En el ojo del caos citadino existe un tranquilo pasaje a la historia. Estamos hablando de la calle ubicada entre la Av. Santa Fe y Güemes en Palermo Viejo, que le da el nombre al restaurante Anasagasti, una joya arquitectónica convertida en sede de delicias y cocktails con sello francés.
Después de un largo período de cierre debido a la pandemia, el restaurante y bar volvió a abrir sus puertas con una propuesta renovada que se despliega en una casona antigua de tres plantas ¿La novedad? Una carta para cada piso, según la experiencia que desee vivir el comensal.
El equipo actualizó el menú para la reapertura con nuevas opciones, seleccionando los ingredientes y asegurando que cada plato sea especial. Todas las cartas de Anasagasti cambiarán mes a mes, buscando así priorizar el uso y selección de la mejor materia prima en base a su estacionalidad.
El estilo francés está muy latente en la arquitectura de Buenos Aires pero son pocos los lugares que conservan la tradición y el espíritu de las casonas históricas edificadas en tiempos dorados de la aristocracia porteña. El ambiente en Anasagasti es cálido y acogedor, con una decoración elegante y moderna que refleja la pasión del equipo por la cocina y la cultura. Ya sea para una encuentro entre amigos o una cena romántica para dos, el restaurante tiene el espacio perfecto para cada ocasión.
Una carta para cada momento
En la planta baja predominan los cocktails de autor y una variedad de tapas especialmente diseñadas para acompañar la bebida. En el primer piso se encuentra el restaurante principal, donde la comida y los vinos son los protagonistas, con una cava a donde el cliente puede ingresar a degustar y elegir. La carta es breve, con foco en productos estacionales de altísima calidad. El pato al kamado, las pastas caseras rellenas con centolla y el pulpo español son algunos de los platos estrellas. A su vez, ofrecen fuera de carta la sugerencia del chef que cambia con regularidad.
En el segundo piso la propuesta gastronómica es más relajada. La comida se caracteriza por sus clásicos reversionados para sorprender el paladar argentino con alguna técnica o ingrediente poco habitual. Dentro de ellos se destacan la hamburguesa de jabalí con provoleta, relish casero y cebolla caramelizada y el wrap de pato.
Anasagasti siempre se destacó por su impronta en la coctelería y lo sigue manteniendo. La carta cuenta con craft cocktails, con ingredientes únicos combinados de forma inédita. Se destacan: el “Harrods” con whisky macerado en avellanas, drambuie y humo de canela y el “Cría Cuervos” hecho con ron reposado en roble, frangelico y bitter de caco, servido dentro de un huevo de chocolate amargo 80% cacao. También, se ofrecen cursos de coctelería y en fechas especiales realizan catas de vino, ron y whisky con especialistas.
Historia y diseño
Cada uno de los pisos de Anasagasti cuenta con un diseño diferente. En la planta baja predomina la madera original de la casa que es considerada patrimonio histórico y data del año 1927. A su vez, se mantienen otros detalles antiguos como las molduras, su imponente chimenea, los vitraux iluminados y la escalera principal. Esto combinado con una araña central y una barra de cobre dan un aire moderno y elegante.
En el primer piso resalta el contraste entre lo antiguo y lo moderno con pisos de madera, empapelados con líneas geométricas, mesas de mármol y una araña central. Cuenta con una cava de vinos seleccionados de bodegas boutique.
El último piso es el más descontracturado donde un clima selvático predomina gracias a la presencia del jardín de invierno del restaurante. Su techo de vidrio se levanta cuando la noche lo amerita permitiendo a sus invitados disfrutar del aire fresco y el cielo estrellado.