En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, hay quienes eligen rescatar y recuperar los oficios y técnicas que, de otro modo, podrían perderse en el olvido. Agustina Tula es una de esas personas.
Nacida y criada (NyC) en Adrogué, su amor por la costura es tal que la llevó a investigar, recrear y enseñar las técnicas que empleaban las costureras de siglos pasados. Pasó largas horas en las que se dedicó a coser a mano y llegó a desarrollar la técnica de confeccionar piezas con máquinas de coser a manivela y pedal, un trabajo que mantiene vivo un arte antiguo y toda su historia familiar.
Cuenta que entre sus obras más laboriosas hay un mantel bordado a mano de 2.60 metros por 1.40, una pieza que le tomó 23 días de trabajo continuo. Agustina refuerza sus hilos con cera de abeja, una técnica que no solo prolonga la vida del hilo sino que también añade un toque de autenticidad a cada creación.
Actualmente, tras tener un local que tuvo que cerrar en pandemia, se reinventó con la creación de talleres y una tienda online. Allí comparte su conocimiento y ofrece a costureras y personas interesadas una experiencia única, un viaje en el tiempo que honra a las generaciones de mujeres que dedicaron su vida a este noble oficio.
En charla con Forbes, Agustina contó sobre este hermoso y singular oficio que contagió a su pequeña hija, Antonieta, quien ya cose sus piezas y también sobre Carmela, la máquina de coser de origen español que rescató y que hoy es una de sus preferidas.
-Contame un poco qué te llevó a combinar la museología con la costura histórica.
-Y… me llevó la necesidad. Yo quería coser como lo hacían las costureras de siglos pasados. Quería utilizar las mismas técnicas y herramientas de costura para tratar de entender cómo era este oficio en aquellos tiempos. Pero como no encontré, por lo menos yo, un espacio en dónde aprender esto, empecé a investigar por mi cuenta. Fue un trabajo de investigación muy interesante, que me llevó años, pero fue totalmente gratificante.
De esa forma uní el amor que tengo hacía los museos, la museología, la historia de los objetos y el oficio de la costura.
-Tuviste un paso por el Hogar Santa Rosa de Lima con las Hermanas Dominicas, ¿cómo influyó esto en tu decisión de especializarte en costura histórica?
-Viví casi 4 años con las Hermanas Dominicas y fue gracias a ellas que comencé a coser a mano desde servilletas, manteles, visillos, todos productos de decoración textil para el hogar. Fue una época de mi vida en la cual me di cuenta que era muy feliz cosiendo. Sentía que estaba en otra época, como detenida en el tiempo y amaba tanto esa sensación que seguramente fue lo que despertó en mí las ganas y la necesidad imperiosa de querer saber todo sobre la costura, desde su historia, su relación con la evolución de las sociedades, los mitos, creencias y supersticiones que hay entorno a ella. Creo que en el fondo uno siempre quiere volver, de alguna u otra forma, al lugar donde fue feliz y yo lo conseguí con la costura histórica.
-¿Cómo explicarías el término costura histórica?
-La costura histórica comprende las distintas técnicas y métodos empleados que se encuentran perdidos o en desuso para la confección de ropa de vestir y de hogar durante épocas históricas particulares.
Los métodos de costura tradicionales, por ejemplo la costura a mano, se utilizan con frecuencia en la costura histórica para producir prendas que sean lo más fiel posible al período en cuestión, o que sean confeccionadas con maquinaria auténtica de la época. En mi caso particular me dedico a la decoración textil del hogar, es decir, a los objetos textiles de uso cotidiano que se utilizaban, y se siguen utilizando, en las casas.
En torno a eso son mis días hoy: lo primero que hago es llevar a mi hija Antonieta de 9 años a la escuela y luego reparto el día entre la investigación para los talleres de costura histórica y la costura en sí misma, que puede ser coser a mano y con mis máquinas sin electricidad los productos que vendo en mi tienda online.
-En cuanto a las máquinas, ¿cómo las seleccionás?
-Tengo 9 máquinas de coser, de las cuales siete son a manivela y dos a pedal sin electricidad. La más antigua es del año 1895, y la más "moderna" es una española de 1932. Algunas las he ido comprando en distintos viajes, otra por herencia, y la última que tengo, una Jones de 1915 a manivela, me la donaron. Mi forma de seleccionarlas fue cambiando con el paso de los años. Actualmente busco rarezas.
