Cuando pusimos a West en la tapa de Forbes el año pasado y examinamos en detalle el increíble éxito que tuvo con Yeezy, él parecía estar contento. Inclusive su esposa, la mundialmente famosa Kim Kardashian West, tuiteó sus felicitaciones, con el apoyo de 32.300 de sus amigos de Twitter.
Pero como no teníamos suficiente documentación sobre su participación inusual, sino su palabra y conjeturas de la industria, no dijimos que era multimillonario, y eso lo sacó. A fin de año, protestó en público (“les mostré un recibo de US$ 890 millones y así y todo no dijeron ?multimillonarió”, declaró a un panel de la industria. Nadie en Forbes recuerda la anécdota). En privado, fue incluso más ácido.
Ayer, hubo un avance: West ordenó a su equipo que nos pasara lo que nos parecieron las verdaderas finanzas de sus empresas. Tres cosas nos quedaron claras. En primer lugar, por qué lo pusimos en la tapa: en unos pocos años, West creó una marca que les pelea la supremacía en el mundo de las zapatillas a las Air Jordan de Nike. Es uno de los casos de éxitos más grandes del retail en el siglo XXI.
En segundo lugar, por qué West ?que afirma en palabras y documentos que tiene más de US$ 3.000 millones? es tan jactancioso como su ídolo político, el presidente de EE.UU., Donald Trump. ¿Poco ducho con los números? Estamos de acuerdo.
En tercer lugar ?y quizás lo más fundamental en relación con West?, se confirmó, según nuestras estimativas, que su participación en Yeezy lo convirtió en multimillonario: tiene un poco más de US$ 1.000 millones.
La enérgica estimación del propio West (US$ 3.300 millones) claramente se basa en la idea de que su empresa es completamente portable. No es así. Sacar a Yeezy de Adidas parece prohibitivamente engorroso, por no decir contractualmente imposible.
¿Acaso West no debería tener cientos de millones más, dado su éxito increíble como músico y los dividendos cada vez más altos de Yeezy? No necesariamente para quien gasta como una superestrella (el tipo tiene hasta un tanque de guerra). La declaración jurada que presentó ayer su equipo lista solamente US$ 17 millones en caja y US$ 35 millones en acciones.
Sacando la música, la mitad de esto supuestamente le pertenece a su esposa, que no es ni lerda ni perezosa para ganar plata. Dada la iliquidez de todos estos activos y la falta de respaldo independiente, recortamos su valor declarado por la mitad, con lo que quedan unos US$ 125 millones en activos fuera de Yeezy, la joya de la corona. Después viene la deuda: entre hipotecas, adelantos y otros pasivos, estimamos que West debe unos US$ 100 millones.
En los últimos 40 años, dos personas se destacaron por su obsesión por las fortunas que les estimaba Forbes: el príncipe Alwaleed bin Talal y Trump. Este año, Kanye West completó la trinidad de la vanagloria.
“Si la gente dice que es de mal gusto autoproclamarse multimillonario, quizás me cambie el nombre a Multimillonario Genio Cristiano Kayne West por un año, hasta que todos ustedes entiendan lo que es”, explicó West en noviembre. “Me lo voy a poner en la patente del auto”.
Con esto en mente, su famosa afinidad por Trump suena muy lógica (y sigue sin conocer límites; un mensaje de texto de West al director de contenidos de Forbes cierra con “Trump 2020” y el emoji de un puño levantado). Lo mismo vale para la idea de autoproclamar su fortuna, un arte practicado con deleite por Trump durante décadas.
“No son US$ 1.000 millones”, nos escribió West anoche. “Son US$ 3.300 millones porque en Forbes nadie sabe contar”.
Autor: Zack O?Malley Greenburg