La idea era escribir una pequeña presentación sobre cada uno de los cuarenta documentales presentados y con todas juntas armar un libro que representaría un recorrido histórico posible del documental argentino. Se nos ocurrió que era importante poner en la lista una película de mal recuerdo, destinada a celebrar el Mundial del 78, y que tenía repercusiones muy inquietantes. Su director era Sergio Renán, un realizador respetado y querido, que tenía esa película como un mancha en su carrera. Teníamos que pedirle autorización para exhibirla pero nos pareció que era necesario algo más: hablar con él sobre la película e incluir esa entrevista en el libro. Aunque teníamos miedo por su respuesta, hicimos las gestiones correspondientes, primero para conseguir la autorización. Su respuesta fue gentil y positiva:
Como supondrán, no me alegra en absoluto la inclusión de la película en el ciclo, pero al mismo tiempo entiendo muy lógica su elección.
No dispongo de ninguna copia, pero supongo que será fácil de conseguir o comprar.
En cuanto a su ficha técnica, si bien pueden completarla por varios conductos, les informo lo que recuerdo. Guión Adrián Quiroga y Hugo Sofovich, Fotografía Leandro Rodriguez Solís, Elenco (que recuerde) Luis Sandrini, Ulises Dumont, Alfonso de Grazia, Mario Sanchez, ¿Susú Pecoraro? ¿Graciela Duffau? Y testimonios diversos de Marta Lynch, Menotti, Diego Bonadeo, Felix Luna (involuntario creador del título) con un comentario con el que concuerdo acerca de la unanimidad social del festejo y Roberto Maidana, autor a su vez del el único comentario con el que disiento. Faltan algunos, pero en todos los casos los entrevistados decían lo que les parecía.
No lo recuerdo con precisión, pero creo que de lo que puede definirse como ficcional, el director de producción fue Adolfo Aristarain y su productor (no recuerdo como denominó a la productora) fue Hector Capozzolo. No debe superar los 20 minutos. Todo el resto de la película fue la compaginación de los partidos filmados por una empresa ganadora de la licitación que en aquella época determinaba la licitación de la FIFA
Los saluda cordialmente.
Sergio Renan.
De creerlo conveniente, los organizadores pueden encontrarse conmigo. Pienso que podrían aclarar algunas informaciones inexactas que a veces se hacen acerca de la película.
Le contesté inmediatamente, ya con la idea de arreglar la entrevista:
Hola. Sergio, cómo estás?
Michelle me hizo llegar tu muy amable respuesta al pedido de autorización para exhibir La fiesta de todos en el ciclo 40 DOCUMENTALES ARGENTINOS. Entiendo y en bastante medida comparto tus inquietudes así que paso a contarte un poco nuestra idea y a proponerte algo.
Al fin del ciclo se editará un libro con las 40 notas que escribimos para presentar cada una de las películas más charlas con los cinco o seis directores más relevantes. Ese libro va a ser editado por la editorial Margen Izquierdo, de Luis Majul, y sale con 3 mil ejemplares inicialmente.
Me parece una excelente oportunidad para que Marcelo Panozzo y yo te hagamos una buena entrevista sobre La fiesta de todos y que salga publicada en el libro. Sería una buena oportunidad para que aparezca tu mirada sobre la película en un marco respetuoso y sin preconceptos.
Nosotros creemos que los problemas de la película tienen que ver más con una factura derivada de la tele que con una supuesta apología de la Dictadura. Y que la mayoría de las cosas que hoy resultan inadmisibles en realidad en ese momento tenían un consenso muy amplio en la población. Resulta más fácil buscar un chivo expiatorio y en ese sentido la película es un blanco fácil. En fin, lo importante es que podamos conversar y después publicar una buena síntesis de la charla.
Qué te parece?
Abrazo, GN
La respuesta fue muy simple:
Hola Gustavo: me parece muy bien tu propuesta. Ocurre que me voy a Montevideo el sábado y regreso el domingo siguiente. Después podemos vernos cuando quieran
Finalmente, quedamos en que luego del Bafici nos encontraríamos los tres y charlaríamos sobre la polémica película. Nos resultó muy atractiva la idea de hablar sin complejos sobre un episodio tan conflictivo en una carrera larga y llena de éxitos y reconocimientos. Sergio demostraba ser un caballero y una persona honesta, dispuesta noblemente a iluminar el episodio más oscuro de su carrera.
Esos intercambios de mails fueron en marzo de 2015. La entrevista nunca se produjo porque Renán murió el 13 de junio de ese mismo año, luego de varias semanas de internación por una complicación respiratoria.
El siguiente texto es una versión modificada de lo que apareció en el libro 40.doc, que publicamos con Marcelo Panozzo en Ediciones Margen Izquierdo:
La fiesta de todos
Un año después del mundial 78, el 24 de mayo de 1979, se estrenó en los cines locales La fiesta de todos, una celebración de la gesta deportiva con algunos sketchs humorísticos y una línea ideológica muy concreta, dirigida por Sergio Renán.