-¿Qué técnicas utilizas en tus creaciones? ¿Te basás en las épocas victorianas y eduardianas? ¿Por qué?
-Las técnicas que utilizo en mis creaciones son la costura a mano, con las puntadas que se utilizaban en el siglo XVIII y XIX y maquinaria auténtica de la época.
Sí, me especializo en la época victoriana y eduardiana: estamos hablando del periodo comprendido aproximadamente entre 1837 -cuando asciende la reina Victoria al trono- hasta la muerte de su hijo y heredero, el rey Eduardo VII, en 1910.
Me preguntás por qué me centro en esta época. Lo hago porque justamente fue en esta época cuando la principal fuente de trabajo fue la industria textil. Recordemos que el Reino Unido era el taller del mundo. Pero además fue un periodo sumamente rico e interesante tanto a nivel social, cultural como artístico.
Pero también porque en esta época vivió el escritor Charles Dickens, y fue a través de sus libros que comprendí la verdadera esencia de la época victoriana, que es la hipocresía en su máximo esplendor, la doble moral, las falsas apariencias. Una de mis máquinas se llama "Pequeña Dorrit" en honor a uno de sus libros que es una magnífica ironía a la época victoriana.
-¿Cómo es el proceso creativo al diseñar una nueva pieza de blanquería inspirada en el pasado? ¿De qué te nutrís?
-Todos los productos que hago son inspiraciones. No realizo piezas textiles con rigor histórico pues me sería muy difícil venderlos por una cuestión del tiempo en los plazos de entrega y, desde ya, de costos. Por eso me pareció una buena idea confeccionar productos inspirados en tiempos pasados con la particularidad de ser cosidos con técnicas de costura histórica y con maquinaria auténtica de los siglos XIX y XX.
Para crear mis productos me nutro y me inspiro básicamente en tres cosas: obras de teatro (amo la ópera y siempre es disparadora para mí); museos, desde ya (me encanta visitar todo tipo de museos, no tienen que ser sólo de indumentaria y decorativos) y la literatura. Me apasiona leer novelas y cuentos, y si son de terror, mejor aún. Amo a las hermanas Brontë, especialmente a Emily y sus Cumbres Borrascosas y por supuesto a Henry James.
-Tuviste que cerrar tu local en pandemia y eso te impulsó a largarte a talleres, ¿cómo fue eso?
Sí. Cerré mi local al principio de la pandemia, fueron tiempos durísimos realmente. Fue mi marido, Mariano, quien me ayudó y me impulsó a seguir adelante, él siempre confió en mí y en lo que yo hacía. Entonces por él y por mi hija me sequé las lágrimas, armé el taller en mi propia casa y me puse a coser los 2 rollos de lienzo de algodón que tenía guardados. Cosí día y noche para tener stock y después de eso abrí la tienda online. Me acuerdo que, con Mariano, sacamos el permiso especial para poder viajar y entregar los primeros pedidos y a partir de ese momento todo empezó a encaminarse nuevamente.
Los talleres de costura histórica eran una cuenta pendiente. Lo tenía latente desde hacía mucho tiempo, pero no encontraba el momento exacto para hacerlo, hasta que me di cuenta que ese momento exacto, perfecto, jamás iba a suceder y fue ahí que me dije "querida, es ahora o nunca". Y bueno, acá estoy.
-Hablemos de tu historia: ¿cuál es el rol de tu abuela Amalia en tu historia personal y profesional? ¿Cómo influyó su legado en tu amor por la historia y la costura?
-Amalia, mi abuela, fue quien me regaló mi primer costurero. Para ella era muy importante que todas las mujeres de la casa supieran coser. Ella fue una mujer bastante culta, elegante, al igual que mi madre, pianista y profesora. Siendo una niña, Amalia me llevaba a visitar museos, teatros, conciertos. Era mágico estar con ella. Me dio una educación sentimental que le estaré por siempre agradecida.
-¿Qué esperas lograr con tu trabajo de costurera histórica en términos de preservación cultural?
Es interesante la pregunta. La costura, la historia de la costura, está íntimamente relacionada, a lo largo del tiempo, a la evolución de las sociedades. Refleja los cambios en las culturas, estilos, identidades y valores a lo largo de los siglos. Entonces, al conocer su historia, sus técnicas, también obtenemos información valiosa sobre las tradiciones y expresiones culturales de diferentes pueblos.
