Ibai Llanos batió este fin de semana el récord de espectadores de Twitch con más de 3 millones de visualizaciones en la llamada “La velada del año de Boxeo 2”, en donde reunió a influencers, streamers y youtubers de España y Latinoamérica en diferentes “combates” en el Pabellón Olímpico de Badalona.
Si quieres conocer más sobre este personaje, esta es la entrevista que Forbes España le hizo el año pasado para la edición Forbes best influencers 2021:
En la mansión de Ibai huele a pasta. Desde su habitación se oye el timbre que no descansa con el trajín de paquetes que llegan para los cinco creadores de contenidos que viven en la casa. Estamos en su lugar seguro. ¿O no? “Un día salí desnudo a la ducha y de repente, por la ventana, gente gritando '¡Ibai, Ibai, Ibai!'. Asusta un poco”.
Hace tan sólo un año y medio vivía en “un piso normal de Barcelona e iba al Mercadona a comprar churros”; ahora tiene cocinera. “Mi vida ha cambiado un 800%”, reconoce Ibai Llanos (Garatea, Bilbao, 26 de marzo de 1995). Ha sido rápido, pero no ha llegado de repente. Con 15 años abrió junto a sus amigos un canal de YouTube en el que jugaban a Call of Duty desde la habitación de su casa. A los 19, le ficharon para comentar la Liga de Videojuegos Profesional de España y con su primer sueldo, de 100 euros, se compró un micrófono. Ganó cuatro veces el premio al mejor comentarista de España en la LVP y recorrió el país presentando eventos. “Hice más de 100 encuentros. Me recorría las ciudades como un feriante, quedándome en hoteles de mierda”.
Aquel Ibai rehuía de salir en cámara. El de ahora estrenó 2021 con unas campanadas que siguieron medio millón de espectadores en su canal de Twitch; un hito al que hace poco sumó la entrevista exclusiva con Messi el día de su presentación en el Paris Saint-Germain (PSG) o el anuncio de la compra junto a Gerard Piqué de la plaza del equipo AstralisSB en la Superliga de deportes electrónicos. “Si con 20 años me dices lo que voy a hacer con 26, no esperaba ni un 5% de todo lo que he hecho”.
¿Qué hay detrás de este chaval de Bilbao capaz de enganchar a cientos de miles de personas mientras juega a un videojuego, narra un partido de fútbol (o de canicas), juega al escondite en un centro comercial o entrevista a artistas y futbolistas? Lo explica desde la mansión de streamers en la que vive a las afueras de Barcelona, en la que vive con otros cuatro creadores de contenidos, tres perros y un gato. De fondo, el timbre suena constantemente para entregar paquetes. Y los juegos de mesa repartidos por el salón, el billar, la sala cine, la discoteca, el gimnasio, la piscina y un olor a pasta que sale de la cocina evidencian la adolescencia eterna que se respira en este hogar.
-Mientras para unos es una celebridad, otros aún se preguntan por qué le sigue tanta gente. ¿Le molesta que le ninguneen?
Ibai Llanos: Lo que más me molesta es que me traten con condescendencia, como diciendo «este tío quién es», «a saber cómo lo ha conseguido» o «por qué le siguen». Eso último me parece lo más cuñao de todo. Búscame en Google que igual llevo currando toda mi vida. Y si luego no te gusta me parece respetable, pero quitarme todo el mérito me parece casposo.
-Después de que se marcara la exclusiva mundial con Messi y de que retransmitiera su primer partido con el PSG hubo titulares que comparaban sus cifras de audiencia durante el encuentro con las de Telecinco, para destacar que la televisión aún le sacaba ventaja. ¿Por qué cree que molestó tanto a algunos? Sobre todo a la prensa deportiva.
No sé. Habrá gente a la que le guste más o menos, pero esto no es ni ser mejor, ni tener más éxito. Es sólo una alternativa a lo de siempre.
-En alguna ocasión ha dicho que los videojuegos le salvaron la vida. ¿En qué sentido?
Económicamente. Yo no tengo una historia de familia pobre y disparos en el barrio, pero en la crisis de 2008 mi padre se endeudó mucho y a partir de ahí tuvimos problemas económicos. Por los videojuegos pronto empecé a tener trabajo, me mudé a Barcelona y gracias a eso puedo mantener a mi familia. Además, también me dieron un camino a seguir, porque con 17 años no tenía muy claro qué quería ser en la vida.
-¿Era buen estudiante?
