Hace 20 años, la chilena Viña Montes -fundada en 1987 por Aurelio Montes, Douglas Murray, Alfredo Vidaurre y Pedro Grand- cruzó la cordillera de los Andrés. Apostó por la Argentina cuando muchas empresas hacían lo contrario, motivadas por los efectos que debaja la crisis política y económica de 2001. Pero Andrés Turner, hoy gerente general de Viña Montes, y Aurelio estaban convencidos de que en Mendoza había oportunidades y fue así como hace dos décadas lograron convencer a un directorio que tenía algunas dudas de que inviertiera en la Argentina para crear la bodega Kaiken. Los resultados dieron sus frutos. Hoy, Montes SA es una empresa vitivinícola que en Chile opera a través de Viña Montes y en la Argentina a través de Kaiken.
“Tuvimos la suerte de conocer a dos o tres personas en Mendoza que nos atendieron de forma increíble. Nos encantó el clima, la comida y es totalmente distinto a Chile, y eso que está a 200 kilómetros”, compartió Turner durante una conferencia por los 20 años de la bodega, cuyo nombre se lo debe a los los caiquenes (gansos silvestres) que vuelan sobre la Patagonia, entre la Argentina y Chile.
Kaiken está ubicada en la localidad de Vistalba. Todos sus productos se elaboran con uvas de fincas localizadas en las mejores zonas vitivinícolas de Mendoza (como Vistalba, Agrelo y Vista Flores) y Salta (Cafayate). Actualmente, posee las líneas Kaiken Mai, Obertura, Aventura, Disobedience by Francis Mallmann, Kaiken Ultra,Indómito y Kaiken Estate; además del espumante Kaiken Extra Brut.
En el marco de este aniversario, la bodega anunció el lanzamiento al mercado de Kaiken Luxury Edition 20 years, un blend proveniente de Los Chacayes (Valle de Uco) que representa la evolución de la bodega desde su comienzo hasta el presente.
Este vino, de tan solo 5977 botellas y de venta exclusiva en Argentina, está compuesto por un 60% Cabernet Sauvignon, 20% Cabernet Franc, 15% Malbec, 5% Petit Verdot, un verdadero bordeaux blend, en donde la misión fue lograr precisión y equilibrio para que se destaquen sus aromas frutados y agregar estructura, tal como compartieron desde la firma. Para su elaboración, se conservó en barricas nuevas de 500 y 600 litros.
Pocos minutos antes de la presentación, Andrés Turner conversó con Forbes y trazó un balance de estos 20 años. "Nosotros vinimos a la Argentina por los vinos. Si haces buenos vinos, el resto debiera venir medio solo, gratis. Y desde esa parte no hemos tenido ni un solo problema: lo hemos pasado bien, los vinos son los que a nosotros nos gustan. No solo porque Argentina tiene una variedad emblemática que es distinta. Ahora, afuera, la Argentina, igual que Chile, está un poquito castigada. Sudamérica no está muy de moda, pero tiene gastronomía y la gastronomía va para arriba. Nosotros creemos que en un momento tenemos que apuntar a Asia… Y, en paralelo, tenemos este país, que es distinto, por decirlo de alguna forma. En distinto en lo político, en lo económico y nos costó acostumbrarnos. Quizá nos ayudó que la bodega está en Mendoza, que es una provincia que funciona bien, que tiene mucha cercanía con Chile, que tiene mucha inversión extranjera. Quizá eso lo hizo menos difícil. Pero te diría que la experiencia ha sido muy buena y, cuando uno conversa con otros chilenos, y te dicen qué difícil es la Argentina, la respuesta nuestra generalmente es que 'es menos difícil de lo que se cree'”.
-¿Cómo está hoy la exportación?
Exportamos el 92%. Principalmente, a Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Alemania. También a Japón, Brasil, China…
-Algunos bodegueros dicen que uno de los problemas para llegar a China es que se piden grandes volúmenes que a veces puede resultar difícil abastecer…
Sí, pero es un happy problem, finalmente. Lo peor sería que fuera al revés. El tema de China, que pasa finalmente en todos los países, es que tienes que decidir como país si quieres ser un proveedor barato o un proveedor premium. ¿Quieres ofrecer vinos baratos, de entry level, o vinos que vendes en hoteles, en buenas tiendas? En el mercado asiático tienden a amarrar mucho al país. Y eso, diría, es complicado cuando empiezas.
-A nivel global, está aumentando el consumo de etiquetas que estén por encima de los US$ 35. ¿Esto lo ven así?