Con mi trabajo pretendo ayudar a que este oficio, con todas sus técnicas y sus maquinarias de antaño, no se pierdan con el tiempo, un tiempo tan veloz y vertiginoso que a veces da miedo.
En otras palabras, todo se trata de cuidar y poder transmitir a las generaciones futuras la esencia de este oficio tan hermoso, de pasar la posta, de vigilar que la llama nunca se apague.
-¿Cómo ves el futuro de la costura histórica en un mundo cada vez más digitalizado? ¿Qué papel juegan las técnicas tradicionales en este contexto?
-Aunque parezca extraño, creo que el futuro de la costura histórica es alentador. Todos queremos volver a dónde fuimos felices. ¿Quién no recuerda a una abuela, a una madre, a una tía cosiendo con la máquina "negrita" a pedal?
Todavía no existe la IA (inteligencia artificial) que suplante los recuerdos más preciados de nuestra infancia.
-¿Qué mensaje te gustaría dejar a aquellos que están interesados en la costura histórica o en la preservación de oficios tradicionales?
Les diría que investiguen, que sean curiosos, que cosan mucho y que no romanticen el pasado. Esto creo que vale para todos los oficios.
-Sobre tus talleres ¿qué te motivó a iniciar talleres de costura histórica? ¿Qué esperas que los participantes experimenten y aprendan en estas sesiones?
Con mis talleres de costura histórica mi objetivo es, además de transmitir las técnicas de costura a mano y enseñar a coser con las máquinas a manivela, que las participantes vivan una experiencia que trascienda lo meramente educativo. Pretendo que disfruten y conecten con su pasado, que afloren recuerdos de abuelas cosiendo por placer o para ganarse el pan de cada día. Son muy emocionantes estos talleres, son viajes en el tiempo.
A ver, podrían pensar que soy una persona que añora y siente nostalgia por el pasado, pero no. Me encanta vivir en este siglo, tiene tantas comodidades
Lo que sí me considero es una especie de guardiana del pasado, del oficio de la costura, de los hilos, de las máquinas de coser sin electricidad. Ese es mi mundo y soy muy feliz viviendo en él y también soy feliz transmitiendo a otras personas todo lo que he aprendido con el paso de los años. Y justamente es por esa misma razón que junto con Mariano, mi marido, que es profesor de Comunicación, vamos a dar ciclos de cine y literatura relacionados a la temática de los talleres. Por ejemplo, en octubre haré un taller especial sobre las brujas en la edad media y los textiles y el ciclo de cine y literatura será con esa misma temática. Este servicio será gratuito para todas las personas que quieran ahondar más en este mundo tan apasionante.
-¿Hablamos de números?¿Cuántas máquinas de coser históricas adquiriste a lo largo de los años?
-Nueve máquinas
-¿Tenés alguna favorita para trabajar?
-Las adoro a todas por igual, pero Carmela, una española a manivela, me ha robado el corazón. Sí, todas mis máquinas tienen nombre.
-¿Cuántas piezas o prendas confeccionaste desde que arrancaste?
-¡Ya perdí la cuenta!
-¿Cuánto te demoró la más trabajosa?
-Fue un mantel bordado de 2.60 metros por 1.40, con volados. Lo hice hace muchos años, completamente a mano y tardé 23 días.
-¿Los hilos son fáciles de conseguir?
-Para hacer los pedidos utilizo hilos de buena calidad, los que se consiguen en las mercerías, pero además los encero con cubos de cera de abeja de opérculo (NdR: La cera de Abejas Opérculo es una sustancia grasa secretada por las glándulas cereras de las abejas obreras jóvenes). Esto hace que el hilo sea más fuerte y resistente y evita que se enrede.
-¿También usás dedales antiguos?
-Los dedales me los hago yo misma. Son réplicas de los dedales que utilizaban las monjas en la Edad Media. Los hago con cuero vacuno; nunca con cuerina por que este material no deja de ser plástico y la aguja lo traspasa como si fuera papel. Luego los coso a mano con hilo encerado. Es uno de los obsequios que les doy a las participantes de los talleres de costura histórica.
*Fotos: Gentileza de la entrevistada.