Al principio sí, pero a los 13, cuando descubrí la Play Station y el Call of Duty, me torcí. Recuerdo una profesora que me dijo que iba a acabar robando coches y cosas así, que son mensajes muy buenos que le dices a un chaval de 14 años.
-¿Y le castigaban sin videojuegos en casa cuando suspendía?
Sí, pero luego yo encontraba la manera de poder jugar. También he de decir que al final siempre acababa aprobando todas.
-A los 19 le ficharon como comentarista en la Liga de Videojuegos Profesional de España. ¿Cómo fue ese casting?
Había que comentar una partida de League of Legends (LoL), presentarse un poco con la webcam y nada más. Entramos casi a modo de prueba durante unos meses, no teníamos ningún tipo de contrato. Era como una colaboración por 100 euros.
-¿Y qué hizo con su primer sueldo?
Me compré un micro y con el siguiente, unos cascos.
-Parece que gustó cómo lo hacía porque estuvo más de cinco años trabajando allí.
Sí, a la gente le empezó a gustar mi narración y comencé a crecer dentro de la empresa. Al año de entrar, en 2015, me ofrecieron la posibilidad de ir a Barcelona con un contrato laboral de 1.050 euros y dedicarme profesionalmente a esto. Me costó decidirme porque era irme de casa con 19 años y porque era un trabajo delante de cámara.
-¿Le daba reparo estar delante de la cámara?
Sí. Tenía las típicas inseguridades que tenemos todos, por lo que fueran a decir por mi físico. El mundo de Internet es bastante cruel y cuando eres muy joven es difícil acostumbrarse. Cuando eres mayor también, pero entonces me costó. De hecho, fui aplazando la decisión porque no lo veía claro.
-Desde entonces hasta que se fue en 2020 le subirían el sueldo…
En la última etapa ganaba unos 2.800 euros limpios. Ahí ya tenía más de un millón de seguidores, ofertas de la tele y muchas más cosas. En esos cinco años y medio, llegué a hacer directos un poco constantes y vi que se ganaba mucho más que comentando. Pero me gustaba mucho narrar. Quería cerrar bien esta etapa y lo hice cuando, tras cumplir unos 3.000 partidos comentados y mis compañeros fueron despedidos. Entonces quise probar suerte con G2, el mejor club de esports de Europa, que me daba un sueldo y me ponía una casa junto a otros compañeros, para crear contenido todos juntos.
-Eso fue poco antes de la pandemia. ¿Cómo vivió el confinamiento?
Tengo una gran capacidad para aguantar muchas horas en casa, independientemente de que sea grande o pequeña. Me basta con tener un ordenador y redes sociales.
-En 2020 también decidió irse a Twitch, ¿cómo consiguió mover su comunidad de una plataforma a otra?
Puse una historia en Instagram y un tuit para que la gente entrara al link y de manera progresiva empezaron a descubrir mi canal. Justo dos semanas antes del confinamiento había empezado a hacer directos y cuando nos confinaron flipé porque acababa de cambiar de trabajo, no sabía cómo iba a ir. No era el Ibai de «mira la pasta que gana», «conoce a Messi», no. Llevaba sólo dos semanas y tenía mucha incertidumbre.
-Ahora tiene casi 8 millones de suscriptores. ¿El encierro le benefició?
Sin poder salir de casa, la gente sólo podía ver la tele, leer o jugar a algo. Cada vez había más personas en los directos. Empezamos a colaborar entre streamers, después entraron futbolistas que empezaron a hacerse su canal de Twitch para entretenerse [como el defensa del Manchester City Aymeric Laporte o el delantero del FC Barcelona Kun Agüero, con los que Ibai jugó en directo]. Se dieron varias circunstancias que hicieron que mi canal creciera muchísimo.
-Sus primeros seguidores se apuntaron a un canal de GTA, pero luego ha pasado a hacer directos que no tienen nada que ver con los videojuegos. ¿Cómo hizo ese giro sin perder audiencia?
De manera natural. Desde los 12 años, mi amigo Ander Cortés y yo hacíamos vídeos de gilipolleces con nuestros móviles. Además, siempre he tenido otras inquietudes como el reguetón, el fútbol o la NBA, que veía de madrugada, pero no lo contaba porque hablaba sólo de videojuegos. Un día comencé a hacerlo en mis redes sociales y experimenté un crecimiento muy grande, que se sumó al que ya tenía por mi trabajo de narrador. Antes de hacer mi primer directo de manera oficial como streamer ya tenía más de un millón de seguidores en Twitter. Aun así hay mucha gente que cree que de repente aparecí un día stremeando y conocí al Kun [Agüero], pero yo ya llevaba una trayectoria de muchos años.