El otro día leía un artículo que destacaba que a la humanidad, con la pandemia, le quedó claro este concepto de que no te vas a llevar la plata a la tumba. Por eso, la gente está viajando más, está yendo a los restaurantes, está consumiendo caro aquel que tiene la disponibilidad. Ahora, bien. Sí hay susto con la recesión mundial que viene ahora.
En pandemia, en el caso específico de Kaiken, en los países en los que estaba muy concentrado en el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafés) sufrió mucho y se concentró en los países donde era más fuerte en tiendas o en ecommerce.
Duró lo que tenía que durar y hoy día los que más sufrieron porque estaban muy concentrados en restaurantes hoy están volando, y los negocios de ecommerce se fueron frenando. Los restaurantes finalmente son los que te dan marca. Incluso, en los países en donde no eras fuerte en restaurantes tienes que ir para allá. Y realmente te da presencia, te valida. Eso es lo que tienes que salir a competir. Tienes que lograr algún día estar en los mejores hoteles de Nueva York, en los mejores restaurantes. Puede que no lo logres, pero tiene que ser tu meta.
-¿Cómo proyectás el año que viene desde la bodega?
Tenemos una frase: “Nosotros no somos la economía, somos una marca de nicho”. No somos una marca grande. Lo que sí hay que hacer es trabajar. Y, si el mercado está un poco frenado, vamos a vender lo que vayamos a vender. Alguna vez, el dueño de una bodega en Chile, sobre alguna de las crisis financieras del mundo, me dijo: “Pasé la crisis, no sé a qué costo”. Y yo creo que tiene que ser al revés. Pasé o no pasé la crisis, pero no tengo costo. O sea, no vamos a hacer locuras, bajadas de precios, promociones, cualquier cosa que afecte la marca... En la pandemia, algunas bodegas y marcas se pusieron nerviosas y después no se volvió más de eso. Entonces, si hay que aguantar un chaparrón, lo aguantaremos. Y no vamos a inventar venta que no haya en forma natural. Pasará. Vamos a cuidar la marca. Si las cosas salen mejor, ahí estaremos.
-¿La gran apuesta fuerte en el país sigue siendo el Malbec?
Estamos buscando hoy en día que el Malbec entre en la categoría de grandes vinos del mundo y no lo vamos a lograr de un día a otro. Pero ese es el negocio que nos interesa y eso se da en Asia. Nosotros estamos tratando de ir ahí. Sacamos muchos vinos nuevos durante la pandemia, pero entonces nos costó mostrarlas. Recién ahora, hace unos 6 meses, estamos logrando ir a los mercados y mostrarlos nosotros mismos. Nos queda mucho por consolidar. Entonces más que sacar cosas nuevas, tenemos que consolidar todo esto que hicimos en el último tiempo.
-¿Se barajó alguna estrategia conjunta de los países del nuevo mundo vitivinícola para, por ejemplo, ser más fuertes en determinados mercados?
Alguna vez estuve en el Wines Of Chile y las asociaciones tienen mucha comunicación entre ellas. Sobre todo, en temas como defensa gremial, si tú quieres, arancelaria. En eso está muy bien coordinado. Pero respecto al tema de salir juntos, que tiene mucha lógica, ha habío algunos casos pero creo que han sido medio tibios. Para ciertos países, como Estados Unidos o Canadá, la categoría es Sudamérica. Por lo tanto, deberia tener un perfil conjunto. O sería lógico que la gente vaya a Mendoza y después a Colchagua, que es totalmente distinto, super complementario. Incluso, las variedades son distintas y le das una experiencia mucho más atractiva de vender Sudamérica.
-Se podría trabajar hasta en una ruta del vino conjunta trasandina…
Y qué mejor que los que estamos de los dos lados, que sabemos que podemos hacerlo y que no hay problema. No sé por qué no se ha logrado. Australia y Nueva Zelanda podrían hacerlo perfectamente, mosstrando sus blancos y tintos. Pero, nosotros, con Uruguay, deberíamos hacer cosas. No tengo claro por qué no. Esperemos que algún día alguien rompa esa barrera. A los periodistas y críticos hay que atraerlos, porque si no se quedan en Francia, las nuevas regiones de España y cada vez les cuesta más venir a Sudamérica. Hay que venderles algo que realmente les emocione y no una tradicional ruta de bodegas con malbec o carmenere todos los días. Hay que hacer algo distinto.
-¿Qué balance hacés de 2022 para Kaiken?
Fue un año bueno, menos bueno que 2021, que fue un año muy bueno. El 2022 fue un año bueno con algunos problemas en algunos mercados. Hubo muchas quiebras en toda la cadena. Pero te diría que fue un año con crecimiento, estamos contentos y tranquilos, con esta sombra para 2023. Pero hasta el momento no hemos notado un frenazo en ningún país.