La puesta en perspectiva y la demolición de algunos de los lugares comunes respecto de aquel campeonato quedaron establecidos definitivamente en el libro de Matías Bauso, 78. Historia oral del mundial. En sus ochocientas páginas algunos mitos deportivos y también políticos encuentran su justificativo o su refutación. Uno de los más interesantes es el hecho de que para la Junta Militar la salida de la gente a las calles para festejar fue totalmente inesperada y no deseada. Finalmente se produjo la más grande movilización de masas de la historia de la Argentina y su contenido político fue totalmente nulo. El nacionalismo futbolero -muy apaciguado hasta la consecución de un primer triunfo internacional—había llegado para quedarse. Es un sentimiento que excede al fútbol pero que no llega a ser políticamente significativo, aunque los distintos gobiernos se ilusionen con la idea contraria.
La fiesta de todos combina el registro futbolístico (realizado por la televisión brasileña y luego desechado por la derrota de su selección) con representaciones humorísticas de aquella movilización popular. La idea de la película es la de la celebración unánime, de la cual sólo quedan afuera los contreras, que no desean el bien del país.
Al minuto de película, el general Videla, vestido de civil, ya apareció dos veces. Parece que se tratará de una exaltación prolongada de la Junta Militar que gobernaba el país y sin embargo no vuelve a aparecer hasta en un pantallazo fugaz durante la final con Holanda. El resto evita las imágenes de los militares en el poder y trata básicamente de un recorrido por algunos partidos, centrados en la campaña de la selección Argentina, y matizados por la abominación del fútbol ballet, un juego de movimientos en la imagen que hacía parecer que los jugadores bailaban ridículamente. Junto con las imágenes deportivas, una serie de sketches pretendidamente cómicos tiene, por un lado al personaje de Juan Carlos Calabró, El Contra, discutiendo las posibilidades del equipo argentino y, por el otro, una familia reunida junto al televisor repitiendo los esquemas machistas más retrógrados. Más explícitos en su mensaje con pretensiones de unanimidad patriótica son algunos discursos, llevados adelante por el periodista Roberto Maidana y el historiador Félix Luna.
Maidana, al comienzo de la película, dice, entre otras cosas: "Esto que estamos viendo y nos emociona hasta las lágrimas es un símbolo que representa nuestras ganas de ser, de hacer, de demostrar que podemos. Porque detrás de estos chicos y más allá de los hombres que con tanto trabajo y capacidad organizaron el mundial estuvieron miles de argentinos anónimos que construyeron estadios, carreteras, aeropuertos y que tendieron comunicaciones desde la Argentina y hacia el resto del mundo. Y todo ello concluido y funcionando mucho antes de la fecha de iniciación del torneo, dando la mejor respuesta a los escépticos del "no llegamos". Para nosotros, los argentinos, la historia importante empieza antes de esta fiesta y termina en esta fiesta. Porque el Mundial para nosotros fue un desafío donde el fútbol no tenía nada que ver. Sí la malevolencia y el escepticismo. Y respondimos con las obras realizadas y con la actitud serena y generosa de un pueblo maduro, de pantalones largos".
Sobre el final de la película, el respetado historiador Félix Luna, desde un balcón en donde simula ver a la gente en la calle festejando, reflexiona: Estas multitudes delirantes, limpias, unánimes, es lo más parecido que he visto en mi vida a un pueblo maduro, realizado, vibrando con un sentimiento común, sin que nadie se sienta derrotado o marginado. Y tal vez por primera vez en este país sin que la alegría de algunos signifique la tristeza de otros".
Es, sin embargo, en la sucesión de sketchs de El Contra en donde se pone de manifiesto más crudamente el afán unanimista de la película: puesto como una opinión permanentemente negativa, el personaje interpretado por Calabró termina apaleado por sus contertulios, que no soportan sus comentarios adversos. La violencia del sketch, inadvertida en su momento, hoy es resignificada con el conocimiento de lo sucedido en aquellos años.
Lo doloroso de La fiesta de todos no es la supuesta complicidad de sus protagonistas con el gobierno más sangriento de la historia argentina: tal cosa no existe. La mayoría de ellos tuvo una destacada trayectoria profesional en democracia y es absurdo vincularlos con la represión (Macaya Márquez, Diego Bonadeo, Norberto Ibarra, Ulises Dumont, Ricardo Darín, Félix Luna, el propio Sergio Renán, Mario Sábato y tantos otros). Lo revelador es el hecho de que ese discurso patriótico que no admitía disensos estaba tan hecho carne en la sociedad argentina que a ninguno de ellos se le ocurrió pensar que lo que estaban haciendo los marcaría de una manera negativa. El consenso que revela la película es su elemento documental más importante.