.¿Hay una estrategia detrás de sus contenidos?
Cuando alguien tiene éxito la gente cree que tiene una estrategia para poder triunfar, pero yo sólo hago lo que me hace ilusión, lo que sur- ge, lo que creo que a la gente le puede gustar y no pienso en nada más. Ahora mismo estoy viciado al Minecraft, que es un juego mucho más infantil que el GTA o que una velada de boxeo o una entrevista con, no sé, Mónica Naranjo. Por eso me ve gente de todo tipo.
-¿Sabe qué perfil tiene su suscriptor?
Sé que la mayoría está entre los 17 y los 25 años, pero también hay muchos padres (o en edad de serlo) que me han empezado a seguir por contenidos como las entrevistas, el fútbol, o porque sus hijos les han puesto streamings como el de las campanadas o las veladas de boxeo. Habrá algunos que me seguían de cuando comentaba LoL, pero muchos vienen por el nuevo contenido.
-Muchas empresas quieren trabajar con creadores de contenido con un alcance como el suyo, ¿cómo cree que deben hacerlo?
En mi caso necesito tener libertad, sentirme cómodo y que me dejen ser yo mismo. Ahora no tengo ningún tipo de necesidad de colaborar con ninguna marca. Por suerte, puedo decidir y no pensar «esto es una mierda y no me gusta, pero tengo que hacerlo». Sólo con Twitch y YouTube vivo de sobra, pero nos ayudan a financiar otros proyectos como el equipo de esports, los derechos de la retransmisión del partido del PSG, etcétera. El motor y la gasolina de lo que mueve nuestro mundo de la tele, la radio o el streaming es la publicidad.
-¿Cuáles son sus líneas rojas?
He tenido unas cuantas cuando he creído que algo podía ser tóxico para mi audiencia. Hay gente que me dice que también es tóxica una pizza. Obviamente, si tomas ocho al día vas a tener grandes problemas de salud, pero yo no comparo una pizza a una casa de apuestas. Ahora ya no hay debate porque les han vetado la publicidad. Con los bancos tampoco me siento cómodo ni tampoco con el alcohol, pues soy poco consumidor.
-Más allá de la publicidad, ¿cómo se genera dinero en Twitch?
El principal ingreso de los streamers es por las suscripciones. Hay una suscripción gratuita al mes que tiene todo el mundo que tenga Amazon Prime para incentivar el consumo de canales en Twitch. Y para el resto, hace unos meses costaba cinco euros en España y ahora ha bajado a 3,99 euros. De esa cuota, al creador le llegan unos 1,99 euros, ya que se suele repartir el 50% para la empresa y el 50% para el generado de contenidos.
-En su caso la plataforma se lleva un 30%, ¿verdad?
Sí. Cuando empiezas a ser un streamer grande y tienes muchas suscripciones, puedes negociar un 70-30 en vez de un 50-50. Hay mucha gente que lo tiene. No hace falta ser un Rubius. Igual en España hay 40 o 50 canales que lo tenemos.
-El cambio en las tarifas de las suscripciones, ¿cómo repercute a los creadores?
Tengo un 55% de seguidores de España y un 45% de Latinoamérica. Por ejemplo, en Argentina una suscripción ahora cuesta dos euros y en Guatemala 1,30 euros, por lo que al streamer le llega un euro de Argentina y 90 céntimos de Guatemala. Ha cambiado todo. Para el usuario, la suscripción se ha adaptado a su capacidad económica. Pero a los medianos y pequeños streamers les ha bajado un 40% el sueldo y la diferencia es poder vivir de esto o no. Si ganas 1.300 euros y tu sueldo baja un 40%, es un problema. Ahora se gana mucho menos dinero en Twitch y hay otras plataformas que están aprovechando la posibilidad de fichar a muchos streamers, algunos ya se están cambiando.
-¿No os fidelizan de ninguna manera? Porque usted podría llevarse a su comunidad a otra plataforma como ya ha hecho en otras ocasiones.
Tendría que esperar a que finalice mi contrato para ser libre. Cuando cobras por suscripciones, firmas un contrato que suele ser de un año de duración.
-Su vida ha dado un giro radical en menos de dos años.
Ha cambiado drásticamente. Yo era un chaval que me ganaba la vida normal, venía de una familia bien que luego tuvo ciertos problemas, y ahora estoy en una posición que no tiene ningún sentido. Eso te hace ser consciente de lo privilegiado que eres; no quita que yo crea que me lo merezca, que he trabajado para estar aquí. Pero, igualmente, dedicarme a esto es una auténtica locura. Hay gente que va a una oficina donde no hay ningún compañero con el que se lleve bien. Aunque lo positivo gane por goleada, este trabajo también tiene cosas malas que afectan.
