Luego de cinco años, y una pandemia de por medio, el Cirque Du Soleil regresa a la Argentina. La compañía de entretenimiento, una de las más populares del mundo, desembarca en el país con Bazzar con un show que vuelve a sus orígenes y pone el foco en las destrezas que el cuerpo humano es capaz de lograr.
“En Bazzar hay una cuestión de volver un poco a las raíces de la empresa, que empezó hace casi 40 años con un grupo de artistas actuando en la calle sin nada, básicamente. Sin escenarios o luces y eso fue el origen de la compañía”, reflexiona Franck Hanselman, director en la gira del show, en diálogo con Forbes Argentina. Y agrega: “Creo que se puede considerar a Bazzar como un homenaje a eso”.
Desde el 23 de junio, el Cirque Du Soleil se instalará en el predio de Costanera Sur en la Ciudad de Buenos Aires y las entradas ya están disponibles. Pero antes de su llegada Hanselman adelanta más detalles de Bazzar y de la emoción que siente el equipo por pisar suelo argentino.
“Claro que hay coreografía pero parece un poco casi caótico y eso recuerda también a los primeros tiempos que no tenían mucha organización. Estaban en la calle haciendo sus cosas e intentamos replicar un poco ese sentido de sencillez que había al principio”, destaca el director. “También con el vestuario que se inspiró muy obviamente en los años 80. Empezamos en el 84 y eso es volver un poco a las raíces y a lo que puede hacer el cuerpo humano y eso es muy impresionante”, continúa al respecto.
- A Bazzar ya lo presentaron en otros países de la región. ¿Qué respuesta tuvo el público?
- Para serte sincero, desde el principio ha sido una experiencia muy agradable y bonita. Arrancamos en septiembre del año pasado en Brasil, estuvimos en San Pablo y Río de Janeiro, y acabamos de terminar en Santiago de Chile. La reacción del público ha sido algo fenomenal. Les gusta mucho el show que estamos presentando ahora y creo que eso promete mucho para Bogotá y luego para Buenos Aires.
- ¿Cómo describirías a Bazzar?
- Es un espectáculo muy energético, dinámico y alegre. A la gente le encanta la música y, como siempre, lo más importante es la actuación de los acróbatas. Yo creo que es un show un poco más íntimo. El elenco es un poco más pequeño al igual que el escenario y hay menos distracción a nivel tecnología y cosas que pasan en el fondo. Eso permite al público enfocarse en el artista que está en medio del escenario actuando y creo que por eso el público conecta mucho más con este show. Creo que eso provoca una reacción muy fuerte y es muy bonito de verlo.
- En un momento histórico donde todos estamos muy en contacto con la tecnología, ¿es una búsqueda que no haya tanta en el show?
- Creo que es casualidad pero sí que estoy de acuerdo contigo. Cada vez hay más distracción y más tecnología en nuestras vidas. Creo que es una oportunidad, durante dos horas, de escapar de todo eso. De las distracciones, las peleas, la lista de compras que tienes que hacer y todo eso. En ese momento es sentarte a disfrutar y ver algo bonito.
- Mencionaste la palabra distracción y venimos de años complicados con la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania y dificultades económicas globales. ¿Crees que el arte ayuda a sobrellevar estos momentos?
- Bazzar volvió a empezar en septiembre, después de dos años y medio, y lo que notamos, no solo en Sudamérica con Bazzar sino con todos nuestros espectáculos en cualquier parte del mundo, es que después de dos años y pico de no poder salir a un concierto o a ver una actuación, por un lado nosotros nos moríamos de ganas de volver a actuar y divertir al público. Pero el público también tenía ganas de recibirlo porque la energía dentro de la carpa ha sido algo muy impresionante que yo en más de 20 años con el circo no he visto. Siempre la recepción ha sido buena pero la energía que hay ahora mismo es algo que yo nunca he visto antes. Creo que en tiempos difíciles, la gente necesita ser entretenida aún más. Mi padre, por ejemplo, creció durante la Segunda Guerra en Europa y contaba que los cines siempre estaban llenos. Porque si hay cosas que pasan fuera que te dan algún desafío o algo, son espacios para escaparse y distraerte durante dos horas y eso a todo el mundo le viene muy bien.
- ¿Cómo fue el momento de regresar para ustedes después de la pandemia?
- Fue muy emocional. La primera carpa que se levantó en noviembre del 2021, que fue la de Alegría en Houston, todo el mundo que estaba en el recinto en ese momento, desde los directivos hasta los técnicos, dejó por lo menos una lágrima. Para nosotros, volver a ver levantarse la carpa fue un momento muy especial. La primera sesión que hicimos con público, porque claro antes de abrir necesitábamos como seis semanas de ensayos para prepararnos, fue de mucho llanto. De repente volvía a ser real y durante el aplauso al final todos los artistas y técnicos estaban llorando porque después de tanto trabajo y esfuerzo nos dimos cuenta que sí que habíamos vuelto.
