"Elegí la calle Fraga hace casi ocho años atrás -dice la bartender Mona Gallosi-. No había en aquel momento los espacios gastronómicos que existen ahora, y si bien en ese entonces no me pareció la calle más bella de Chacarita, siempre la vi como un corredor interesante, fácil de llegar y bien conectado. A la vez, tenía la particularidad de que había muchos galpones y fábricas, como el mío, que era un galpón abandonado", recuerda la empresaria gastronómica, una de las pioneras de este eje comercial y hoy al frente del bar cosmopolita que es referencia indiscutida del barrio: Punto Mona, en Fraga 93.
Desde hace algunos años, la calle Fraga comenzó a sumarse a la movida gastronómica de Chacarita y se fue convirtiendo, de a poco, en otro de los corredores elegidos por las nuevas aperturas. Un incipiente pero alentador eje comercial que complementa la oferta del barrio, que tiene su epicentro foodie en la avenida Jorge Newbery, y donde el movimiento de gente es constante durante toda la semana.
En aquellos años, recuerda Gallosi, no había congestión de tránsito y cuando alguien llegaba al bar en auto, podía -incluso- encontrar lugar para estacionar en la puerta. Los vecinos, sentados en la vereda, la saludaban cuando ella llegaba al galpón, que demandó más de un año de refacciones. "Ahora, sobre todo por la noche, hay más walking de gente que no es de la zona, y Chacarita se convirtió en un polo gastronómico y un circuito cultural con mucha vitalidad y propuestas diversas. Pero aún recuerdo cuando hace diez años estaba buscando locales para desarrollar la unidad de negocio que hoy se convirtió en Punto Mona, y mi esposo me decía: '¿Por qué Chacarita?' '¿No es mejor Colegiales'? A lo que yo respondía: 'Acordate que en diez años, Chacarita va a ser el nuevo Palermo'. Y bueno, acá estamos", dice Gallosi, y sonríe con la satisfacción -y el olfato- de una adelantada, una pionera.
El barrio de moda
Desde el New York Times hasta la revista británica Time Out, que lo eligió hace pocos días como uno de los barrios más cool del mundo, al quedar en el puesto 22 -entre 38 elegidos- y escalando once posiciones con respecto del ránking elaborado en 2022, todos hablan hoy de Chacarita. Desde sus casas con estilo art decó, sus calles empedradas, sus tiendas de diseño, su desarrollo urbanístico con nuevos emprendimientos residenciales y, por supuesto, las aperturas gastronómicas, muchas de la mano de chefs jóvenes y reconocidos, que levantan la vara con sus propuestas y atraen a un nuevo perfil de gente; un público que antes solo se movía por Palermo y ahora, en cambio, elige Chacarita.
Además de Punto Mona, por la calle Fraga, en unas diez cuadras que se extienden desde la avenida Dorrego y un poco más allá de Federico Lacroze, hay casi una docena de espacios gastronómicos que se suman a la rica y variada oferta del barrio, que no para de crecer. Hay cervecerías, como Costa de León, en Fraga al 400; cafeterías, como Rogelio, en Fraga al 550, o 414, precisamente en Fraga 414. También hay sushi & vermut, como Mareo, en esa misma arteria casi al 500; fondas, pizzerías, bares y hasta una neo pulpería, con la flamante apertura de Abreboca hace poco más de dos meses, en Fraga 541.
La neo pulpería con patio andaluz
"Fraga guarda el encanto del viejo empedrado que todavía genera un clima de tranquilidad, pero lo que más me atrajo fue que Chacarita es un barrio que está asentándose como un polo gastronómico abierto a la nueva cocina joven -dice a Forbes el chef Leonardo "El Tucu" Govetto, que en Abreboca ofrece la mejorr charcutería del barrio-. Creo que eso es lo más lindo de haber inaugurado un restaurante en la calle Fraga. Porque la tranquilidad es un factor fundamental en la elección de la locación", dice Govetto, que destaca la buena onda de los vecinos, que "se bancaron" la obra y le desearon éxitos en el nuevo emprendimiento.
Abreboca funciona en lo que era una casa más del barrio, pero con un secreto escondido en el fondo: su patio andaluz, un gran espacio al aire libre con una parra, murales de mosaicos y mucho verde. "Muchos vecinos ya conocían la casa, y vinieron expresamente al restaurante para ver cómo había quedado con la reforma. La remodelación llevó tiempo. Fue un proceso largo y el lugar cambió mucho. Pero recuerdo que apenas vimos la propiedad ya imaginamos varias cosas que hoy en día son realidad, como la cocina abierta y el patio andaluz, que es nuestra joya escondida".
¿Qué tipo de restaurante es Abreboca? "Es una neo pulpería -dice sin dudar Govetto-. Las pulperías eran restaurantes de campo que, a la vez, servían de almacén de ramos generales y lugar de parada de los viajeros. Para nosotros es muy importante valorar a las pulperías como kilómetro 0 de la restauración en Argentina. En las pulperías es donde nacen muchas técnicas de conservación traídas por los inmigrantes. Técnicas que eran necesarias dado que la mercadería llegaba una vez a la semana y había que hacerla durar hasta la próxima entrega -explica el cocinero-. La charcutería forma parte de esas técnicas nombradas anteriormente. Desde el principio del proyecto sabíamos que queríamos tener embutidos en carta, y el concepto de pulpería nos permitió eso".
