¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Cómo somos? Las grandes preguntas de la vida que se hace todo ser humano pueden responderse a través de diferentes herramientas. Una de ellas es muy sencilla y propia de cada uno: el apellido.
Más allá de identificarnos y unirnos a un grupo de personas, un apellido también es una forma de conectar con los antepasados. En él, se puede contar la historia de la humanidad y qué tan relacionados están los seres humanos.
En esa línea, la historia de la Argentina se podría construir a partir de un puñado de apellidos cuyo “top five” lo integran González, Rodríguez, Gómez, Fernández y López. Según un ranking que dio a conocer en 2018 el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), el 6,5% de la población (más de tres millones de argentinos) tiene en común alguno de esos apellidos.
El interés de las personas por profundizar en sus raíces y avanzar en el autoconocimiento llevó a que un sector de la ciencia pusiera foco en crear pruebas que permitan obtener datos cada vez más concretos sobre el vínculo entre las personas y sus ancestros.
En ese sentido, los estudios de ancestralidad analizan miles de puntos del ADN y proporcionan los valores porcentuales de la ubicación biogeográfica del material genético de la persona, con una influencia de hasta cinco generaciones, es decir, hasta 16 tatarabuelos o tatarabuelas.
Gracias al desarrollo y perfeccionamiento de nuevas tecnologías de análisis, un mayor número de personas ha accedido a este procedimiento, lo que ayuda a conocer con mayor exactitud las regiones de dónde vinieron los antepasados de cada González, Rodríguez, Gómez, Fernández, López y muchos más.
González
Es un apellido patronímico ibérico que significa hijo de Gonzalo, una variante del prenombre medieval “Gonzalvo”. Su origen proviene del germánico Gunther, latinizado a Gundisalvus. Hay más de una interpretación de su significado. Según algunos, el nombre vendría de Gund y hari o heri, que significaría alguien que lucha en el ejército. Para otros, el origen sería gunthis (también procedente de Gund), de la lucha, y alv, que estaría relacionado con los elfos, los espíritus de la naturaleza en la mitología nórdica; por lo tanto, tendríamos a alguien con el espíritu o el genio de labatalla. De todos modos, es un nombre asociado siempre con la guerra.
Rodríguez
Rodríguez (o Rodrigues) es un patronímico ibérico, con orígenes en la España medieval, que significa “hijo de Rodrigo”. Rodrigo, a su vez, proviene del pueblo visigodo; del germánico Roderick, formado por hrôd + rics, que significa líder glorioso.
Rodrigo fue el último rey visigodo en España en el siglo VIII. Otro nombre famoso en la Península Ibérica que hizo popular el primer nombre fue el del caballero Rodrigo Díaz de Vivar (1043-99), llamado El Cid Campeador.
Gómez
Gómez es un patronímico ibérico, como lo indica la raíz -ez. El prenombre Gome, Gomo o Guma, que ya no es común hoy en día, tendría su origen en el Alemano Gomohari, un soldado germánico que sirvió en Roma durante el siglo IV. Gomohari, luego latinizado a Gomoarius, significa precisamente eso, hombre de guerra o guerrero.
Fernández
Fernández es un patronímico ibérico, que significa “hijo de Fernando”. El prenombre tendría su origen en el germánico Firthunands o Fridenandu (en latín Ferdinandus), que pasó a Frednando, Frenando y, finalmente, Fernando - en español Fernand y Hernán. Algunos quieren que la palabra esté formada por firthu (en alemán moderno Frieden), paz, y nands, negrita. Es decir, alguien que “se atreve por la paz”.
En España, entre los más antiguos se encuentra el caballero Hernán Fernández, de Asturias, que luchó en la Batalla de Guadalete, en Andalucía, junto al rey visigodo Rodrigo (688-711).
López
López es un patronímico portugués con origen en el prenombre Lopo, bastante común en la Península Ibérica antes del siglo XVI, por lo que hay muchas familias con este apellido. Lopo viene del latin lupus, lobo, adjetivo que se da al patriarca de la familia. Las versiones españolas más comunes hoy en día son López o Lopez - en documentos antiguos, el apellido aparece a veces como Lopez y a veces como “Lopiz”.
¿Todos familia?
Un test de ancestralidad es una herramienta útil para aquellos que quieren saber más sobre su propio pasado, sino que también permite encontrar personas con las mismas secuencias de ADN y conectarlas.
Se trata de una herramienta que muestra estimaciones de parentesco basadas en la cantidad de ADN compartido entre dos seres humanos que se hayan realizado el test. Así, por ejemplo, un González que vive en Rancul, La Pampa, podría descubrir que un González que vive en Colonia Wanda, Misiones, es un primo de tercer grado.
“Todo ADN cuenta una historia. En los 10 años de Genera, más de 100.000 personas descubrieron sus orígenes y pudieron hacer mejores planes para el futuro. Con nuestro tests de Ancestralidad, Salud y Bienestar buscamos ayudar al mayor número de personas a conocer qué dice su ADN", afirma Ricardo di Lazzaro Filho, médico y socio fundador y co-CEO de Genera, el primer laboratorio de Latinoamérica especializado en genómica personal que desembarcó recientemente en la Argentina.
"Desembarcamos en la Argentina con la misión de hacer que la genética sea accesible a las personas como una herramienta de autoconocimiento, salud y bienestar. Inicialmente, utilizaremos la propia operación genómica de Grupo DASA en la Argentina. DASA es la mayor empresa de diagnóstico médico de América Latina y la quinta más grande del mundo (propietarios de Diagnóstico Maipú)", compartió Di Lazzaro Filho.
Desde 2019, Genera, que en Brasil emplea a más de 100 personas, lleva invertidos más de US$ 9,5 millones en investigación y desarrollo para hacer que las pruebas genéticas sean más accesibles para las personas y para mejorar su calidad de vida a través del autoconocimiento.