La personalidad de cada uno de nosotros escucha, actúa y se comunica de una forma diferente a las otras. En resumen, se relacionan a su manera, tanto con los demás como consigo mismos.
Cada tipo de personalidad tiene sus puntos fuertes, pero también sus debilidades o puntos ciegos, que ejercen como el talón de Aquiles de cada uno al impedirnos el trabajo en grupo a un nivel óptimo.
Y para gestionar un equipo de manera que se limen las asperezas cuando surjan y se potencie el entendimiento entre todas las partes, es necesario no solamente saber qué tipo de personalidad es la nuestra, sino comprender las características de las de los demás.
Según la psicología, de los siguientes grandes grupos la inmensa mayoría de las personas tiene una personalidad primaria y otra secundaria, que se presenta en menor medida pero modela de forma definitiva lo que somos en realidad.
El líder
La necesidad número uno del líder es obtener buenos resultados. Son aquellos capaces de observar el panorama completo y centrarse en esa línea de fondo. La alta necesidad de logros y méritos se debe en buena parte a su naturaleza competitiva.
Se les considera a menudo personas controladoras e incluso agresivas, dejando a un lado la empatía respecto a los problemas y requerimientos de los demás, y anteponiendo el trabajo a las personas. Toman decisiones con rapidez, son temperamentos críticos y son capaces de seguir adelante sin el apoyo de los demás.
Su mayor defecto es una carencia de estilo colaborativo a la hora de trabajar, cosa que tiende a desmoralizar a los demás.
El social
La necesidad fundamental de este tipo es la de conectar con otras personas. Sienten un fuerte deseo de conocerse a sí mismos y llegar a comprenderse al máximo posible con ejercicios de introspección constantes. Son los mejores comunicadores de los cuatro caracteres, y tienen una alta disposición a relacionarse con todos los tipos y a preocuparse por ellos.
Facilitan con frecuencia el desarrollo y crecimiento intelectual y práctico de los que les rodean. Sin embargo, son percibidos como personas poco asertivas y evitan el conflicto aunque a veces resulte necesario para defender sus posiciones.
Tienden a poner las necesidades de los demás por encima de las suyas, y toman decisiones más populares frente a la opción más práctica. Pueden ser fáciles de influenciar cuando quieren complacer a otros.
El espíritu libre
La necesidad básica de esta personalidad es la libertad personal y la sensación de aventura. Precisan del entusiasmo para vivir todos los aspectos de su vida: su ámbito privado, el trabajo y el tiempo de ocio. A las personas de este tipo no les gusta estar atados de forma convencional, ni a normas o reglas.
Son instintivos y creativos y se muestran capaces de enfocar con una mirada diferente algo que ha permanecido siempre inmutable. Es muy difícil atarlos a los clásicos trabajos en oficina con un horario fijo.
Por otra parte, son percibidos como indisciplinados y bastante desorganizados. Se aburren fácilmente con las tareas que le son encomendadas y procuran constantemente cambiar las cosas respecto a la norma.
El organizado
Su necesidad primaria es contar una estructura y realizar un trabajo bien hecho. Son especialmente trabajadoras, responsables y fiables; son amantes absolutos del orden. Son capaces de planificar su día desde que se levantan hasta que se acuestan, y son las típicas personas que andan siempre con una check list bajo el brazo.
Tienen un fuerte compromiso personal con su trabajo, de modo que es efectivo, puntual y colaborativo. Como puntos negativos, se ven en serias dificultades cuando se produce algún cambio.
Su necesidad de estar seguros con lo que conocen hace que sean vistos como personas demasiado rígidas, son adictos al trabajo y no conciben fácilmente los tiempos de ocio. A menudo tienen conflictos con los demás miembros de un equipo por su necesidad de guía y estímulo para el trabajo.
*Nota publicada en Forbes España