En la cocina de Abreboca, dispuesta en el fondo del patio andaluz, hay una cava de embutidos, otro de los tesoros que guarda la propuesta. "Yo soy charcutero, aprendí este oficio de la mano de Guido Tassi en mi tiempo como jefe de planta de producción en Don Julio", señala El Tucu, y agrega: "Por mucho tiempo estuve buscando mi propósito dentro de la gastronomía, y lo encontré de la mano de la charcutería. Abreboca es el lugar que me permitió desarrollar mi pasión y seguir investigando y desarrollando embutidos, siempre teniendo en cuenta principios básicos y mi filosofía de cocina que va de la mano con la tradición de la gastronomía argentina. La calidad ante todo, el trato directo con los productores y el uso completo del animal. Comer carne implica el sacrificio de un animal, lo mínimo que puedo hacer como cocinero es usarlo todo. Por eso la decisión de usar tripas naturales en todos nuestros embutidos".
Inversiones y desarrollos inmobiliarios
Con experiencia en el rubro de los desarrollos inmobiliarios, el broker Carlos Medina, de RED (Real Estate Developers), coincide en que la zona experimentó una escalada fuerte en la última década, y asegura que muchos inversores que antes ponían el ojo en zonas como Belgrano, Palermo o Colegiales, pegaron el volantazo y se decidieron por Chacarita. Dorrego Mío es un complejo residencial que comenzó a venderse antes de la pandemia de Covid-19, a valores que según Medina, rondaban los 1800 dólares por m2. "Terminamos vendiendo en un promedio de 2600 dólares por m2", refleja Medina, y explica que junto con el desarrollo inmobiliario, el barrio potenció su oferta comercial y de servicios.
"Con eje sobre Jorge Newbery, que hoy es un polo gastronómico muy concurrido, llegó la expansión sobre las calles aledañas, como Fraga, Guevara, Roseti, Santos Dumont. Y lo que aún es muy atractivo y muchos gastronómicos buscan son las casas o tipo de PH al frente -refiere Medina-. Propiedades que, en general, hay que refaccionar pero que por sus características tienen mucho potencial para fines comerciales".
A la vuelta de Abreboca, pero sobre la calle Guevara, está SEDE, el bar de whisky que también quiso innovar con la ubicación y aterrizó en Chacarita. "Inauguramos en agosto de 2018, y SEDE fue uno de los primeros bares en llegar y abrir en la zona. Chacarita era un lugar tranquilo y familiar que poco a poco fue abrazando nuevas propuestas hasta constituirse como el polo gastronómico que se conoce hoy en día -suma Juan Manuel Boetti Bidegain, socio fundador de Sifón Sodería, el restó y vermutería a pocos metros de Sede, sobre Jorge Newbery-. La transformación del local fue increíble, porque SEDE era antes una empresa que recargaba toners de impresoras. Aunque también es cierto que en algún momento fue una parrilla, y antes una fábrica de cubanitos".
Entre la guía foodie y el Chaca Fest
Para Mona Gallosi, Chacarita tiene todavía este misticismo de barrio: "De pocos edificios, de casas bajas, de vecinos en las veredas, de gente que camina buscando la gastronomía y aquellos que, realmente, son conocedores y les gusta disfrutar de buenos lugares. Son los que se atreven a venir a Chacarita más allá de que no haya una cantidad abrumadora de locales ni propuestas, pero que valoran el movimiento cultural que va creciendo, y que es lo que trendy al barrio -explica la empresaria gastronómica-. Encontrás una o dos cosas por cuadra, pero no una pegadita a la otra como sucede en Palermo".
¿Qué le falta a la calle Fraga? "Un poco más de luz y un poco más de limpieza -arriesga Gallosi-. La verdad que es un poco triste ver que la descuidan tanto desde la Comuna. No me quiero meter en temas puntuales, pero pido todo el tiempo que vengan a correr el tacho, que vengan a limpiar, y muchas veces me hago cargo yo de cuestiones que no debería, como contratar gente para que limpien bien la calle y la vereda, porque el tema de la basura es un problema". Y agrega: "Me parece que hay que decirlo porque tiene un montón de cosas buenas, pero hay otras que hay que mejorar. Después, creo que hay muchas cafeterías en el barrio, pero quizá a Fraga le falta una buena hamburguesería o una buena heladería. ¿Por qué no tener un Cadore en Fraga?", se entusiasma Gallosi, que aspira poder concretar en un futuro cercano la idea de armar un Chaca Fest.
"Sería muy interesante que haya una comisión de Chacarita y que los gastronómicos nos unamos para armar una guía de Chacarita, como era en otra época, hace 20 años atrás, la guía del downtown en Buenos Aires, y que encontrabas en un mapa todos los lugares. Porque en el microcentro había lugares pero no estaban todos pegados, y creo que acá, en Chacarita, pasa algo parecido", cierra la bartender.