¿Su perro empieza a llorar, ladrar, temblar y se agita en cuanto usted sale a la calle? ¿Busca constantemente su atención, lo mira fijamente y muerde sus zapatillas? Según un nuevo estudio publicado en la revista PLOS One, los investigadores descubrieron que los perros con ansiedad tienen cerebros cableados de forma diferente en comparación con los perros que no padecen ansiedad.
Más concretamente, el equipo observó que los perros diagnosticados de ansiedad presentan anomalías en las redes neuronales funcionales de su cerebro. Mediante escáneres de IRMf, descubrieron que las conexiones entre la amígdala de estos perros y otras partes del "circuito de ansiedad" del cerebro - en particular el hipocampo - eran más fuertes en los perros ansiosos que en sus homólogos no ansiosos. Situado en el lóbulo temporal, el hipocampo desempeña un papel crucial en el aprendizaje y la memoria.
"La prevalencia de los trastornos de ansiedad entre los perros es alta y es el trastorno del comportamiento más frecuente en la práctica diaria. Además, constituyen un grave problema de bienestar no sólo para el individuo, sino también para los dueños, provocando muchas veces el abandono, el realojamiento o incluso la eutanasia", escribieron los investigadores en su estudio.
"En el caso de la agresividad comórbida, dan lugar a riesgos para la seguridad y son motivo de preocupación pública. Se ha demostrado que en varios trastornos neuropsiquiátricos caninos, la base neurobiológica tiene características similares a las de sus homólogos humanos", añadieron.
Estudios anteriores han demostrado que el hipocampo puede verse afectado en varios trastornos psiquiátricos y neurológicos.
Los investigadores incluyeron en este estudio a 25 perros beagle sanos de entre uno y ocho años de edad. Cada uno de los perros pertenecía al Departamento de Imagen Médica Veterinaria y Ortopedia de Pequeños Animales de la Universidad de Gante. El equipo controló y evaluó la salud de los perros cada tres meses y también estudió sus respuestas conductuales. Los perros tenían acceso diario a un parque cerrado y a juguetes. En otro grupo, los investigadores estudiaron los comportamientos de 13 perros ansiosos.
En lo que respecta al comportamiento canino, la amígdala y el hipocampo se han relacionado con la capacidad del perro para recordar ciertos detalles e incluso para excitarse y asustarse. "Las disfunciones de estas regiones pueden provocar síntomas de ansiedad como más miedo, menos excitabilidad, menos capacidad de adiestramiento, etc., lo que coincide con investigaciones previas en humanos", señalaron los investigadores. "Un aspecto especialmente destacado de nuestros resultados es la conexión entre el hipocampo y el mesencéfalo. Aquí se encontró una comunicación menos eficaz entre hipocampo y mesencéfalo en el grupo de ansiedad".
El mesencéfalo o cerebro medio es responsable de la visión, el sueño y la vigilia, el estado de alerta, la audición y el control motor. "Se ha informado de que la disfunción del hipocampo y el mesencéfalo está relacionada con un alto riesgo de psicosis en humanos", añadieron.
Una limitación importante del estudio es el pequeño tamaño de su muestra, de sólo 13 perros ansiosos. La mayoría de ellos fueron adoptados de refugios de animales, donde el maltrato es habitual y puede afectar o influir en las redes de ansiedad del cerebro. Además, los investigadores reconocieron que los perros nacidos y criados en un laboratorio diferirán de los perros sanos criados en entornos domésticos.