-¿A la salud mental?
Sí. Estar expuesto constantemente a tanta audiencia y que se hable de ti todo el rato. Ha llegado un punto en el que todo el mundo que ha tenido algún contacto conmigo a lo largo de mi vida va a decir: «Yo coincidí con Ibai hace 14 años en una clase de primaria y no sé qué». A mí me da exactamente igual, pero esa exposición da un poco de vértigo. Aparte de que luego cualquier cosa que diga o haga va a tener una repercusión brutal. Después está el hecho de que la gente te graba por la calle; hay quien viene a casa a espiar, a dar gritos por la verja y rebasar mi intimidad. He ido a la ducha desnudo en mi casa y he escuchado a gente gritar mi nombre y eso asusta un poco.
-Y con ese nivel de exposición, ¿no necesita vacaciones?
El descanso y la desconexión son fundamentales para tener una buena salud. Y yo tengo que aprender a desconectar totalmente, es decir, a estar seis días sin ningún tipo de contacto con nada.
-¿Lo ha logrado alguna vez?
Nunca, pero desde el año pasado cogimos la costumbre de dar paseos por el monte sin el móvil.
-¿Con lo que ha ganado se podría retirar?
Yo creo que sí. Me compro una casa, vivo ahí y ya está. Pero igual me muero de aburrimiento. ¿Cómo me voy a retirar con 26 años? No he hecho cálculos, pero no hago esto para retirarme. Necesito seguir haciendo cosas.
-Hablando de jubilación, ¿usted ha invertido en algo?
La verdad es que no. Es una cosa que tengo que mirar porque soy un desastre con mis cuentas.
-Tendrá quien le asesore.
Tengo un gestor para tener todo legal y pagar todo lo que haya que pagar en este país. Ahora voy a contratar un asesor para ver qué hacer con mi dinero, dónde invertirlo, qué comprar. De momento en lo único que he invertido es en el equipo de esports con Piqué, y fuera de montar el equipo no hay nada que me haga especial ilusión. Esto era lo que quería hacer, y ahora debería invertir con cabeza.
-¿Cuánto cuesta montar un equipo de esports?
Una plantilla buena, con todos sus empleados, está en torno a un millón de euros de presupuesto. Además hay que tener una casa para que vivan allí, y muchísimos otros gastos. Pero los tres mejores equipos en España tienen este presupuesto aproximado.
-¿Qué hace cuando no trabaja?
Socializo bastante con la gente de la casa. No jugando a videojuegos, sino comiendo y cenando juntos. También nos gusta mucho ver películas en el cine que tenemos. En verano estábamos mucho en la piscina por la noche, en el jacuzzi, la sauna… A veces simplemente nos sentamos en el sofá y charlamos o abrimos un juego de mesa.
-¿Vive en contacto con la realidad o es más difícil desde una casa como en la que vive ahora?
Hombre, por supuesto. Mi vida ha cambiado en un 800%, pero mi tío sigue trabajando en una empresa moldeando piezas de coches, mi padre tiene el mismo trabajo y mi madre, por ejemplo, sigue en paro y la ayudamos un poco entre todos. Al final entre mi familia o amigos veo la realidad. Y también en las redes sociales veo la vida fuera de esta burbuja. Tan sólo hace año y medio vivía en un piso normal de Barcelona e iba al Mercadona a comprar churros.
-Ahora tiene cocinera…
Tengo 26 años y con este ritmo de vida sólo llevo uno. Los otros 25, ¿qué crees que he hecho? Pues vivir una vida normal, trabajando y viajando mucho por España. Con la Liga de Videojuegos Profesional hice más de 100 eventos y me recorría las ciudades como un feriante, quedándome en hoteles de mierda. Esto te hace estar en contacto con mucha gente. Te hace ser consciente de todo. No sólo trabajo desde muy joven, sino que he hecho muchas cosas.
-¿Cómo gestiona la fama?
Pues si me sucede como el otro día, que aparecieron 2.000 personas en la puerta de un hotel, no lo paso bien. Pero luego pienso que al final hay que disfrutar el camino, porque hay mucha gente que estaba muy arriba y de repente se ha pegado hostiones espectaculares. Eso me hace estar tranquilo y pienso que en algún momento se acabará, bien porque yo lo decida, o bien porque la audiencia lo decida o porque, no sé, me metan tres tiros. Pero se acabará.
*Publicada en Forbes España