos es Clos de los Siete, el cual nació de la idea del reconocido enólogo Michel Rolland al descubrir una propiedad en Valle de Uco, Mendoza. Su objetivo era convocar a siete bodegueros franceses amigos y que cada uno instale una bodega en el país.
Así nacieron Bodega Monteviejo, Cuvelier Los Andes, DiamAndes y Bodega Rolland, las cuatro bodegas que hoy integran el Clos. Si bien cada bodega funciona por separado, parte de la producción de cada una se destina a un blend único que comercializan todos juntos: Clos de los Siete. El proyecto creció y hoy, de ese único vino, se producen más de un millón de botellas.
Otros casos de amigos que se unieron para llevar adelante un proyecto propio fueron el enólogo Gonzalo Tamagnini y el especialista en Marketing y Ventas Martín Sesto, quienes se conocieron trabajando en bodega Teho y hoy llevan adelante Desquiciado Wines.
Amigos y vinos es una ecuación que nunca falla, ya sea para juntarse a disfrutar de unas copas o para elaborarlos juntos.