La empresa detrás del show
Según los datos oficiales, el Cirque du Soleil, organización con sede en Quebec, llegó a contar con más de 4.500 empleados, incluidos 1.300 artistas de más de 50 países diferentes. Además, ha presentado sus espectáculos a más de 180 millones de espectadores en más de 400 ciudades en más de sesenta países en seis continentes.
Sin embargo, todo eso cambió con la llegada del coronavirus. En una entrevista con el Financial Post, Daniel Lamarre, CEO de la empresa, contó que debido a la pandemia tuvo que despedir al 95% de su personal por video y llevar a una bancarrota preventiva a la compañía para protegerla. “Jamás pensé que pasaríamos de mil millones de dólares en ganancias a cero en 48 hs”, confesó en ese momento.
La salida de la pandemia generó que el Cirque du Soleil vuelva a presentar shows y a reestructurarse como empresa. Sin embargo, los desafíos continúan y así lo cuenta Hanselman.
- ¿La situación es igual a la pre pandemia o hubo cambios?
- Más o menos igual diría yo. Lo único es que durante la pandemia se desarrolló mucho más rápido la parte online de la venta de entradas. Ya no hay casi nadie que llega a la carpa con una entrada impresa en papel. Todo el mundo lo tiene en su pantalla del móvil e incluso el programa también porque tenemos códigos QR en el recinto. La gente lo puede escanear y así tiene un programa virtual. Después hubo un gran cambio con las redes sociales. Si no haces un post en redes sociales, no has sido y tu experiencia no es real. Eso también facilitamos con muchos sitios para la gente para hacerse fotos o vídeos. También se permite durante el espectáculo hacer fotos y vídeos porque ahora compartirlo con tus seguidores es una parte integral de la experiencia y hay que acomodarse a eso.
- ¿Y en cuanto a las operaciones?
- Notamos varias cosas. Por un lado, el costo del transporte entre ciudades ha aumentado muchísimo, más que nada por el combustible. También en muchas partes del mundo encontrar personal local se ha vuelto más difícil. Nosotros tenemos nuestro equipo fijo de gira que somos unas 90 personas pero también contratamos entre 100 y 150 personas en cada ciudad para trabajar con nosotros en el montaje, acomodadores, venta de palomitas y seguridad. Y ahora es más difícil encontrar a gente y que se quede, aunque sea solo para seis semanas que estamos en la ciudad. Hay desafíos ahí, que antes había pero no tanto como ahora. Después está el tema de inmigración que siempre fue complicado. Tenemos 25 nacionalidades diferentes en la gira y ahora hay un aspecto más que es que en muchos países necesitas la prueba de vacuna también. Eso es una cosa más que piden aparte del pasaporte. También tenemos nuestra propia cocina para el personal, donde la comida que se hace se compra en el mercado local. También buscamos alojamiento para 90 personas y luego a ellos, en su tiempo libre, les gusta salir a cenar y hacer turismo. Así que hay un impacto económico grande.
- Hoy en día el consumo de entretenimiento tuvo un giro hacia lo digital. ¿Qué opinión tenés de esas plataformas?
- Fue una buena alternativa en su momento porque no había ninguna otra posibilidad. Pero ahora que podemos volver a hacerlo en directo, no hay nada que se compare con vivirlo en directo. En Bazzar, uno de los personajes involucra al público en muchos momentos, entonces no sos solo un espectador pasivo sino que formas parte del espectáculo. Esa interacción humana, no hay alternativa para eso. No creo que haya mucha competencia ahora entre digital y en directo porque incluso en la carpa de entrada que tenemos, donde están los bares para comprar palomitas y bebidas, siempre ponemos pantallas también porque siempre hay alguien que tiene que salir al baño o hay un bebé que está llorando. De esa manera, cuando salen de la carpa un momento pueden ver el show en las pantallas pero luego entras a la carpa y es nada que ver. Yo no tengo mucho miedo de competencias digitales en ese sentido porque el contacto humano al final es algo que todos necesitamos.
- ¿Qué expectativas tienen de Argentina?
- Cuando anuncié la gira y que íbamos a ir a Buenos Aires la gente se puso muy contenta. Tienen una fama que todo el mundo quiere visitar. Hay mucha gente que le interesa la naturaleza así que no sé si van a poder escaparse antes o después de terminar, porque tenemos breaks antes y después, para visitar la Patagonia por ejemplo. Personalmente, me encanta el vino argentino, entonces el plan es probar muchísimos (risas) e incluso intentar visitar la región de Mendoza. Lo mismo para visitar Uruguay. La gente ya está haciendo planes para llenar su tiempo libre y no vamos a tener ningún problema porque hay muchas cosas para hacer.
- ¿Y vos particularmente?
- Tengo muchas ganas de descubrir cómo es el público argentino. Porque ya hice una gira por Sudamérica pero perdí la estancia en Buenos Aires. Así que tengo muchas ganas de escuchar el aplauso y descubrir cómo es el público y cómo reacciona. Hay expectativas muy altas.