Hoy en día, es muy común que las personas sientan que las 24 horas del día “no les alcanzan” para hacer todo lo que tienen que hacer, ya que vivimos en un mundo sumamente acelerado y cargado de actividades.
Antes de llegar a una situación de colapso, es importante aprender a optimizar correctamente el tiempo. Y para hacerlo, hay que basarse en los mismos principios de la administración del dinero.
Analizar en qué se va el tiempo
En primer lugar, hay que tomarse algunos minutos para analizar en qué se va nuestro tiempo, cómo administramos las 24 horas del día. Podemos hacerlo mentalmente u optar por una planilla de cálculos (la opción recomendada).
En este punto, tendremos que ser muy detallistas y colocar cuándo y cuánto tardamos en trabajar, estudiar, comer, hacer deporte, dormir y un largo etcétera. El objetivo es dejar expuesto cómo se utilizan los 1.440 minutos que tiene un día.
Eliminar las actividades innecesarias
Una vez volcada toda la distribución del tiempo, llega el momento de comenzar a eliminar aquellas actividades innecesarias que no hacen más que robarnos valiosos minutos. ¿Pasamos 40 minutos al día navegando una y otra vez por Instagram? ¿Tardamos 15 minutos extra todas las mañanas buscando qué ropa ponernos? ¿Perdemos una hora laboral viendo y mandando memes entre amigos y familiares?
Todas estas preguntas y más tenemos que responder para poder hacernos espacios libres en los que colocar todas “aquellas cosas que no llegamos a hacer” día tras día.
Buscar alternativas más rápidas
Luego de eliminar los hábitos o tareas más innecesarios, es momento de buscar alternativas más rápidas a aquellas actividades esenciales. Por ejemplo, si tardamos media hora en ir al gimnasio caminando, podríamos optar por ir en bicicleta para tardar solo cinco minutos.
O dejar la comida del almuerzo preparada el día anterior para no perder otra media hora en prepararla justo en un momento en el que podríamos estar trabajando, estudiando o en una reunión importante.
Armar una rutina
Luego de eliminar tareas innecesarias y elegir la forma más rápida de hacer las esenciales, es momento del paso más importante: armar una rutina.
En esta instancia, habrá que esquematizar en qué momentos trabajaremos, estudiaremos, haremos deporte, realizaremos las compras, ordenaremos la casa, etc., y cuántos minutos u horas nos llevarán tales actividades.
Al tener una estructura fija, en la que, además, se priorizan los quehaceres más importantes, ya no tendremos que estar estresados corriendo de un lado para otro con miedo a que las 24 horas del día se acaben “antes de tiempo”.